Finca Serena, calma absoluta en el interior de Mallorca

Honra su nombre como pocos en la isla. Aislada en unos alcores que otean el tráfago mundano del Pla de Mallorca, esta possessió del siglo XVII con 40 hectáreas dedicadas a viñedo, olivar, lavanda y diversas coníferas invita a la calma absoluta. En las alturas, el silencio se abriga de brisa fresca, de arrullos pajareros y hasta del bisbiseo ocasional de los anfitriones, instruidos para agasajar a los huéspedes en voz baja, con delicadeza y erudición sobre el lugar en varios idiomas. En la terraza, en el comedor con galería, en el saloncito intermedio, en los huertos tupidos, en los jardines de olivos y, mucho más, en los vericuetos que distribuyen las habitaciones. Aquí se entiende el significado de la expresión sotto voce, la pausa de la galantería.

¿Cómo se puede derrochar tanta elegancia? Experiencia acaudala el promotor del hotel, Pau Guardans, que años atrás abrió la casa familiar de Cambó en la Via Laietana de Barcelona, y esas joyas de la hotelería pequeña que son el Único, en Claudio Coello, y The Principal, en la Gran Vía madrileña. Elegancia ensayada en los moldes del encanto, la sensibilidad ambiental y el lujo hospitalario.

Entretenimientos no faltan, si por ellos entendemos dos piscinas, una al aire libre y la otra climatizada; un spa con sauna y cabinas de masajes; un gimnasio, y unos caminitos de regusto campestre para internarse por las espalderas de monastrell, callet, giró ros y prensal blanc que componen el viñedo. Otra ocupación mayúscula que merece su tiempo es la que regala el equipo de cocina, ya sea en el restaurante Jacaranda o en pleno campo, a la hora del crepúsculo.

En la casa principal o distribuidas por los edificios anexos, las habitaciones y suites son un ejercicio de minimalismo. Todo en tonos neutros, con tejidos naturales y muebles como los de antes. Todo discreto, exclusivo, de ahí su precio. La cosmética lleva la firma de La Bottega. Una maleta, el neceser y un dispositivo móvil que se carga en cualquiera de los múltiples enchufes bastan para redefinir el concepto actual del lujo: el aislamiento, el silencio, un rayo de luz intermitente a través de los intersticios de la piedra que se refleja en el pavimento de cemento pulido. La vida serena.