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Skye, capricho geológico

El silencio y los imponentes paisajes montañosos son el reclamo de esta remota isla escocesa que sorprende con el acantilado de Kilt Rock, las vistas desde lo alto de The Old Man of Storr o la colorida villa de Portree

La cascada de Kilt Rock, en la isla de Skye (Escocia).
La cascada de Kilt Rock, en la isla de Skye (Escocia).

La mayor distancia en la isla de Skye es la que hay entre sus dimensiones y su cronología. Esta isla, la más grande de las Hébridas Interiores, mide casi 115 kilómetros de largo y unos 40 de ancho. Superficie que se puede recorrer en cinco horas en coche o bien dedicándole una semana. Breve lapso de tiempo en comparación con los 6.000 años que han pasado desde que se instalaron los primeros pobladores en este archipiélago situado en el noroeste de Escocia. Asentamiento muy posterior a las erupciones de los volcanes que fueron las colinas Cuillin hace 60 millones de años. El patrimonio de este lugar es la geología y el silencio, excepto cuando chocan violentamente contra los acantilados unas olas que parecen querer independizarse del mar.

Vista de The Old Man of Stor.
Vista de The Old Man of Stor.STANLEY CHEN XI (getty images)

A la isla de Skye hay que venir más mentalizado que preparado. En la mochila no deben faltar prendas de ropa y calzado impermeables, hay que vestirse cómodo para caminar y tener presente que su territorio se recorre conduciendo por la izquierda mientras se avanza por carreteras tan estrechas que para que dos coches se crucen uno tiene que echarse a un lado. En lugares remotos como este la naturaleza mantiene a raya a la civilización. Aquí la mano del hombre solo construye lo que se necesita. El puente de un kilómetro de largo que comunica Kyle of Lochalsh, en las Tierras Altas escocesas, con Skye hace que el acceso a la isla sea muy sencillo y que muchos se animen a cruzarlo para visitar un entorno rico en singulares formaciones geológicas, ideal para los amantes de la escalada, el senderismo y el avistamiento de aves, y en el que no faltan los clanes y sus castillos y una destilería de whisky, el analgésico nacional del país.

Una vaca de las Tierras Altas en la isla de Skye.
Una vaca de las Tierras Altas en la isla de Skye.DIANE MACDONALD (GETTY IMAGES)

El epicentro de la isla es el pequeño asentamiento de Sligachan: un cruce de tres carreteras que lo unen con Broadford, puerta de acceso a Skye; con Portree, principal núcleo urbano, y con Dunvegan y su castillo. En este punto neurálgico hay un hotel (sligachan.co.uk), un camping y un puente de piedra sobre un río. Una opción es pasar la noche en este lugar de paso obligado y a la mañana siguiente conducir hacia el norte por la carretera A87 hasta Portree, localidad que es lo más parecido a una ciudad por estas latitudes (cuenta con unos 2.500 vecinos). Se asienta a orillas de una bahía tan cerrada que casi es un lago. En torno al sitio se alternan acantilados y terrenos elevados. En el puerto se suceden pintorescas casas de fachadas de colores ocupadas por tiendas de aparejos de pesca, de recuerdos y restaurantes de pescado fresco. Más que comer, lo suyo es hacer noche en este coqueto enclave y cenar en alguno de sus restaurantes y así poder aprovechar el día para visitar y descubrir los alrededores. Desde Portree, por ejemplo, se puede tomar la A855, una carretera que discurre entre la cordillera de Trotternish y la costa noreste y que pasa por algunos de los principales hitos de Skye.

Entre el lago Leathan y el lugar en el que paran los autobuses para que los turistas hagan la foto de rigor, se encuentra el inicio del sendero más transitado. Un camino de casi cuatro kilómetros que tiene por meta The Old Man of Storr: un gran pináculo de roca de la cordillera Trotternish que la naturaleza ha levantado con paciencia y tan alto que se puede ver a muchos kilómetros de distancia. Desde la cima se divisan las vecinas islas de Raasay y Rona, varios lagos, Portree y las colinas Cuillin. De vuelta a la carretera y antes de llegar a Staffin, el paisaje nos obliga a parar y contemplar, otra vez. Kilt Rock es un acantilado con la forma de esa prenda tan escocesa como es la falda masculina, de ahí su nombre. Desde su cumbre el agua del lago Mealt cae en picado al mar en una cascada asombrosa.

Interior del castillo de Dunvegan, hogar del clan de los MacLeod desde el siglo XIII, en la isla de Skye.
Interior del castillo de Dunvegan, hogar del clan de los MacLeod desde el siglo XIII, en la isla de Skye.alamy

Caminata por la cordillera de Trotternish

Después de esta parada tan espectacular como descansada, es turno de otra visita que requiere caminar por la cordillera de Trotternish para ver ese imponente corrimiento de tierra que son los pináculos de Quiraing. El sendero arranca en un aparcamiento ubicado en la misma carretera A855, en dirección a Uig. La caminata sube y baja colinas y acantilados en una zona pantanosa, erosionada y verde. Es una cañada de ficción. Hay varios alojamientos en los que hospedarse salpicados en sus alrededores.

En el noroeste, a la altura de Uig, en el interior, se encuentra Fairy Glen. Un corrimiento de tierra similar al de Quiraing, pero en miniatura. Un paraje de cuento en el que no hay hadas, a pesar de su nombre. Las leyendas en torno a estas criaturas provienen del castillo de Dunvegan, hogar del clan de los MacLeod desde hace 800 años. Su ecléctico jardín, en el que no faltan estanques con nenúfares, puentes y una frondosa y colorida variedad de plantas, contrasta con los páramos áridos y las montañas de la isla. Paisaje que se magnifica y parece hablarnos de camino al faro de Neist Point, en el extremo más occidental. Aquí el verde de la tierra lo riegan unas olas que al romper con los acantilados saltan por encima de ellos. Eso sí, el ganado que hay esparcido por las laderas ni se inmuta ante semejante espectáculo de belleza y violencia.

La destilería Talisker.
La destilería Talisker.MONICA WELLS (alamy)

Para reposar lo contemplado se puede tomar un trago de whisky elaborado en la destilería de Talisker, no muy lejos de las piscinas naturales de agua fría de Fairy Pools, en el centro de la isla. Un lugar en el que se elevan las colinas Cuillin, que las hay Rojas y Negras. Una sucesión de muros o montañas de más de 914 metros de altura forjadas siglos atrás por glaciares y erupciones volcánicas y que custodian el lago Coruisk, fuente de inspiración para los románticos Walter Scott y J. M. W. Turner. Artistas seducidos por los mismos motivos que atraen hoy a los turistas que visitan Skye. La silenciosa isla de la tierra, el agua y las rocas.

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