Jerez, ciudad de cine

Conocida por sus vinos, sus caballos, el Gran Premio de Motociclismo y el flamenco (aquí nació Lola Flores), Jerez de la Frontera se ha convertido en uno de los mayores platós de Andalucía. La serie La templanza, basada en el best seller de María Dueñas, y la película El verano que vivimos, que llegará a los cines el 4 de diciembre, comparten algunas de las localizaciones con las que recorrer en una sugerente ruta cinéfila este municipio de la provincia de Cádiz de 200.000 habitantes. Una ruta para hacer o para ver a través de la pantalla.

Cuentan desde la Film Office de Jerez, unidad del Ayuntamiento encargada de potenciar los rodajes en la ciudad, que el equipo técnico de The Crown —la exitosa serie de Netflix sobre el reinado de Isabel II que acaba de estrenar su cuarta temporada— quedó tan maravillado por su excepcional situación geográfica que decidió montar aquí la unidad operativa de rodaje de la tercera entrega, que también se rodó en escenarios de Sevilla, Cádiz y Málaga. En concreto, para esta ficción histórica el convento de Santo Domingo, cuyo claustro gótico destaca por su espléndida belleza, se transformó en un hospital y en comedor para enfermos. Pero ya a finales de los años ochenta del siglo pasado, el director Steven Spielberg vio las posibilidades que reunía la ciudad, instalándose en un chalé para rodar algunas escenas de El imperio del sol (1987) en las marismas de Trebujena.

Para espectacular metamorfosis de Jerez, la originada durante el rodaje de La templanza, la adaptación de la novela de María Dueñas que estrenará próximamente Amazon Prime Video. En octubre de 2019 la serie paralizó el centro histórico, obligando a eliminar señales de tráfico y otros elementos que resultaran anacrónicos. Ambientada a finales del siglo XIX y protagonizada por Leonor Watling y Rafael Novoa, cuenta el origen del imperio del vino cuando el comercio con Inglaterra convirtió la ciudad andaluza en uno de los enclaves más cosmopolitas del mundo (en la ficción, con las bodegas Lustau de fondo). Desde la Film Office adelantan que desarrollarán una ruta turística que recorra sus atractivas localizaciones, entre ellas el Cabildo Viejo, en la plaza de la Asunción, una de las mejores muestras del Renacimiento local, que se convierte en esta nueva ficción en el exterior de la casa de Soledad Montalvo a su regreso a Jerez. Otra llegada, la de Mauro Larrea a la localidad, se rodó en la céntrica plaza del Arroyo.

Parada ineludible es la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre (avenida del Duque de Abrantes), donde se recreó el Club de Caballeros de Londres. Este es un escenario habitual de películas, como Volavérunt (1999), de Bigas Luna, que relata el asesinato de la duquesa de Alba (con una procesión por el casco antiguo incluida), y también de series, como la francesa Coup de foudre en Andalousie (Amor a primera vista en Andalucía), sobre la atracción entre una francesa y un español. Esta miniserie, además, muestra uno de los barrios castizos donde bulle el arte flamenco, el de Santiago, protagonista también del videoclip Jerez del oriundo José Mercé y Tomatito, junto a otros puntos de interés como las bodegas González Byass o la catedral, en la plaza Encarnación.

Este soberbio templo del siglo XVII ha sido el marco de numerosos rodajes. Además de las escenas relacionadas con la boda de Soledad en La templanza, en su entrada se instaló el lagar en el que se recrea la pisa de la uva de Lucía, la heredera de unas bodegas en El verano que vivimos, del director Carlos Sedes. Seguir los pasos de esta historia sobre un amor imposible junto a su protagonista, Blanca Suárez, tiene su encanto: Lucía se desmaya en la plaza de la Asunción y en la de Rafael Rivero se besa con el personaje interpretado por Javier Rey. A Pablo Molinero, un emprendedor bodeguero en el filme, le veremos degustar amontillados y palos cortados en González Byass y disfrutaremos con él de una improvisada feria de Jerez en la zona de la Alameda Vieja (Puerto, 101). No es la primera vez para Blanca Suárez en esta ciudad, que ya rodó aquí Miel de naranjas (2012), de Imanol Uribe. En aquella ocasión, la plaza de la Asunción regresó a la década de los cincuenta y se recuperó el cine Jerezano, proyectado por el arquitecto madrileño José María P. Garrido, inaugurado en 1948 y cerrado a finales de los noventa. Otras escenas se grabaron en el Conjunto Monumental del Alcázar (Alameda Vieja, s/n), legado de Al Andalus, de finales del siglo XII, que incluye una mezquita y unos baños. En El beso del oso (2002), con Ariadna Gil en el reparto, la Asunción fue el escenario para una fiesta y la catedral sirvió como contexto para unos juegos acrobáticos.

Trampantojos gaditanos

Otra localización de La templanza es el palacio de Campo Real (Benavente Alto, 6), una de las más importantes mansiones señoriales enclavada en el Jerez medieval —data de 1545—, que simulará en la pantalla México y Cuba. No es la primera vez que Jerez se disfraza. Lo hizo en Camarena (La guerra de las drogas) (1990), con Benicio del Toro, que convirtió La Vega, una cafetería ubicada junto al mercado central de abastos, en un bar mexicano, y se rodó una persecución en la plaza de toros. En Libertador (2013), Edgar Ramírez, como Simón Bolívar, protagoniza una escena de batalla por la independencia de Venezuela en la plaza del Mercado, en el corazón de San Mateo, uno de los míticos barrios de la localidad. Otro barrio, el de La Granja, aparece en el drama Techo y comida (2015), en el que vive una mujer (Natalia de Molina) que va a ser desahuciada y se busca la vida en la calle Larga para salir de su precaria situación económica.

¿Otros filmes donde descubrir Jerez entre sus fotogramas mientras vivamos entre restricciones de movimiento que limiten los viajes? La bodega (1939), basada en la novela de Vicente Blasco Ibáñez, con Concha Piquer, en la que aparecen las bodegas de la familia Dupont; Cuba (1979), con Sean Connery; La ley del deseo (1987), de Pedro Almodóvar, que rodó en la calle del Porvenir, o Manolete (2008), con Adrien Brody y Penélope Cruz como la actriz Lupe Sino.