Balneario Elgorriaga, masajes y ‘spa’ en el Alto Bidasoa

En euskera, elgorri significa sarampión. Así que Elgorriaga podría aludir a un lugar para la cura del sarampión, aunque existen varias acepciones etimológicas que contradicen esta poética leyenda. En cualquier caso, este reconocido enclave de la comarca navarra del Alto Bidasoa asociado a la familia que creó en el siglo ­XVIII la primera fábrica de chocolates que hubo en España permitió a los doctores San Martín y Simonena el descubrimiento en 1846 de unas aguas clorurosódicas y bromo-yoduradas consideradas entre las de más fuerte mineralización del mundo. Con una concentración de sales de 312 gramos por litro, este formidable nacimiento dio origen a un balneario especializado hoy en el tratamiento de afecciones reumáticas, epidérmicas y del sistema circulatorio. 

Por escasos 24 euros se puede completar un circuito termal que contempla unos chorros lumbares, cascadas y cuellos de cisne, camas de burbujas y nado contra corriente en una piscina dulce lúdica y otra zona de aguas con duchas de contrastes, baño turco, sauna finlandesa y un flotarium en el que se consigue la misma flotabilidad que en el Mar Muerto.

Por lo que respecta a los servicios hoteleros, la modernidad de los tres bloques cubiculares suple la sencillez de unos dormitorios minimalistas en los que las camas dan una horizontalidad blanda en exceso, los cuartos de baño escatiman cosméticos, pese a la producción propia del balneario, y no hay sitio para poner a secar el bañador usado en el balneario. El bufé de desayunos tampoco emociona, aunque no se puede pedir más por el precio de la estancia. Las comidas se ofrecen igualmente en modo bufé, muy práctico para ganar tiempo en los intermedios de los tratamientos, menos apetecible a la hora de cenar.

Por ello, lo recomendable es salir del hotel y dirigirse al restaurante Hilarión, en medio del pueblo. Son solo ocho minutos a pie. El entorno del hotel balneario merece como terapia mindfulness, con el reconocimiento visual del Pirineo navarro, un conjunto de montes, bosques, caseríos y puentes medievales otrora conocido como la Suiza española. A los automovilistas electrificados se les ofrece un punto de recarga bajo el estándar europeo mennekes.

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Todas las habitaciones incluyen: televisores de pantalla plana, caja fuerte, albornoz, ducha adaptada a silla de ruedas y vistas a la montaña.

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