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La Ruta Moche de Perú: una ciudad de adobe, momias, pirámides y una parada en Trujillo

Un viaje que además de descifrar la apabullante y ancestral cultura mochica, con una visita a Chan Chan o a La Señora de Cao, permite probar una gastronomía a todas luces imbatible

Ruta Moche de Perú
Chan Chan, una ciudad precolombina de adobe construida en la costa norte del Perú por los chimúes.Marc Guitard (GETTY IMAGES)
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La estrella del turismo peruano es Machu Picchu, la cumbre del desarrollo del mundo inca, obra maestra de la arquitectura y la ingeniería ubicada en un entorno paisajístico sin parangón en el resto del planeta y considerada una de las siete maravillas del mundo. Pero la ancestral cultura mochica o moche, civilización que floreció en el antiguo Perú entre los años 100 y 800, también destacó por llevar a cabo grandes obras de ingeniería hidráulica y por dejar un interesante legado arquitectónico. Este se extendió mayormente en las inmediaciones de ese mar del norte del bello durmiente, como llamaba a Perú la cantautora Chabuca Granda en aquella canción cuyos versos, una vez aquí, adquieren mucho sentido: “Te amo, Perú, y recorriera toda la gama de verdes que te adornan / Y el gris soberbio manto de tu costa / Que al subir por los cerros, en colores se torna”.

El trabajo de arqueólogos como Walter Alva, Régulo Franco, Carlos Elera y Bernarda Delgado es digno de elogio. Los descubrimientos de sus correspondientes equipos no solo han aportado conocimiento, también han evitado expolios y han contribuido a conservar y difundir las virtudes de una cultura previa a los incas cuyos vestigios configuran una ruta cultural muy significativa. La Ruta Moche permite, además, descifrar ciudades, pueblos, playas, bosques de algarrobos y una gastronomía a todas luces imbatible.

Para llevar a cabo una completa experiencia arqueológica conviene familiarizarse con términos como huaca (lugar sagrado) o huacos (las piezas de cerámica que salen al excavar los monumentos arqueológicos), así como las fechas en las que nos centramos: del año 100 al 850 se desarrolla la cultura mochica, del 900 al 1470 es el periodo chimú y desde 1470 hasta la llegada de Pizarro fue el momento inca. De la mano de Chaski Ventura, especialistas en viajes sostenibles y enfocados en las raíces culturales de Perú, prestaremos atención a cuatro paradas imprescindibles: Chan Chan, el museo Tumbas Reales de Sipán, el complejo arqueológico El Brujo y las pirámides de Túcume, además de un recorrido por Trujillo, capital del norte del país.

1. Chan Chan

Chan Chan es la ciudad de adobe más grande de América, desde 1986 patrimonio mundial por la Unesco. Está constituida por 10 conjuntos amurallados y fue la capital del reino chimú, muy avanzado en cuanto a planificación urbanística y al manejo de materiales constructivos. Llaman la atención sus amplios muros de 15 y 12 metros de alto por 5,20 metros de ancho, a través de los que se perciben altos conocimientos de agricultura y regadío, así como los talleres donde trabajaban los metales (se han encontrado variedad de ajuares funerarios de joyas de oro, cuencos y textiles).

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Eran sociedades ágrafas, de ahí la importancia de sus diseños y de su iconografía reflejada en los murales que decoraban algunas tumbas. Sorprenden la cantidad de motivos relacionados con el mar, como los peces (que pescaban en embarcaciones de totora, una tradición que se mantiene únicamente en la vecina localidad de Huanchaco). El llamado corredor de peces y aves muestra figuras de peces de subida y de bajada, al albur de las corrientes marinas de aguas frías (sur) y cálidas (norte). Hay imágenes de pelícanos y rombos que representaban las redes de la pesca. Y hay canales paralelos como charcas hundidas para el cultivo de totora llamadas huachaques. Eran sociedades extremadamente organizadas que aprovechaban todo (como la piel de los lobos para fabricar sandalias).

Detalle de la ciudadela de adobe de Chan Chan (Perú).
Detalle de la ciudadela de adobe de Chan Chan (Perú).Photographer:a.bryce (Alex Bryce / PROMPERÚ)

La ciudad de Chan Chan, una de las más importantes de la América precolombina, es un conjunto de ciudadelas construidas en un estilo vanguardista a partir del adobe (milagrosamente conservado, para el que mezclaban diferentes tipos de arcilla). Los palacios vienen delimitados por muros y una sola puerta de entrada. La plaza central, de 500 metros cuadrados, explica bien el funcionamiento de estas sociedades teocráticas gobernadas por sacerdotes cuyo poder se ve reflejado en cetros de mandos y en copas ceremoniales. No cuesta nada imaginar la entrada del gran señor Chimú Cápac transportado en literas (de hecho, este tipo de personajes de la élite sufrían osteoporosis por no caminar), embadurnado de joyas y piedras, flanqueado por un séquito de músicos y danzantes hasta llegar a su trono.

2. La Señora de Cao

El descubrimiento de la señora de Cao en 2006 cambió la historia de la arqueología. Si hasta entonces los grandes gobernantes eran sacerdotes guerreros, en este caso la gobernante fue una dama. La visita del complejo arqueológico El Brujo y del Museo de la Señora de Cao supone una lección arqueológica de primer nivel.

Una turista en la Huaca Cao Viejo, en el centro arqueológico El Brujo (Perú).
Una turista en la Huaca Cao Viejo, en el centro arqueológico El Brujo (Perú).Daniel Silva (PROMPERÚ)

La Señora de Cao fue la dama con mayor poder en la cultura mochica y gobernó el norte del actual Perú entre los siglos IV y V. El gran hallazgo se produjo cuando el arqueólogo Régulo Franco y su equipo localizaron un enterramiento que contenía un fardo intacto que había preservado el cuerpo momificado de una mujer y su ajuar funerario. Las joyas incluían collares, diademas, coronas, narigueras (los piercings de hoy) y dos cetros que evidenciaban la importancia de la Señora de Cao. El complejo, increíblemente asentado a los pies del mar, también incluye la visita al museo, un fascinante edificio que alberga multitud de vestigios arqueológicos hallados en la Huaca Cao Viejo que se exponen en cinco salas que anteceden a la última, donde se observa el cuerpo momificado de la Señora de Cao.

La momia de la Señora de Cao, en el Museo Cao, en el complejo arqueológico El Brujo.
La momia de la Señora de Cao, en el Museo Cao, en el complejo arqueológico El Brujo.Renzo Tasso (PROMPERÚ)

Mención especial requiere la sensibilidad de la arquitecta Claudia Uccelli, culpable de un edificio que dialoga con la esencia de la propia cultura moche. “La idea del Museo Cao nace de una búsqueda por una comprensión estética de las culturas asentadas en la costa norte del Perú. El manejo de la dualidad, con sus elementos de claroscuro, llenos y vacíos, el emplazamiento de sus construcciones en el territorio y la materialización de su mundo cosmogónico fueron el punto de partida para una nueva propuesta que pretende establecer nuevos parámetros sensoriales de percepción y de relación tanto en su interior como en su exterior”, señaló Uccelli sobre este proyecto de arquitectura orgánica, topográfica, insertada de tal modo en el lugar que los vacíos la completan.

Como no estamos excesivamente lejos de Chiclayo, hay que ir al Fiesta Restaurante. Se dice que la arqueología es una suerte de espejo de todo un proceso cultural, pues bien, la cocina de este lugar es un espejo de las cualidades de la gastronomía peruana de tal modo que uno sale levitando. Igual que las culturas andinas se adaptaron al terreno por medio de una cosmovisión chamanística, a través de su ceviche llamado Iceberg Mochica o del arroz con pato o del pisco sour preparado con un blending (mezcla de siete cepas pisqueras conocido como Cholo Number Guan, en spanglish) cualquiera se siente identificado con este rincón del mundo. El nombre del restaurante se queda muy pero que muy corto.

3. El Señor de Sipán

Antes de la Señora de Cao y del museo de Ucelli, hubo otro gran descubrimiento y otro museo. El hallazgo de la tumba del Señor de Sipán por parte del arqueólogo Walter Alva y su equipo en la llamada Huaca Rajada fue el más representativo en 1987. Por primera vez se descifró intacto un entierro real de la civilización peruana anterior a los incas y la arqueología del Perú se convirtió en una de las más importantes del mundo. Tanto es así que la portada de The New York Times destacó la frase “Hazte a un lado, Tut”, en referencia a la tumba y a la figura egipcia de Tutankamón.

Exterior del Museo Tumbas Reales de Sipán, obra del arquitecto Celso Prado Pastor, en la provincia peruana de Lambayeque.
Exterior del Museo Tumbas Reales de Sipán, obra del arquitecto Celso Prado Pastor, en la provincia peruana de Lambayeque.Favio Ovalle (PROMPERÚ)

Fue necesario edificar un museo con forma de Huaca en Lambayeque para celebrar la conquista. El Museo Tumbas Reales de Sipán es obra del arquitecto Celso Prado Pastor y su interior muestra en detalle los contenidos de este hallazgo de manera idéntica a cómo excava un arqueólogo el terreno: así, el visitante se sumerge piso a piso en una aventura que recrea la experiencia arqueológica y el descubrimiento del más importante tesoro funerario de las Américas. A través de pasillos oscuros y vitrinas que reconstruyen con precisión la vida y la muerte de este pueblo histórico, se sucede una visita didáctica y reveladora de la influencia de un gran gobernante con poderes administrativos y religiosos en el valle de Sipán, que había sido enterrado con un impresionante arsenal de joyas de oro y plata (coronas, pendientes, tobilleras, sonajeros de oro de 22 kilates...), además de con sus esposas, un niño, dos llamas, un perro, un soldado y un vigía.

No hay mejor lugar en el que reposar la impresión que el vecino restaurante El Cántaro, una institución de Lambayeque, donde lo más importante es ponerse en manos de Juana Zunini de Jordán, cuyos reconocimientos en forma de premios y de afectos pueblan una pared entera de la entrada. Aquí no hay medias tintas. Esto es tradición, ceviche de tollo, tortilla de raya, humitas, chingurito, chirimpico, causa a la norteña, aguadito de menudencia de pato. Ay, señor de Sipán. Si para entender nuestro mundo contemporáneo hay que entender los antecedentes, esta es sin duda una gran escuela. Uno se adapta al ecosistema de la mesa mientras aprende la diversidad de lo que no está escrito.

4. Pirámides de Túcume

Rodeada por las 26 famosas pirámides que componen el complejo arqueológico de Túcume, considerado la última capital del reino de Lambayeque, la huaca llamada Las balsas de Túcume es otro de los punto fuertes de la Ruta Moche, un edificio de forma alargada de 33 metros de largo y 25 de ancho y una altura de 4,5 metros donde las excavaciones pudieron determinar siete fases constructivas superpuestas. Así, la arqueóloga y directora del museo de Sitio Túcume, Bernarda Delgado Elias, explica y muestra la supervivencia milagrosa y el rescate de los relieves ceremoniales con motivos marinos entre los que se identifican las ancestrales embarcaciones de totora llamadas “caballitos” con la proa erguida. Esplendoroso arte mural perfectamente conservado cuyo tema central es la naturaleza: aves míticas en pie en actitud de remar, hombres ave, peces y aves marinas, así como una escena de navegantes y buzos. El museo se inauguró en 1993 gracias a un convenio con el museo Kon-Tiki de Oslo y con el apoyo de Thor Heyerdahl, reconocido por sus expediciones interoceánicas. Las investigaciones arqueológicas lideradas por Bernarda Delgado Elías merecieron el premio a Mejor Proyecto Mundial de Turismo otorgado por la Asociación Británica de escritores de Viaje (BGTW) en la feria World Travel Markt de 2015.

Vista aérea del complejo arqueológico de Túcume, considerado la última capital del reino de Lambayeque.
Vista aérea del complejo arqueológico de Túcume, considerado la última capital del reino de Lambayeque.Christian Declercq (GETTY IMAGES

Muy cerca, vale la pena visitar o pernoctar en el hospedaje rural Los Horcones de Túcume. Diseñado y construido por los arquitectos Jorge Burtra y Rosana Correa, se trata del proyecto ganador del Hexágono de Oro en la X Bienal de Arquitectura del Perú, que destaca por su adaptación al entorno que lo rodea y la reinterpretación contemporánea de las antiguas técnicas constructivas con adobe.

Detalle de frisos de barro en alto relieve de la 'huaca' Las Balsas, en el complejo arqueológico de Túcume.
Detalle de frisos de barro en alto relieve de la 'huaca' Las Balsas, en el complejo arqueológico de Túcume.

5. Unas pinceladas de Trujillo

Como el punto de partida o de llegada de esta Ruta Moche será siempre Trujillo, no están de más un par de pinceladas acerca de ella. Por más que el recuerdo del gran poeta César Vallejo sea una constante en Trujillo, pues es la ciudad en la que se formó de joven quien miró de manera única al interior del ser humano, vale la pena recorrerla desde su muralla fundacional, de forma elíptica, implantada por el arquitecto italiano Joseph Formento, tomando como ejemplo el diseño realizado por Leonardo Da Vinci para la ciudad Florencia. Con esa misma forma elíptica, siguiendo las huellas de la antigua muralla, la avenida España circunda la trama urbana y es la antesala que permite penetrar en el centro histórico en el que destacan la catedral y la plaza de Armas. La catedral tiene el color amarillo claramente prehispánico y es un permanente imán para fieles y visitantes. Hay mucha arquitectura virreinal en este centro histórico, reflejada en casonas con portones, postigos y balcones de hierro. Combinan bien con la cantidad de guariques (bares caseros tradicionales) que ofrecen chancho al plato, que se llama así porque se parte con platos, como en Segovia.

Vista de la plaza de Armas de Trujillo.
Vista de la plaza de Armas de Trujillo.ALEX BRYCE (PROMPERÚ)

Trujillo fue fundada en 1534 por Diego de Almagro (hasta entonces fue la capital del reino chimú) para un año después ser reconocida por Pizarro, que, en honor de su Trujillo (extremeño) natal, le puso ese mismo nombre. En 1820 se produjo la independencia que una escultura de 1830 conmemora. Contra el hambre repentina, los alfajores King Kong, que se venden por todas partes, son dignos de su nombre. Atención al palacio Iturregui, del siglo XIX, con sus 120 metros de largo, de evidente influencia rococó y neoclásica; al Club Central de los Millonarios y a la Casa de la Emancipación, donde curiosamente se proclamó la independencia de Perú el 29 de diciembre de 1820 y hoy es una fundación del BBVA. Sí, la vida es una comedia.

En la iglesia de la Merced (una orden, la mercedaria, imprescindible en esta ciudad) brilla la ausencia del campanario y el recuerdo del ilustre mercedario Tirso De Molina (seudónimo de Gabriel Téllez), que fue el primer gran autor del Siglo de Oro español que pisó América (vivió dos años en Santo Domingo) y para quién Perú fue motivo de inspiración, siendo, además, comendador durante un trienio en el Trujillo español. El autor de Don Gil de las calzas verdes y un atribuido mito de don Juan que da nombre a una plaza de Madrid fue enviado al exilio en 1625 por la junta de reformación de las costumbres, acusándole de escribir obras teatrales profanas, con estas palabras: “Tratose del escándalo que causa un fraile mercedario, que se llama el Maestro Téllez, por otro nombre Tirso, con comedias que hace profanas y de malos incentivos y ejemplos. Y por ser caso notorio se acordó que se consulte a S. M. mande que el Padre Confesor diga al Nuncio le eche de aquí a uno de los monasterios más remotos de su Religión y le imponga excomunión mayor latae sententiae para que no haga comedias ni otro ningún género de versos profanos”. El castigo dio sus frutos y, como cuentan sus biógrafos, en el Trujillo extremeño se relaciona con parientes de los Pizarro, lo que provocó que Tirso escribiera la Trilogía sobre los Pizarro: Todo es dar en una cosa, Amazonas en las Indias, y La lealtad contra la envidia.

Imprescindible, asequible y más popular que pretencioso es el restaurante Squalo’s, una demostración de buen hacer. Haremos bien si empezamos pidiendo el pisco sour catedral (el doble) con zarandajas como aperitivo, que requerirán, seguro, de un refeel. La descripción que aparece en la carta del “ceviche dos texturas” expresa como un libro abierto lo que supone este plato y hasta dónde quiere llegar y llega. Dice así: “Dos formas y un mismo objetivo: su satisfacción. Armoniosa y bien cuidada combinación del clásico ceviche de lenguado con una receta concebida por la casa a base de tradicionales ajíes, con el ají limo y el zumo de limón como protagonistas. Crocantes aros de calamar fritos al panko coronan un platillo creado pensando en cada uno de nuestros clientes-amigos”. Tras él, las expectativas que genera leer “causa crocante de pulpa de cangrejo y langostinos” se sobrepasan al probar el plato. Es tan conmovedor que uno entiende que se llame “causita” a los amigos más cercanos. Y es que uno sale de aquí y llama “causita” a todo Dios, porque cuando uno sale de Squalo’s el mundo es más amable que antes y uno es más amable con el mundo.

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Es autor de las novelas 'Los Baldrich', 'La estación perdida', 'Los buenos amigos' o 'Jauja' y del libro de viajes 'París'. Su obra narrativa ha obtenido varios premios. Es profesor en la Universidad Sciences Po de París. Como periodista fue Premio Pica d´Estat 2011. Colabora en El Ojo Crítico de RNE y en EL PAÍS. 'Verso suelto' es su última novela

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