El abecedario del Caribe: 28 destinos clave empezando por la ‘a’, de Anguila

Este pequeño territorio británico de ultramar de 91 kilómetros cuadrados ha logrado mantenerse al marquen del voraz desarrollo turístico de otros destinos caribeños. Por el momento, conserva sus encantadoras casas de madera, aunque va añadiendo al paisaje unas impresionantes residencias de vacaciones. El que se anime a ir a Anguila descubrirá una mezcla muy interesante de culturas y unas alucinantes playas caribeñas. Sin embargo, que nadie piense en unas vacaciones “a lo pobre”. Desde la capital, El Valle, hasta sus cayos, Anguila es un destino para la ‘jet-set’ que busca y rebusca para encontrar unas vacaciones al margen de los destinos habituales. Para escaparnos del mundo de los 'resorts', siempre podemos ir a la isla Harbour, un pueblo de pescadores de la costa norte con una playa bordeada de barcas de pesca pintadas de vivos de colores, sin tumbonas y cerca de media docena de playas aisladas.Cavan Images (GETTY IMAGES)

En <a href="https://www.lonelyplanet.es/america-del-norte-y-central/antigua-y-barbuda" target="_blank">Antigua</a> todo se centra en sus espectaculares playas de fina arena, junto a un mar azul y transparente que es la misma imagen de la felicidad tropical. Aquí se puede retozar en la playa, jugar al golf, disfrutar de una lujosa comida o explorar la historia naval británica. Famosos como Eric Clapton o la presentadora Oprah Winfrey tienen allí residencias, y sus numerosas bahías y ensenadas esconden algunos de los 'resorts' más exclusivos del Caribe. Su apartada vecina <a href="https://www.lonelyplanet.es/america-del-norte-y-central/antigua-y-barbuda" target="_blank" >Barbuda</a> es una playa de arena, baja y suave, en medio de un mar lleno de arrecifes. En el parque nacional Codrington Lagoon, que recorre la costa oeste de la isla, vive una de las mayores colonias de fragatas del planeta, y si se visita en la temporada de apareamiento (de septiembre a abril) se puede ver cómo todos los machos de fragata hinchan sus gargantas teñidas de un rojo sangre, en un espectáculo único.

En Antigua todo se centra en sus espectaculares playas de fina arena, junto a un mar azul y transparente que es la misma imagen de la felicidad tropical. Aquí se puede retozar en la playa, jugar al golf, disfrutar de una lujosa comida o explorar la historia naval británica. Famosos como Eric Clapton o la presentadora Oprah Winfrey tienen allí residencias, y sus numerosas bahías y ensenadas esconden algunos de los 'resorts' más exclusivos del Caribe. Su apartada vecina Barbuda es una playa de arena, baja y suave, en medio de un mar lleno de arrecifes. En el parque nacional Codrington Lagoon, que recorre la costa oeste de la isla, vive una de las mayores colonias de fragatas del planeta, y si se visita en la temporada de apareamiento (de septiembre a abril) se puede ver cómo todos los machos de fragata hinchan sus gargantas teñidas de un rojo sangre, en un espectáculo único.Roberto Moiola / Sysaworld (Getty Images)

Estas tres minúsculas islas caribeñas, antiguas integrantes de las Antillas Holandesas, siguen siendo territorios autónomos en el seno de los Países Bajos, por lo que la cultura neerlandesa está muy presente. De las tres, Aruba es la más turística, con kilómetros de playas magníficas, amables tiendas de ron, muchos 'resorts' exclusivos y una capital encantadora que replica estilos típicamente holandeses, pero con mucho más color. Su mejor playa es la de Eagle Beach, al noroeste. El atractivo de Bonaire es su asombrosa costa de arrecifes: todo el territorio es parque nacional y hasta aquí llegan buceadores del mundo entero. En la seductora Curazao se mezcla el comercio de la vieja capital de Willemstad, patrimonio de la Unesco, con una belleza accesible, gracias a las playas ocultas en su exuberante costa. Hay frecuentes vuelos entre las tres islas por lo que se pueden visitar todas en un mismo viaje como un destino único.VanWyckExpress (Getty Images)

<a href="https://www.visitbarbados.org/es/" target="_blank">Barbados</a> está rodeada de playas de arena blanca y aguas azul celeste. Hasta aquí, como casi todas las islas del Caribe. Pero su encanto está probablemente en el interior, al margen de las playas, en un exuberante paisaje entre colinas onduladas salpicadas por restos de la época colonial, enormes casas de plantaciones que evocan los tiempos de los colonos europeos y unos jardines botánicos increíbles, gracias a las buenísimas condiciones climáticas. La salvaje costa este es, además, legendaria para los amantes del surf, y también se encuentran opciones para el senderismo, el windsurf o el submarinismo. Una isla que se mueve al son del calipso y disfruta de un ron de fama mundial. El rompiente más famoso para los surfistas es el de Soup Bowl, junto a la playa del norte de Bathsheba, una ola poderosa a la que llegan muchos surfistas de todo el mundo. Y para ver plantaciones, la de St. Nicholas Abbey, una de las más antiguas del Caribe, que embotella su propio ron. Y un detalle más: el críquet es más que un deporte nacional, es una obsesión. Una herencia de los ingleses, que convive con la tradición afrocaribeña, también muy arraigada.

Barbados está rodeada de playas de arena blanca y aguas azul celeste. Hasta aquí, como casi todas las islas del Caribe. Pero su encanto está probablemente en el interior, al margen de las playas, en un exuberante paisaje entre colinas onduladas salpicadas por restos de la época colonial, enormes casas de plantaciones que evocan los tiempos de los colonos europeos y unos jardines botánicos increíbles, gracias a las buenísimas condiciones climáticas. La salvaje costa este es, además, legendaria para los amantes del surf, y también se encuentran opciones para el senderismo, el windsurf o el submarinismo. Una isla que se mueve al son del calipso y disfruta de un ron de fama mundial. El rompiente más famoso para los surfistas es el de Soup Bowl, junto a la playa del norte de Bathsheba, una ola poderosa a la que llegan muchos surfistas de todo el mundo. Y para ver plantaciones, la de St. Nicholas Abbey, una de las más antiguas del Caribe, que embotella su propio ron. Y un detalle más: el críquet es más que un deporte nacional, es una obsesión. Una herencia de los ingleses, que convive con la tradición afrocaribeña, también muy arraigada.Frank Fell (Alamy)

<a href=" https://www.travelbelize.org/es/" target="_blank">Belice</a>, al sureste de la península de Yucatán (donde está la segunda mayor barrera de coral de la Tierra), conserva un apasionante patrimonio maya y muchas posibilidades para la observación de fauna, desde aves hasta jaguares. Culturalmente pertenece al mundo anglosajón y es la nación más joven de Centroamérica, con una personalidad muy diferente a la de los países que la rodean. Poco a poco, se ha convertido en una alternativa para los amantes del turismo ecológico y de aventura. Una de sus bazas es la cultura de la protección del entorno natural, pero también las facilidades para involucrarse con la población local (como los garífunas del sur de Belice) para conocer su cultura y echar una mano. La mayoría de los hoteles son pequeños alojamientos de propiedad familiar, muchos de ellos situados a pie de playa en los cayos y con terrazas donde comer y que también organizan salidas en barco para bucear con tubo o escafandra en los arrecifes coralinos o lugares como el Great Blue Hole (en la foto), un cenote submarino de más de 120 metros de profundidad. Cayo Ambergris, también conocido como la isla Bonita, es el definitivo paraíso tropical de vacaciones (y también lo creyó así Madonna). Aquí se viene a bucear entre corales, explorar la laguna en kayak o hacer windsurf en sus estrechos, pero también se puede disfrutar de un 'spa' de día o clases de yoga, andar en bicicleta o echarse una siesta al final del muelle.

Belice, al sureste de la península de Yucatán (donde está la segunda mayor barrera de coral de la Tierra), conserva un apasionante patrimonio maya y muchas posibilidades para la observación de fauna, desde aves hasta jaguares. Culturalmente pertenece al mundo anglosajón y es la nación más joven de Centroamérica, con una personalidad muy diferente a la de los países que la rodean. Poco a poco, se ha convertido en una alternativa para los amantes del turismo ecológico y de aventura. Una de sus bazas es la cultura de la protección del entorno natural, pero también las facilidades para involucrarse con la población local (como los garífunas del sur de Belice) para conocer su cultura y echar una mano. La mayoría de los hoteles son pequeños alojamientos de propiedad familiar, muchos de ellos situados a pie de playa en los cayos y con terrazas donde comer y que también organizan salidas en barco para bucear con tubo o escafandra en los arrecifes coralinos o lugares como el Great Blue Hole (en la foto), un cenote submarino de más de 120 metros de profundidad. Cayo Ambergris, también conocido como la isla Bonita, es el definitivo paraíso tropical de vacaciones (y también lo creyó así Madonna). Aquí se viene a bucear entre corales, explorar la laguna en kayak o hacer windsurf en sus estrechos, pero también se puede disfrutar de un 'spa' de día o clases de yoga, andar en bicicleta o echarse una siesta al final del muelle.John Michaels (Alamy)

Patio de recreo de ricos y famosos, este pequeño territorio británico en el Atlántico Norte es una estupenda mezcla de lujo y encanto colonial. Las Islas Bermudas disfrutan de un clima templado y vientos favorables para la navegación a vela, pero sus principales atractivos son los alojamientos de lujo y, sobre todo, el extraordinario arrecife de coral, famoso por sus numerosos pecios. En tierra firme, se puede jugar al golf, hacer senderismo o tomar el sol. Su ciudad más poblada, St. George, es la población británica más antigua en el Nuevo Mundo y patrimonio mundial de la Unesco. La isla tiene otros reclamos como la cueva Crystal Cave (en la foto), la más espectacular de las muchas grutas de la isla, con miles de estalactitas que penden sobre un estanque azul verdoso.Keith J. Smith (Alamy)

No se puede olvidar que dentro de ese gran país que es <a href=" https://colombia.travel/es/ " target ="_blank">Colombia</a>, con sus cumbres andinas, su selva amazónica, sus yacimientos arqueológicos y sus ciudades coloniales, existe también una interesantísima y larga costa caribeña, presidida por el que fuera el gran puerto del Caribe: Cartagena de Indias. Su recinto amurallado invita a retroceder 400 años en un instante, y pasear por sus calles es como meterse en una novela de García Márquez. La ciudad tiene espléndidas iglesias, mansiones, plazas y enclaves históricos levantados por los españoles. También playas estupendas e islas a las que escaparse, como las del Rosario. Siguiendo la costa, hay aún más: Barranquilla, Santa Marta y el parque nacional <a href=" https://www.parquetayrona.com/es/ " target="_blank">Tayrona</a>, con alguna de las playas más bellas del país.

No se puede olvidar que dentro de ese gran país que es Colombia, con sus cumbres andinas, su selva amazónica, sus yacimientos arqueológicos y sus ciudades coloniales, existe también una interesantísima y larga costa caribeña, presidida por el que fuera el gran puerto del Caribe: Cartagena de Indias. Su recinto amurallado invita a retroceder 400 años en un instante, y pasear por sus calles es como meterse en una novela de García Márquez. La ciudad tiene espléndidas iglesias, mansiones, plazas y enclaves históricos levantados por los españoles. También playas estupendas e islas a las que escaparse, como las del Rosario. Siguiendo la costa, hay aún más: Barranquilla, Santa Marta y el parque nacional Tayrona, con alguna de las playas más bellas del país.Ken Wiedemann (Getty Images)

Como centro del turismo ecológico y de aventuras en Centroamérica y paradigma de la sostenibilidad, a veces se pasa por alto que <a href="https://www.visitcostarica.com/es" target="_blank">Costa Rica</a> tiene también una estupenda costa caribeña. Es la cara B del país porque resulta muy diferente. La naturaleza salvaje del Caribe disuadió a los españoles de establecerse aquí y por ello su cultura está más influida por los pueblos indígenas y los inmigrantes antillanos, diferenciándose claramente de la del resto del país. Todavía hay que poner cierto esfuerzo para llegar a Tortuguero a ver el desove de las tortugas, a practicar 'rafting' por el río Pacuare o bucear en los arrecifes de Manzanillo, pero merece la pena. Además, la cultura especial del Caribe tico se completa con los sabores únicos de la zona, con influencia afrocaribeña, con la cadencia cantarina del dialecto criollo y con unas playas de arena negra, solitarias y bordeadas de palmeras.

Como centro del turismo ecológico y de aventuras en Centroamérica y paradigma de la sostenibilidad, a veces se pasa por alto que Costa Rica tiene también una estupenda costa caribeña. Es la cara B del país porque resulta muy diferente. La naturaleza salvaje del Caribe disuadió a los españoles de establecerse aquí y por ello su cultura está más influida por los pueblos indígenas y los inmigrantes antillanos, diferenciándose claramente de la del resto del país. Todavía hay que poner cierto esfuerzo para llegar a Tortuguero a ver el desove de las tortugas, a practicar 'rafting' por el río Pacuare o bucear en los arrecifes de Manzanillo, pero merece la pena. Además, la cultura especial del Caribe tico se completa con los sabores únicos de la zona, con influencia afrocaribeña, con la cadencia cantarina del dialecto criollo y con unas playas de arena negra, solitarias y bordeadas de palmeras.Raquel Mogado (Alamy)

Decir <a href=" https://elviajero.elpais.com/tag/cuba/a" target="_blank">Cuba</a> es decir Caribe. Detenida en el tiempo, este sigue siendo un país diferente, con un aire inequívocamente español a pesar de las muchas influencias francesas, africanas o jamaicanas. Soñadores, supervivientes, improvisadores, los cubanos han hecho posible que su país sea un destino fascinante, en donde lo de menos son sus playas, que también las hay: lo mejor son sus gentes y su cultura. En la costa sur, la caribeña, hay lugares imprescindibles como Santiago de Cuba donde sus tambores invocan a los 'orishas', se practican ritos religiosos afrocubanos y se bailan danzas folclóricas que mantienen viva la cultura de los esclavos. También en la costa del Caribe, en la Cuba central, la somnolienta Trinidad se fue a dormir en 1850 y nunca llegó a despertar. Hoy el viajero puede explorar esta ciudad azucarera de mediados del siglo XIX conservada a la perfección, con casas coloniales, una campiña accesible y un buen ambiente musical.

Decir Cuba es decir Caribe. Detenida en el tiempo, este sigue siendo un país diferente, con un aire inequívocamente español a pesar de las muchas influencias francesas, africanas o jamaicanas. Soñadores, supervivientes, improvisadores, los cubanos han hecho posible que su país sea un destino fascinante, en donde lo de menos son sus playas, que también las hay: lo mejor son sus gentes y su cultura. En la costa sur, la caribeña, hay lugares imprescindibles como Santiago de Cuba donde sus tambores invocan a los 'orishas', se practican ritos religiosos afrocubanos y se bailan danzas folclóricas que mantienen viva la cultura de los esclavos. También en la costa del Caribe, en la Cuba central, la somnolienta Trinidad se fue a dormir en 1850 y nunca llegó a despertar. Hoy el viajero puede explorar esta ciudad azucarera de mediados del siglo XIX conservada a la perfección, con casas coloniales, una campiña accesible y un buen ambiente musical.Nikada (Getty Images)

Con cascadas, junglas, manantiales sulfurosos, pozas secretas, ríos y arrecifes, <a href="https://www.lonelyplanet.es/america-del-norte-y-central/dominica" target="_blank">Dominica</a> permite experiencias y aventuras poco habituales. Gran parte de esta isla volcánica está cubierta de selva tropical virgen. Aquí se puede caminar hasta un lago burbujeante o relajarse en fuentes termales sulfurosas, bucear con tubo o nadar en una estrecha garganta… Dominica es un destino de ecoaventuras que se ha librado en muchos aspectos del turismo de masas porque tiene muy pocas playas de arena, ni un solo 'resort' de lujo y ningún vuelo directo internacional. Una curiosidad: aquí viven todavía 2.200 caribes, la única población precolombina del Caribe oriental.

Con cascadas, junglas, manantiales sulfurosos, pozas secretas, ríos y arrecifes, Dominica permite experiencias y aventuras poco habituales. Gran parte de esta isla volcánica está cubierta de selva tropical virgen. Aquí se puede caminar hasta un lago burbujeante o relajarse en fuentes termales sulfurosas, bucear con tubo o nadar en una estrecha garganta… Dominica es un destino de ecoaventuras que se ha librado en muchos aspectos del turismo de masas porque tiene muy pocas playas de arena, ni un solo 'resort' de lujo y ningún vuelo directo internacional. Una curiosidad: aquí viven todavía 2.200 caribes, la única población precolombina del Caribe oriental.David Madison (Getty Images)

Arena blanca, mar turquesa y palmeras convierten las playas de <a href="https://elpais.com/noticias/isla-de-granada/" target="_blank">Granada</a>, una de las islas de Barlovento, en una imagen de postal que se completa con una escapada a las islas de Carriacou y Petit Martinique. Su litoral se eleva desde la arena blanca y las palmeras de la playa hasta un bosque envuelto en niebla, con senderos y cascadas en las que se puede nadar. St George’s, con su mercado, sus fuertes y el puerto de Carenage, es la pintoresca y acogedora capital, y el punto de partida de los ferris que van a las islas hermanas de Carriacou y Petit Martinique. Y aunque los buques de crucero inyectan un flujo regular de visitantes para estancias cortas, las tres islas son tranquilas y con muy poca gente.

Arena blanca, mar turquesa y palmeras convierten las playas de Granada, una de las islas de Barlovento, en una imagen de postal que se completa con una escapada a las islas de Carriacou y Petit Martinique. Su litoral se eleva desde la arena blanca y las palmeras de la playa hasta un bosque envuelto en niebla, con senderos y cascadas en las que se puede nadar. St George’s, con su mercado, sus fuertes y el puerto de Carenage, es la pintoresca y acogedora capital, y el punto de partida de los ferris que van a las islas hermanas de Carriacou y Petit Martinique. Y aunque los buques de crucero inyectan un flujo regular de visitantes para estancias cortas, las tres islas son tranquilas y con muy poca gente.Alamy

La mayor de las Pequeñas Antillas, territorio francés de ultramar, tiene la forma de una mariposa con las alas desplegadas. En realidad <a href="https://www.france-voyage.com/francia-guia/guadeloupe-departement.htm" target="_blank">Guadalupe</a> está formada por dos islas separadas por un brazo de mar que no supera los 100 metros de ancho y que unen dos puentes. La Grande Terre (585 kilómetros cuadrados) es de formación calcárea con suaves desniveles y campos de caña de azúcar, mientras que la Basse Terre (850 kilómetros cuadrados) es volcánica, montañosa y boscosa: una carretera la rodea entre bahías de aguas tranquilas y casas con hibiscos y buganvillas. También alberga el fantástico parque nacional de Guadalupe, coronado por el espectacular volcán La Soufrière.

La mayor de las Pequeñas Antillas, territorio francés de ultramar, tiene la forma de una mariposa con las alas desplegadas. En realidad Guadalupe está formada por dos islas separadas por un brazo de mar que no supera los 100 metros de ancho y que unen dos puentes. La Grande Terre (585 kilómetros cuadrados) es de formación calcárea con suaves desniveles y campos de caña de azúcar, mientras que la Basse Terre (850 kilómetros cuadrados) es volcánica, montañosa y boscosa: una carretera la rodea entre bahías de aguas tranquilas y casas con hibiscos y buganvillas. También alberga el fantástico parque nacional de Guadalupe, coronado por el espectacular volcán La Soufrière.Réï Rex / EyeEm (Alamy)

<a href=" https://elviajero.elpais.com/tag/guatemala/a" target="_blank">Guatemala</a> no es un típico país caribeño, pero se asoma a este mar por una estrecha franja de costa en torno a la desembocadura del río Dulce. Estamos al margen del mundo maya que caracteriza el resto del país. Este río comunica el mayor lago guatemalteco con la costa caribeña, serpenteando por un valle de empinadas paredes, rodeado de exuberante vegetación, aves y algún que otro manatí: la travesía en barco clásica e ineludible de Guatemala. No se trata de un crucero de placer; el río es una forma de vida y el medio de transporte de la región, pero se puede parar en varios puntos y visitar comunidades ribereñas y fuentes termales, una experiencia mágica e inolvidable.

Guatemala no es un típico país caribeño, pero se asoma a este mar por una estrecha franja de costa en torno a la desembocadura del río Dulce. Estamos al margen del mundo maya que caracteriza el resto del país. Este río comunica el mayor lago guatemalteco con la costa caribeña, serpenteando por un valle de empinadas paredes, rodeado de exuberante vegetación, aves y algún que otro manatí: la travesía en barco clásica e ineludible de Guatemala. No se trata de un crucero de placer; el río es una forma de vida y el medio de transporte de la región, pero se puede parar en varios puntos y visitar comunidades ribereñas y fuentes termales, una experiencia mágica e inolvidable.D. Leiva (Alamy)

Este país no es un destino turístico muy popular, pero en los años cincuenta del siglo pasado Puerto Príncipe compartía con La Habana su fama como destino de ricos y famosos, y sus clubs de jazz y casinos eran la escapada predilecta de la élite de Hollywood. Sus playas con palmeras no tienen nada que envidiar a destinos cercanos, pero tumbarse en la arena no suele ser el objetivo principal del viajero que llega hasta aquí, que aprecia más su historia y cultura, más próxima a las raíces africanas que otras naciones del Caribe, y que se ve reflejado en su popular arte naíf. No es fácil viajar por Haití (de hecho, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España lo desaconseja “encarecidamente”), pero en el sur, sobre todo en Port Salut, hay bellos tramos de arena blanca bordeada de palmeras y aguas cálidas. En la playa se sirven pescados a la parrilla y ron y el viajero puede disfrutar de la playa en solitario.dbtravel (Alamy)

Los viajeros que llegan a <a href="https://elviajero.elpais.com/tag/honduras/a" target="_blank">Honduras</a>, el país más pequeño de Centroamérica, lo hacen sobre todo para conocer las ruinas mayas (en particular las de Copán), adentrarse por las reservas selváticas de la Costa de los Mosquitos o practicar deportes de aventura. Pero, además, este país tiene una larga costa asomada al Caribe y allí se encuentra su principal meca para submarinistas: las tres islas de la Bahía —Roatán, Utila y Guanaja—, a 50 kilómetros de la costa norte. Sus arrecifes forman parte de la segunda mayor barrera del mundo (se prolonga desde el norte de Yucatán hasta Honduras, es el llamado Sistema Arrecifal Mesoamericano), tras la Gran Barrera de Coral australiana.

Los viajeros que llegan a Honduras, el país más pequeño de Centroamérica, lo hacen sobre todo para conocer las ruinas mayas (en particular las de Copán), adentrarse por las reservas selváticas de la Costa de los Mosquitos o practicar deportes de aventura. Pero, además, este país tiene una larga costa asomada al Caribe y allí se encuentra su principal meca para submarinistas: las tres islas de la Bahía —Roatán, Utila y Guanaja—, a 50 kilómetros de la costa norte. Sus arrecifes forman parte de la segunda mayor barrera del mundo (se prolonga desde el norte de Yucatán hasta Honduras, es el llamado Sistema Arrecifal Mesoamericano), tras la Gran Barrera de Coral australiana.Antonio Busiello (Getty Images)

Poca gente sabría situar <a href="https://www.visittci.com/" target="_blank">Turcas y Caicos</a> en un mapa y eso hace que tengan todavía un aire de paraíso a pesar de estar muy cerca de Florida y a pocos minutos en un cómodo vuelo desde Miami. Son islas con playas de arena blanca, aguas transparentes y un clima magnífico, hay bahías e islas apartadas donde es más fácil ver burros salvajes que a otros viajeros, y los pueblos y ciudades mantienen un aire tranquilo y lento. Los submarinistas aprecian mucho sus aguas templadas y claras, abundantes en fauna marina. Además, islas como Gran Turca, con sus edificios antiguos y estrechas callejuelas, contrastan con la expansión turística de las Providenciales, donde cada vez se construye más. A pesar de eso, solo hay que tomar un barco hasta la isla siguiente y volveremos a la soledad.

Poca gente sabría situar Turcas y Caicos en un mapa y eso hace que tengan todavía un aire de paraíso a pesar de estar muy cerca de Florida y a pocos minutos en un cómodo vuelo desde Miami. Son islas con playas de arena blanca, aguas transparentes y un clima magnífico, hay bahías e islas apartadas donde es más fácil ver burros salvajes que a otros viajeros, y los pueblos y ciudades mantienen un aire tranquilo y lento. Los submarinistas aprecian mucho sus aguas templadas y claras, abundantes en fauna marina. Además, islas como Gran Turca, con sus edificios antiguos y estrechas callejuelas, contrastan con la expansión turística de las Providenciales, donde cada vez se construye más. A pesar de eso, solo hay que tomar un barco hasta la isla siguiente y volveremos a la soledad.Flavio Vallenari (Getty Images)

Aunque se consideran un solo archipiélago, las Islas Vírgenes pertenecen a dos países: las<a href="http:// https://bvi.gov.vg/content/about-territory" target="_blank"> Islas Vírgenes Británicas </a> y las <a href="https://www.visitusvi.com/" target="_blank"> Islas Vírgenes de los Estados Unidos </a>. Con más de 90 pequeñas masas de tierra flotando en un triángulo de mar, constantes vientos alisios, corrientes calmas y cientos de bahías protegidas, es fácil entender por qué se han convertido en un sueño tropical.

Aunque se consideran un solo archipiélago, las Islas Vírgenes pertenecen a dos países: las Islas Vírgenes Británicas y las Islas Vírgenes de los Estados Unidos . Con más de 90 pequeñas masas de tierra flotando en un triángulo de mar, constantes vientos alisios, corrientes calmas y cientos de bahías protegidas, es fácil entender por qué se han convertido en un sueño tropical.M Swiet Productions (Getty Images)

<a href="https://www.viajarjamaica.com/" target="_blank">Jamaica</a> es otra de las grandes islas del Caribe que hunde profundamente sus raíces en África. Es un país de extremos y de grandes bellezas, que sorprende por sus verdes montañas, pero también por su música, el mundo de los rastafaris o las playas. Para conocer Jamaica hay que vivirla porque tiene una cultura rica y diversa que sorprende siempre y que nos hace alejarnos del turismo de sol y playa de otras islas de la zona. Si queremos descubrir playas casi vírgenes, podemos ir por ejemplo a la costa suroeste, un paraíso clandestino para los escasos visitantes no autóctonos que llegan hasta aquí. Su mayor regalo es Treasure Beach, con sus vacas pastando en los prados, su ritmo de vida tranquilo y rural en medio de una zona fértil de ricos campos rodeados por montañas. En la foto, las cascadas de Dunn's River.

Jamaica es otra de las grandes islas del Caribe que hunde profundamente sus raíces en África. Es un país de extremos y de grandes bellezas, que sorprende por sus verdes montañas, pero también por su música, el mundo de los rastafaris o las playas. Para conocer Jamaica hay que vivirla porque tiene una cultura rica y diversa que sorprende siempre y que nos hace alejarnos del turismo de sol y playa de otras islas de la zona. Si queremos descubrir playas casi vírgenes, podemos ir por ejemplo a la costa suroeste, un paraíso clandestino para los escasos visitantes no autóctonos que llegan hasta aquí. Su mayor regalo es Treasure Beach, con sus vacas pastando en los prados, su ritmo de vida tranquilo y rural en medio de una zona fértil de ricos campos rodeados por montañas. En la foto, las cascadas de Dunn's River.Graham Mulrooney (Alamy)

El sur de esta isla tiene buenas playas y pueblos pesqueros, mientras que el norte, con sus montes y jardines botánicos, es ideal para excursionistas y amantes de la naturaleza. Martinica es un departamento francés de ultramar, un reducto de cultura gala en el Caribe, con un acento más tropical. De origen volcánico, es una maravilla montañosa coronada por el inquietante monte Pelée. Algunas de sus zonas empiezan a estar demasiado urbanizadas, pero en el sur quedan playas muy bellas, como la de Les Salines, algunos encantadores pueblos de pescadores como Anse d’Arlet, y en el norte, montes a los que escaparse.Didier Masson / EyeEm (Getty Images)

<a href="https://www.visitmexico.com/" target="_blank">México</a> fue uno de los primeros países que descubrió los encantos que la costa caribeña podía tener para los turistas de todo el mundo y desarrolló, desde cero, un proyecto turístico innovador en torno a Cancún. Después vinieron Riviera Maya, Tulum y las regiones vecinos. Allí llegan millones de personas atraídas por el sol y las playas de postal, las 'infinity pools' de los hoteles y los grandes complejos turísticos. El mar resulta bellísimo, el buceo fantástico… pero hay mucho más para completar la experiencia: a solo dos horas de viaje al oeste aguarda Mérida, la capital del Estado de <a href="https://yucatan.travel/" target="_blank">Yucatán</a>, encantadora ciudad colonial, y están los cenotes cercanos para probar el buceo o el baño en estas pozas en las que ya se sumergieron los primeros mayas. Y, por supuesto, aquí se encuentran las majestuosas ruinas mayas de Chichen Itzá, entre otras. Y Cozumel, y el parque nacional Isla Contoy, y las selvas que esconden ruinas mayas como las de Cobá o Calakmul, y parques acuáticos impresionantes como los de Xel-Há…

México fue uno de los primeros países que descubrió los encantos que la costa caribeña podía tener para los turistas de todo el mundo y desarrolló, desde cero, un proyecto turístico innovador en torno a Cancún. Después vinieron Riviera Maya, Tulum y las regiones vecinos. Allí llegan millones de personas atraídas por el sol y las playas de postal, las 'infinity pools' de los hoteles y los grandes complejos turísticos. El mar resulta bellísimo, el buceo fantástico… pero hay mucho más para completar la experiencia: a solo dos horas de viaje al oeste aguarda Mérida, la capital del Estado de Yucatán, encantadora ciudad colonial, y están los cenotes cercanos para probar el buceo o el baño en estas pozas en las que ya se sumergieron los primeros mayas. Y, por supuesto, aquí se encuentran las majestuosas ruinas mayas de Chichen Itzá, entre otras. Y Cozumel, y el parque nacional Isla Contoy, y las selvas que esconden ruinas mayas como las de Cobá o Calakmul, y parques acuáticos impresionantes como los de Xel-Há…Matteo Colombo (Getty Images)

<a href=" https://www.visitanicaragua.com/ " target="_blank">Nicaragua</a> es uno de los destinos menos explotados de Centroamérica. Y lo tiene casi todo: playas sensacionales, paisajes volcánicos, arquitectura colonial y bosques vírgenes. Hay comunidades indígenas, ruinas precolombinas ocultas por la vegetación y selvas tropicales intactas. Y entre todas estas bellezas está el Caribe cristalino, con dos hitos: el archipiélago del Maíz y los cayos de las Perlas. La pequeña Isla del Maíz es el lugar perfecto para tomarse un respiro lejos de la gran ciudad. Se puede bucear en cuevas submarinas y con tiburones martillo, practicar el kitesurf aprovechando la fuerte brisa y trepar por promontorios cubiertos de jungla. Por otro lado, los cayos de las Perlas son una docena de islitas a las que se llega en barca, con un guía que te prepara una mariscada espectacular sobre la arena y saca cervezas frías de no se sabe dónde, dejándonos así más tiempo para nadar, bucear con tubo, avistar tortugas marinas o tumbarnos, sin más, en la hamaca y admirar las vistas.

Nicaragua es uno de los destinos menos explotados de Centroamérica. Y lo tiene casi todo: playas sensacionales, paisajes volcánicos, arquitectura colonial y bosques vírgenes. Hay comunidades indígenas, ruinas precolombinas ocultas por la vegetación y selvas tropicales intactas. Y entre todas estas bellezas está el Caribe cristalino, con dos hitos: el archipiélago del Maíz y los cayos de las Perlas. La pequeña Isla del Maíz es el lugar perfecto para tomarse un respiro lejos de la gran ciudad. Se puede bucear en cuevas submarinas y con tiburones martillo, practicar el kitesurf aprovechando la fuerte brisa y trepar por promontorios cubiertos de jungla. Por otro lado, los cayos de las Perlas son una docena de islitas a las que se llega en barca, con un guía que te prepara una mariscada espectacular sobre la arena y saca cervezas frías de no se sabe dónde, dejándonos así más tiempo para nadar, bucear con tubo, avistar tortugas marinas o tumbarnos, sin más, en la hamaca y admirar las vistas.Sergi Reboredo (Alamy)

Al noroeste de <a href=" https://es.tourismpanama.com/" target="_blank">Panamá</a> se encuentra el archipiélago de Bocas del Toro, que comprende nueve islas y múltiples islotes, y cuyos habitantes son los indígenas ngobe y los descendientes de los emigrantes afrocaribeños, chinos y de otros lugares, que llegaron con la fiebre del banano. Al pueblo de Bocas del Toro, al sur de isla Colón, se llega en avión, sobrevolando el mar Caribe y sus islas con arrecifes de coral. Allí, paseando junto a casas de madera de colores levantadas sobre pilotes cuando dan al mar, uno se cruza con lugareños que charlan entre risas. En lancha se pueden realizar magníficas excursiones por la zona, surcando las aguas claras del Caribe, admirando las rompientes donde hay barreras de coral y bañándote en las solitarias playas. Es muy recomendable una visita al parque nacional marino de isla Bastimentos, que incluye zonas de playas, manglares, selvas y cayos, o disfrutar de una relajada cena en una cabaña con techo de paja en el paseo marítimo. Hay todo tipo de alojamientos, desde habitaciones baratas a magníficos 'logdes' en la selva y hoteles de lujo. Se puede hacer surf en los rompientes, bucear entre bellos corales y grandes estrellas de mar o participar en programas de voluntariado que ayudan a las tortugas marinas a anidar.

Al noroeste de Panamá se encuentra el archipiélago de Bocas del Toro, que comprende nueve islas y múltiples islotes, y cuyos habitantes son los indígenas ngobe y los descendientes de los emigrantes afrocaribeños, chinos y de otros lugares, que llegaron con la fiebre del banano. Al pueblo de Bocas del Toro, al sur de isla Colón, se llega en avión, sobrevolando el mar Caribe y sus islas con arrecifes de coral. Allí, paseando junto a casas de madera de colores levantadas sobre pilotes cuando dan al mar, uno se cruza con lugareños que charlan entre risas. En lancha se pueden realizar magníficas excursiones por la zona, surcando las aguas claras del Caribe, admirando las rompientes donde hay barreras de coral y bañándote en las solitarias playas. Es muy recomendable una visita al parque nacional marino de isla Bastimentos, que incluye zonas de playas, manglares, selvas y cayos, o disfrutar de una relajada cena en una cabaña con techo de paja en el paseo marítimo. Hay todo tipo de alojamientos, desde habitaciones baratas a magníficos 'logdes' en la selva y hoteles de lujo. Se puede hacer surf en los rompientes, bucear entre bellos corales y grandes estrellas de mar o participar en programas de voluntariado que ayudan a las tortugas marinas a anidar.Antonio Bustiello (Getty Images)

<a href="https://elviajero.elpais.com/tag/puerto_rico/a" target="_blank">Puerto Rico</a> es el paradigma de paraíso caribeño con el que muchos sueñan. Es un tesoro natural que tiene algo para todos: para los más playeros, pero también para los que buscan grandes olas y bosques tropicales. Es una tierra de contrastes, donde se mezcla el estilo de vida estadounidense con la herencia colonial, playas estupendas, fortalezas históricas y ruletas a las que acuden jugadores de todo el mundo. Imprescindible es el Viejo San Juan, el segundo asentamiento europeo más antiguo de Latinoamérica, un enclave colonial de calles empedradas, edificios coloniales color pastel y unas imponentes fortalezas. Una de las mejores playas del país es Flamenco, entre las mejores del Caribe y del mundo. Un arco de arena blanca y olas cristalinas por matorrales en lugar de los cocoteros habituales. Y en el sur de la isla, en plena costa caribeña, la ciudad de Ponce vive con un ritmo tranquilo y resume el pasado señorial de la isla. En la foto, Cueva Ventana, una gran cueva situada en una montaña de piedra caliza en Arecibo.

Puerto Rico es el paradigma de paraíso caribeño con el que muchos sueñan. Es un tesoro natural que tiene algo para todos: para los más playeros, pero también para los que buscan grandes olas y bosques tropicales. Es una tierra de contrastes, donde se mezcla el estilo de vida estadounidense con la herencia colonial, playas estupendas, fortalezas históricas y ruletas a las que acuden jugadores de todo el mundo. Imprescindible es el Viejo San Juan, el segundo asentamiento europeo más antiguo de Latinoamérica, un enclave colonial de calles empedradas, edificios coloniales color pastel y unas imponentes fortalezas. Una de las mejores playas del país es Flamenco, entre las mejores del Caribe y del mundo. Un arco de arena blanca y olas cristalinas por matorrales en lugar de los cocoteros habituales. Y en el sur de la isla, en plena costa caribeña, la ciudad de Ponce vive con un ritmo tranquilo y resume el pasado señorial de la isla. En la foto, Cueva Ventana, una gran cueva situada en una montaña de piedra caliza en Arecibo.Brian Overcast (Alamy)

La <a href=" https://www.godominicanrepublic.com/es/ target="_blank">República Dominicana</a> es uno de los países del Caribe que más ha apostado por el turismo, combinando los complejos todo incluido para todos los públicos con algunos de los 'resorts' más exclusivos de esta parte del mundo, como los que se encuentran en La Romana, en el sureste de la isla. Muy cerca está el pueblo costero de Bayahibe, a donde se puede bucear en pecios o navegar durante unas horas en un barco tradicional de pesca. Otra de las playas más bellas de la isla es El Macao, a 20 minutos de Higüey, al norte de Punta Cana, en el extremo más oriental, allí donde el mar Caribe se encuentra con el océano Atlántico.

La República Dominicana es uno de los países del Caribe que más ha apostado por el turismo, combinando los complejos todo incluido para todos los públicos con algunos de los 'resorts' más exclusivos de esta parte del mundo, como los que se encuentran en La Romana, en el sureste de la isla. Muy cerca está el pueblo costero de Bayahibe, a donde se puede bucear en pecios o navegar durante unas horas en un barco tradicional de pesca. Otra de las playas más bellas de la isla es El Macao, a 20 minutos de Higüey, al norte de Punta Cana, en el extremo más oriental, allí donde el mar Caribe se encuentra con el océano Atlántico.Marc Guitard (Getty Images)

Las fantasías caribeñas convergen en <a href=" https://www.lonelyplanet.es/america-del-norte-y-central/san-vicente-y-las-granadinas" target="_blank"> este archipiélago en el extremo sur de las islas de Sotavento</a>, al norte de Venezuela. Ajenas a la explotación turística masiva, sus 32 islas han cautivado a los marineros durante siglos y siguen haciéndolo. Y los que tengan barco propio, o los que encuentren a algún pescador dispuesto, podrán saltar de isla en isla. También hay nuevos ferris que hacen los trayectos y facilitan mucho el paseo turístico. Cuatro islas a destacar: Tobago Cays, entre los mejores lugares del Caribe para el submarinismo y buceo con tubo, sin construcciones de ningún tipo; Bequia, tal vez la más perfecta de las Granadinas, con un ritmo lento y un entorno inolvidable; Canouan, con forma de anzuelo, rincones escondidos y algunas playas extraordinarias, y Mustique, con playas de fábula y precios reservados a los muy ricos, músicos y estrellas de cine. Es de propiedad privada y la administra la <a href="https://www.mustique-island.com/" target="_blank">Mustique Companny</a>, que garantiza a los huéspedes que el paraíso sigue siendo un retiro privilegiado.

Las fantasías caribeñas convergen en este archipiélago en el extremo sur de las islas de Sotavento, al norte de Venezuela. Ajenas a la explotación turística masiva, sus 32 islas han cautivado a los marineros durante siglos y siguen haciéndolo. Y los que tengan barco propio, o los que encuentren a algún pescador dispuesto, podrán saltar de isla en isla. También hay nuevos ferris que hacen los trayectos y facilitan mucho el paseo turístico. Cuatro islas a destacar: Tobago Cays, entre los mejores lugares del Caribe para el submarinismo y buceo con tubo, sin construcciones de ningún tipo; Bequia, tal vez la más perfecta de las Granadinas, con un ritmo lento y un entorno inolvidable; Canouan, con forma de anzuelo, rincones escondidos y algunas playas extraordinarias, y Mustique, con playas de fábula y precios reservados a los muy ricos, músicos y estrellas de cine. Es de propiedad privada y la administra la Mustique Companny, que garantiza a los huéspedes que el paraíso sigue siendo un retiro privilegiado.Flavio Vallenari (Getty Images)

<a href="https://www.lonelyplanet.es/america-del-norte-y-central/santa-lucia" target="_blank">Santa Lucía</a> luce playas doradas y montañas esmeralda, como muchas de sus vecinas, y su principal ciudad, Castries, tiene una gran oferta turística, gastronómica y de compras. Además, es un buen destino para practicar el buceo y el submarinismo, el senderismo en su pluviselva e incluso tiene un volcán por cuyo cráter se puede conducir (sí, como suena). Los amantes de la naturaleza pueden nadar entre delfines, observar a las tortugas marinas mientras ponen sus huevos en la playa de Grand Anse o ver a una iguana tomando el sol sobre un tronco. Si se va en busca de emociones más fuertes, siempre podremos escalar las montañas Pitons, practicar el kitesurf en Sandy Beach o sumergirnos entre murallas de coral.

Santa Lucía luce playas doradas y montañas esmeralda, como muchas de sus vecinas, y su principal ciudad, Castries, tiene una gran oferta turística, gastronómica y de compras. Además, es un buen destino para practicar el buceo y el submarinismo, el senderismo en su pluviselva e incluso tiene un volcán por cuyo cráter se puede conducir (sí, como suena). Los amantes de la naturaleza pueden nadar entre delfines, observar a las tortugas marinas mientras ponen sus huevos en la playa de Grand Anse o ver a una iguana tomando el sol sobre un tronco. Si se va en busca de emociones más fuertes, siempre podremos escalar las montañas Pitons, practicar el kitesurf en Sandy Beach o sumergirnos entre murallas de coral.Thomas Fluegge (Getty Images)

Hay que prepararse para el calipso, el críquet y el carnaval cuando se viaja a estas islas caribeñas, más conocidas por la observación de aves que por las playas. Trinidad y Tobago son una hermosa contradicción. En Trinidad, los manglares vírgenes y las laderas cubiertas de selva tropical coexisten con refinerías y polígonos industriales. Tobago posee todo lo que cabe esperar de una isla caribeña, como palmeras y arena blanca, aunque la industria turística la ha cambiado poco. Combinadas, las dos islas que integran esta república ofrecen unas condiciones magníficas para observar aves, practicar el submarinismo de primera, bosques donde hacer senderismo, nadar en cascadas y montar en bicicleta; y una vida nocturna animada con el mejor carnaval de la región. La capital, Puerto España, es un lugar excelente para relacionarse con los trinitenses, ponerse al día con la música local y ver un partido de críquet, y solo un corto viaje la separa de las playas de Maracas Bay, una bahía en la costa norte con una ancha faja de arena negra y palmeras que contrastan con las verdes montañas que le sirven de fondo.Severine Baur (Getty Images)

En la <a href="https://elviajero.elpais.com/tag/venezuela/a" target="_blank">costa venezolana</a> el rincón más caribeño es, sin duda, Los Roques, un archipiélago de casi 300 resplandecientes islas de arena y aguamarina, unos 160 kilómetros al norte de Caracas. Allí lo que hay que hacer es ir de una isla a otra. Despliega playas casi salvajes, submarinismo y buceo. Y realmente merece la pena. No hay hoteles altos y el viajero podrá ir descalzo por las calles de arena de Gran Roque. Todo el archipiélago y sus aguas circundantes (2.211 kilómetros cuadrados) fueron declarados parque nacional en 1972.

En la costa venezolana el rincón más caribeño es, sin duda, Los Roques, un archipiélago de casi 300 resplandecientes islas de arena y aguamarina, unos 160 kilómetros al norte de Caracas. Allí lo que hay que hacer es ir de una isla a otra. Despliega playas casi salvajes, submarinismo y buceo. Y realmente merece la pena. No hay hoteles altos y el viajero podrá ir descalzo por las calles de arena de Gran Roque. Todo el archipiélago y sus aguas circundantes (2.211 kilómetros cuadrados) fueron declarados parque nacional en 1972.C. Quandt Photography (Getty Images)