¡Licia a la vista!
Una semana a bordo de una goleta recorriendo la costa anatólica turca, con paradas en yacimientos como Myra y coquetos enclaves como Kas
Seguramente uno de los mejores planes para disfrutar del mar este verano sea alquilar una goleta para recorrer la costa anatólica turca descubriendo rincones encantadores y lugares llenos de historia. Una placentera experiencia que, en contra de lo que muchos piensan, no solo está al alcance de unos pocos.
Antes de embarcarnos en Göcek, Antalya merece una parada. Situada en un emplazamiento privilegiado, en el extremo occidental de una bella bahía, entre los atractivos de esta populosa ciudad costera están su barrio otomano, los tramos de la muralla romana, la puerta de Adriano y el museo arqueológico. Desde aquí, además, se pueden visitar yacimientos arqueológicos de indudable interés.
La primera parada de nuestro recorrido terrestre será Perge; una antigua ciudad que data del año 1000 antes de Cristo con uno de los teatros grecorromanos más grandes de Anatolia —tenía capacidad para 15.000 espectadores—, un estadio del siglo II de 300 metros de longitud y los restos de una espectacular vía porticada de más de un kilómetro de largo y casi 50 metros de ancho. Si el recorrido por Perge sorprende, no lo hará menos la visita a Aspendo, donde espera uno de los teatros romanos mejor conservados de Europa. La última visita será Termesos: un yacimiento enclavado en la parte alta de una sierra granítica y escarpada, rodeada de tupidos pinares. Termesos despierta la idea romántica de la ciudad remota que se conserva tal y como la dejaron sus primitivos moradores. Es de las maravillas más inesperadas y cautivadoras de toda Turquía. Defendida por un emplazamiento casi inexpugnable y por un sólido recinto amurallado, fue la única plaza de Anatolia que Alejandro Magno no pudo conquistar.
Por fin llegamos a Göcek, un pequeño puerto cuajado de cuidadísimos clubes de mar y caprichosas tiendas y restaurantes, para iniciar nuestro periplo marino. El profundo azul del agua se riza en blancos chispeantes al ritmo de una tenue brisa. En la proa de la goleta, con la mirada perdida en el horizonte, uno se sumerge en una tranquila y no buscada meditación.
Tres horas de navegación. Anclamos en una amplia bahía de aguas tropicales. Baños, snorkel, piragua… La tarde la pasamos navegando plácidamente y visitando la minúscula isla de Gemiler, que conserva restos de lo que fue una necrópolis licia y santuarios e iglesias bizantinas. Después hay que subir a lo más alto de la isla para, desde allí, contemplar una espectacular puesta de sol.
El segundo día levamos anclas muy temprano para hacer el mayor tramo del recorrido, que nos llevará desde Gemiler hasta el punto más extremo de nuestro viaje, la isla de Kekova. De Fethiye a Antalya se extienden los dominios de lo que, en tiempos prerromanos, fue el reino de los licios, y cuyo culto por los muertos ha dejado las laderas, los acantilados de la costa, los roquedales y muchas zonas del interior anatólico labradas con numerosas y bellísimas tumbas rupestres. Kekova es, sin duda, una de las islas y bahías más bonitas del país. Su emplazamiento privilegiado, su castillo-fortaleza y sus yacimientos arqueológicos —como la necrópolis de Uçagiz y la ciudad sumergida de Simena— hacen imprescindible su visita. Hacemos noche en la bahía y al día siguiente ponemos rumbo a Myra.
Myra, cuyos orígenes se remontan al siglo V antes de Cristo, es famosa, primero, por tener una de las necrópolis rupestres licias más importantes de la zona; segundo, por conservar un magnífico teatro romano, y tercero, por haber sido el lugar donde san Nicolás —inspirador de la figura de Papá Noel— fue obispo. En épocas prerromanas fue una de las seis ciudades más importantes de la federación licia, junto a Xanthos, Patara, Olympos, Pinara y Tlos. Sus tumbas, excavadas en la roca de una gran pared vertical, presentan todos los elementos estructurales y decorativos del más genuino estilo licio. Como el mar está algo picado, la tercera noche la pasamos resguardados en una cala cercana.
Desde el pueblo marinero de Kas se puede pasar a la vecina isla griega de Kastelórizo
Nos ponemos en marcha antes del amanecer para llegar temprano al pueblo marinero de Kas y hacer los trámites necesarios para pasar a la vecina isla griega de Kastelórizo. Algo más pequeña que Formentera, es un pequeño centro turístico en mitad del Mediterráneo más turco. Esta isla, que ha sido griega, turca, italiana y, de nuevo, griega, forma parte de las islas del Dodecaneso helénico. Pasar una mañana o una tarde aquí es una experiencia deliciosa. Con su hilera de casas de colores frente al mar, todavía conserva el sabor de uno de esos rincones mediterráneos en los que el tiempo aprendió a perder el tiempo. Pescados y mariscos en mesas verdes y azules al borde del mar. Músicas griegas e italianas de los años sesenta en los locales. Estamos de vuelta en Kas cuando el sol de la tarde comienza ya a dorar las embarcaciones y los edificios de la marina de un pueblo que ha dejado de ser el minúsculo puerto pesquero que fue en su día para convertirse en un animado centro turístico.
En la siguiente jornada aprovecharemos para visitar dos de los enclaves más interesantes de toda la Licia antigua: Xanthos y Letton. Aunque los lugares de interés histórico-artístico de este territorio de la antigua Asia Menor, situado en las actuales provincias turcas de Antalya y Mugla, son innumerables.
Algunas recomendaciones para una gran travesía
- El precio depende del tamaño y el lujo de la goleta y del nivel de ocupación. Parte desde 600 euros por persona y semana (con pensión completa).
- Si tiene posibilidades económicas para hacerlo, elija un barco con más camarotes de los que necesite. Agradecerá el espacio.
- Son preferibles los recorridos en línea. Los circulares le harán ver dos veces los mismos paisajes.
- Si se marea, no baje mucho al interior de la goleta y escoja camarotes centrales.
- Dos webs de alquiler de barcos: goletasturcas.com y metsyachting.com.
La ciudad de Xanthos data del siglo XII antes de Cristo y fue capital de la liga licia. Entre sus ruinas se conservan algunos restos de lo que fue el fantástico monumento griego de las Nereidas —hoy prácticamente todo en el Museo Británico de Londres— y el arco levantado en honor de Vespasiano, en época romana. A escasos cuatro kilómetros se encuentra Letton, donde puede visitarse su teatro, así como los restos de varios templos; cada uno de ellos de un orden arquitectónico distinto: dórico, jónico y corintio. Ambas ciudades son patrimonio mundial desde 1988. La penúltima noche la pasamos en la bahía de Kalkan, un delicioso pueblecito de pescadores.
La mañana del viernes la dedicamos a navegar y a darnos algún chapuzón en calas escondidas, para, ya en la tarde, alcanzar Fethiye. Esta conocida población turca atesora algunos de los restos arqueológicos más destacados de toda la Licia clásica, como la imponente tumba rupestre de Amintas en la colina que preside la ciudad, y constituye un buen ejemplo de atractivos naturales: preciosas bahías, islas y arenales que invitan al disfrute de cualquier actividad costera.
Tras visitar Fethiye toca embarcar para la última navegación, que nos llevará a hacer noche de nuevo en Göcek, donde, al día siguiente, finalizará nuestra singladura.
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