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Los tesoros del Ripollès: de la historia de Emma de Barcelona a la leyenda del Comte Arnau y el imprescindible monasterio de Santa María de Ripoll

Esta seductora comarca de Girona fue epicentro del poder medieval y cuna de una de las mujeres más influyentes de la Edad Media. Hoy es un lugar plagado de leyendas y un territorio donde descubrir un fascinante patrimonio románico

Los tesoros del Ripollès

En los Pirineos Orientales catalanes reposa el Ripollès, un territorio donde la cultura, el arte, el poder político y la leyenda son protagonistas de una apasionante historia que nos habla de los orígenes de Cataluña. Aquí el viajero descubre la fuerza de Emma de Barcelona, una de las mujeres más influyentes de la Edad Media; se deja seducir por uno de los patrimonios románicos más fascinantes de Europa; y explora los restos del castillo de Mataplana, escondido bajo una montaña durante más de 600 años.

Ripoll es la capital de esta comarca gerundense que promete una escapada insuperable a un territorio de gran relevancia histórica durante la Edad Media y que dio origen a uno de los mitos más poderosos y duraderos de Catalunya: la leyenda del Comte Arnau. Al arrullo de bellísimos valles y elevadas cumbres que rozan los 3.000 metros de altitud, los monasterios de Sant Joan de les Abadesses y Santa María de Ripoll constituyen dos de las joyas más fascinantes del románico europeo. Dos obras maestras con más de 1.000 años de antigüedad que siguen robando el alma de todo el que se acerca a contemplarlas. Férreos guardianes de un legado inigualable, no se trata solo de edificios religiosos, sino que son referentes culturales de la era medieval. ¿Qué os parecería descubrir que en pleno siglo IX una mujer fue la primera abadesa de la historia de España? Se llamaba Emma y era hija de los condes de Barcelona, Guifré el Pilós y Guinidilda. Su influencia y su poder en una época donde las mujeres no tenían voz y pasaban prácticamente inadvertidas fue tan mayúscula que merece un capítulo aparte.

Emma: la abadesa que moldeó el Ripollès medieval

Iniciamos la ruta por uno de los lugares más asombrosos, seductores y apasionantes de la geografía catalana en la coqueta e histórica localidad de Sant Joan de les Abadesses, cuyos orígenes se remontan al año 885, cuando Guifré el Pilós (Wifredo el Velloso) y Guinidilda (condes de Cerdanya, Urgell, Osona, Girona, Barcelona y Conflent) fundan el monasterio de Sant Joan de les Abadesses, el primer monasterio femenino de Cataluña. La intención de los condes era doble: poner al frente de la dirección del edificio religioso a su única hija, para otorgarle responsabilidad e influencia y, a su vez, crear un centro de poder religioso y económico en el corazón del Ripollès que actuara como bastión cristiano en la frontera con Al-Andalus.

Guifré muere cuando Emma cuenta tan solo 14 años, en el año 897. El hecho de ser mujer la inhabilitaba para heredar alguno de los condados de su progenitor, que pasaron a ser dirigidos por sus hermanos. Convertida en la primera abadesa del monasterio y en una de las primeras de la historia de España y Europa, un año después, firma el primer documento oficial. En palabras del guía Víctor de Paz, “Emma realiza un gran trabajo, y crea parroquias alrededor de las cuales crecen pequeños pueblos. El monasterio se convirtió en un verdadero centro de poder feudal, con vastos dominios territoriales que se extendían por gran parte del Ripollès y comarcas vecinas. La abadesa también administraba justicia y recaudaba impuestos”. Durante más de cuatro décadas, Emma demostró una gran habilidad para mantener la autonomía del monasterio frente a las presiones externas. Una mujer excepcional con un poder sobresaliente en un universo masculino y con apenas aliados.

A su muerte, en el año 942, le sucederían cuatro abadesas más que durante más de 100 años mantendrían la institución en manos femeninas. La primera fue Adelaida, impuesta por el entonces Conde de Barcelona, y se mantuvo en el cargo hasta aproximadamente el año 955. Le seguirían Ranlo (955-962?), Fredeburga (962-996) e Ingilberga (996-1017). El fin de esta era femenina se desarrolló de forma oscura y precipitada, ya que el monasterio se encontraba en unas tierras muy codiciadas por los condes de la zona y los hermanastros de Ingilberga. “El Papa de Roma, Benedicto VIII, dicta una bula diciendo que las monjas eran meretrices de Venus y las acusa de infanticidas. Ingilberga es requerida en Roma para defenderse, pero no acude a la cita. Finalmente, las monjas se retiran del monasterio. Bernat Tallaferro se queda con todas las tierras y su hijo Gaufredo se proclama primer abad masculino. Es muy posible que destruyeran sus tumbas, ya que nunca se han encontrado”, explica Víctor de Paz.

La historia de este monasterio que representa el triunfo de la autoridad femenina está intrínsecamente ligada a la del municipio al que da nombre. Durante el siglo XIII tuvo lugar el desarrollo del núcleo urbano, aunque un porcentaje importante de la villa lo seguía constituyendo el templo religioso. La mezcla de estilos arquitectónicos se debe a las diferentes remodelaciones que han tenido lugar a lo largo de la historia. En el siglo XII sufre la primera reconstrucción en estilo románico. Dos siglos después, en 1428, tiene lugar un virulento terremoto que arrasa prácticamente con todo y el claustro queda hecho añicos. Por ello, aunque el actual claustro conserva tres capiteles y tres columnas románicas, su estilo es gótico. Una de las últimas remodelaciones la lleva a cabo el popular arquitecto modernista Josep Puig i Cadaflach en 1912. El aspecto actual es obra del arquitecto barcelonés Raimon Duran i Reynals, que se encargó del diseño definitivo tras la Guerra Civil española.

En Sant Joan de les Abadesses, la magia está en esa conexión profunda con el pasado que nos recuerda que somos eslabones de una cadena infinita de sueños, fe y esperanza humana. Además, en el interior del monasterio benedictino esperan otras dos sorpresas:

En el monasterio de Santa María de Ripoll

Fundado en 879 por Guifré el Pilós, el monasterio de Santa María de Ripoll está considerado uno de los monumentos románicos más importantes del mundo. Desde sus orígenes, ha sido ocupado por monjes benedictinos y en 1835 fue saqueado e incendiado. Ha sufrido varios reformas, la definitiva en 1893 bajo la dirección del obispo Morgades. Este templo es una definición perfecta del arte en letras mayúsculas. Su portada, del siglo XII, esculpida con escenas del Antiguo Testamento y alegorías, recibe el sobrenombre de “la Biblia en piedra”. Concebida como un libro abierto dirigido a una sociedad medieval en su mayoría analfabeta, está integrada con bloques de piedra arenisca de aproximadamente un metro de grosor. Sus siete arquivoltas narran desde la creación del mundo hasta la gloria celestial. Esta construcción única del patrimono catalán destaca también por sus siete ábsides y sus dos claustros; el superior, construido a finales del siglo XII, pero con modificaciones góticas, conserva unos capiteles muy bien adornados.

Otro de los aspectos que ensalza el atractivo de este monasterio es su importancia histórica y cultural y su conexión directa con los orígenes de Cataluña. Tras la fundación de los monasterios de Santa Maria de Ripoll y Sant Joan de les Abadesses, Guifré el Pilós, cuya figura está rodeada de leyendas, se convirtió en el primer conde de Barcelona de su dinastía. Su tumba se conserva en el interior del monasterio y es uno de los tesoros románicos más preciados del conjunto. Por otro lado, el monasterio se convirtió en un referente cultural europeo de primer orden, ya que, además de copiar manuscritos, los monjes de Ripoll crearon algunas de las primeras crónicas de la historia de Cataluña.

El Comte Arnau: ruta por los lugares ‘arnáldicos’

“Lo comte de Mataplana ne tenia dos cavalls: l’un era blanc com la gebre, l’altre fosc com lo pecat”. Así reza el inicio de una antigua canción popular catalana (siglo XV) inspirada en la figura real de Arnau de Mataplana, popularmente conocido como el Comte Arnau. Condenado a vagar eternamente durante la noche debido a sus pecados a lomos de su caballo negro envuelto en llamas, la leyenda del Conde de Mataplana da la bienvenida al viajero que se acerca a estas bellísimas tierras desplegadas entre los verdes valles de los Pirineos y pueblos de montaña de exquisita belleza.

“La leyenda del Comte Arnau empieza en el siglo XV, pero se va forjando a lo largo de los siglos”, explica Xavier Bachero Pont, guía de la Associació Alt Ter. “En esa época, los campesinos se liberan de los poderes de los señores feudales mediante las guerras de remensa. No es que él fuera el peor de los señores, sino que en su figura se centralizan todos los males de estos despiadados terratenientes”. Y como toda buena leyenda, esta sirve también para advertir a la sociedad de la época de determinados peligros, como el que conllevaba que las mujeres salieran solas por la noche o sumergirse en aguas profundas de ríos y pozas. Además, la literatura desarrollada en el siglo XIX durante el período de la Renaixença catalana contribuyó en gran medida a romantizar al personaje y darle un carácter más filosófico. Una de las obras más relevantes es El Comte Arnau (1911), un poema dramático de Joan Maragall.

Es la ocasión de recorrer los denominados lugares arnáldicos mediante una ruta que conduce por los enclaves estratégicos relacionados con la vida y, sobre todo, la leyenda del Conde de Mataplana.

En las brumosas noches del Ripollès, los pastores de Gombrèn aún aguzan el oído temerosos de escuchar el galope infernal que anuncia su presencia. Viajar a esta comarca catalana es dejarse embriagar por el embrujo que desprenden esos lugares donde una difusa línea separa historia y leyenda. No importa cuál sea el motivo que empuje a visitar la zona: la gallardía de Emma de Barcelona, la pasión por el arte y la cultura, el arte románico, los paisajes de alta montaña o la atracción por la figura del Comte Arnau. Como le sucedió al poeta Joan Maragall, una vez se conoce el Ripollès el viajero se queda prendado de esta tierra para siempre.

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