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Trilogía blanca en la Alpujarra

Planes para descubrir la arquitectura tradicional, los miradores y la gastronomía de Capileira, Bubión y Pampaneira, en el barranco de Poqueira

Ruta por el barranco de Poqueira con vistas a Pampaneira.
Ruta por el barranco de Poqueira con vistas a Pampaneira.J. ALBA (ALAMY)

Asomados al barranco de Poqueira, que ha ido formando el río homónimo en la vertiente sur de Sierra Nevada, en la Alpujarra granadina, tres pueblos tradicionales, miembros de la Asociación de los Pueblos más Bonitos de España, reciben cada verano a miles de visitantes: Capileira, a más de 1.400 metros sobre el nivel del mar, Bubión (a 1.300 metros) y Pampaneira (a 1.058 metros). Pero en otoño y primavera son senderistas y amantes de la montaña quienes exploran principalmente este inclinado territorio a la sombra del Mulhacén, dentro del parque nacional de Sierra Nevada. Encaramarse a su cima, a 3.479 metros de altura, coronando así el techo de la Península, es solo uno de los apetecibles planes en este pintoresco valle declarado conjunto histórico-artístico.

Bautizo montañero

“El barranco de Poqueira es el lugar perfecto para iniciarse en la media y alta montaña”, asegura Jesús Espinosa, socio fundador de la empresa Nevadensis, que gestiona el punto de información del parque nacional en Pampaneira y que lleva 30 años guiando a grupos por los vericuetos de Sierra Nevada. La proximidad del Mediterráneo suaviza las condiciones climáticas durante buena parte del año. Desde el refugio Poqueira, a 2.500 metros y abierto todo el año, parten seis rutas: la Circular de la Laguna, dos más —por caminos diferentes— al pico Alcazaba (3.364 metros); otra que enfila hacia el Veleta (3.396 metros) y dos que encaran el Mulhacén, aunque no son las únicas.

Telares Mercedes, en el pueblo granadino de Pampaneira.
Telares Mercedes, en el pueblo granadino de Pampaneira.J. SÁNCHEZ

El Servicio de Interpretación de Altas Cumbres Sierra Nevada SIAC-Vertiente Sur (958 76 30 90 y 671 56 44 06), en Capileira, tiene en marcha un microbús hasta el Cascajar, cerca del Alto del Chorrillo, a 2.600 metros de altitud, para ascender por la Loma del Tanto y llegar, en unas tres horas y media, a la cumbre del Mulhacén; la bajada necesita unas dos horas más. A partir de septiembre el servicio es irregular, dependiendo de las condiciones climatológicas, y se corta definitivamente cuando llegan las primeras nieves.

Entre tinaos y callejones

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Los tres pueblos del barranco, con macetas sobre blanquísimas fachadas y terraos de techos planos (las casas no tienen tejados), lavaderos y fuentes árabes, invitan a un paseo por la deliciosa anarquía de sus calles estrechas y zigzagueantes. Son frecuentes los tinaos o cobertizos que enlazan una edificación con la de enfrente, a modo de pórticos. En Pampaneira, primera parada del viajero al entrar en el valle, es recomendable pasear bajo los tinaos de las calles Real, Princesa, Cristo, del Viso o Silencio. Y después degustar chacinas y alimentos típicos en la Bodega La Moralea (958 76 32 25). Tienen fama también Casa Julio, el Mesón Belezmin (958 76 31 02) y la Bodega Asador El Lagar. ¿Qué se puede pedir? Productos derivados del cerdo, migas, gachas (plato alpujarreño) y potaje de castañas en esta época del año. Pero lo que abunda en el pueblo son las tiendas de artesanía, con las jarapas (tejidos de colores vivos, con telas de desecho) como producto estrella. Para dormir, el Hotel Rural Estrella de las Nieves.

En Bubión, siguiente pueblo en ruta ascendente, destacan los tinaos de las calles del Alcalde Juan Pérez Ramón y Trocadero. Después se pueden visitar el taller del telar (de los pocos telares tradicionales que se conservan en la comarca) y los museos de la casa alpujarreña y de la agricultura, y es buena idea terminar el recorrido sentado a la mesa del restaurante Teide.

Una calle de Capileira.
Una calle de Capileira.

Vistas de cero a 3.000 metros

Capileira, con sus tres barrios a los pies del pico Veleta, su Fuente de la Pileta y su lavadero de la Fuente Hondera, prolonga la tentación gastronómica. Por ejemplo, en el hotel Finca Los Llanos  o degustando una típica hogaza alpujarreña en el obrador Capileira (958 76 31 95). Se puede cambiar de aires culinarios en La Pizzería (958 76 33 04), y después visitar el Museo de Artes y Costumbres Pedro Antonio de Alarcón. Pero lo más interesante de su término municipal es que está trufado de miradores: el del Tajo del Diablo, del Perchel, las Espeñuelas, la Junta de los Ríos, Eras de Aldeire, la calle-mirador del Mentidero, Puerto Molina… Hacia abajo, los tres pueblos encaramados en el barranco; hacia arriba, los tresmiles de Sierra Nevada; y, enfrente, las sierras de Lújar y la Contraviesa, el Mediterráneo e incluso la costa africana en días despejados. A Espinosa le gustan especialmente las vistas desde los Tajos del Ángel: “Las puestas de sol son espectaculares cuando en las cumbres hay nieve, que destella con tonos rosados”.

Setas y senderos

Las tres villas están rodeadas de bancales escalonados y cultivos tradicionales, recuerdos de un pasado agríco­la que ha dejado paso al turismo como motor económico. Conforme se va alejando de ellos, el viajero se adentra en zonas agrestes y de bosque mediterráneo —encinas, robles, castaños, quejigos— que brindan un espectáculo en otoño. “Es un paisaje muy vertical”, describe Espinosa, encajonado entre paredes de roca. Sierra Trails-Dallas Love, en Bubión, ofrece descubrirlo a caballo, y el Centro BTT Nevada organiza rutas en bicicleta de montaña. La tienda Alpujarra Bike, también en Bubión, las alquila.

Los caminos que bajan desde las tres localidades hacia el río Poqueira, cruzado por cuatro puentes, conforman otro bonito escenario para una excursión. La web de Capileira propone rutas por el entorno, y también las normas para la recogida de setas dentro del parque natural: cinco kilos máximo por persona y día, no usar rastrillos o azadas, transportarlas en cestas que permitan dispersar las esporas… Entre los posibles trofeos están los abundantes níscalos, la seta de cardo en los bancales abandonados, champiñones, parasoles y, más escasos, los boletus en encinares y robledales.

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