10 consejos para acertar al elegir un crucero
¿Queremos mil actividades y espectáculos a bordo o calma? ¿Descubrir ciudades o quedarnos en el barco? Antes de reservar, conviene plantearse lo que uno espera de un crucero
1. Excursiones
La mayoría de las navieras hacen caja con los extras que uno se gasta a bordo, más que con el precio del crucero. Y muy en especial con las excursiones que ofrecen. Por fortuna, hay ya muchas empresas en Internet que ofrecen alternativas a estas excursiones oficiales en casi todos los puertos importantes donde atracan cruceros. Buscarlas en la web puede ahorrar bastante dinero.
2. El precio no lo es todo
Aunque es importante controlar el presupuesto, a veces hay precios gancho que no compensan. Para una vez al año que uno se va de vacaciones, ¿de verdad vale la pena hacerlo en un camarote interior o en un barco viejo? A veces un poco más de dinero supone un importante incremento en los servicios a bordo (menos gente, mejores camarotes, más calidad de comidas, mejor atención…).
3. ¿Qué camarote elegir?
Hay camarotes interiores y exteriores con ojo de buey, con balcón y ‘suites’. Como norma general, conviene evitar aquellos cerca de zonas comunes, junto a escaleras o espacios en blanco en el mapa de cubiertas (son servicios del barco que pueden ser ruidosos). Además, cuanto más al centro y abajo, más próximo estará al centro de gravedad de la nave y se moverá menos.
4. Paseos por libre
Una alternativa a las excursiones a tierra son paseos por libre. En los principales puertos de cruceros se encuentran nada más desembarcar empresas que alquilan bicis, motos escúter o coches durante unas horas para moverse con libertad. Eso sí, hay que planificar bien con antelación y ser puntual (el barco no espera). Pero es una opción fácil. Y rentable.
5. Al menos, una chaqueta
Aunque el código de vestimenta se ha relajado mucho en los cruceros, para las cenas hay que llevar al menos un atuendo algo más elegante, una chaqueta en el caso de los hombres. Ir a la cena del capitán en camiseta de tirantes no es lo más adecuado.
6. Elegir bien el tipo de barco
Podríamos agrupar los cruceros en dos grandes modelos. Los grandes navíos tipo resorts con todo incluido y cientos de actividades a todas horas, pensados para que uno no tenga ni que bajar del barco. El viaje en sí es el crucero, no tanto el destino. Luego está el modelo donde no hay tantas actividades a bordo y se prima la calidad de las escalas y el tiempo que uno tenga en cada una para bajar y descubrir la ciudad. Para evitar sorpresas, hay que tener en cuenta estos dos conceptos a la hora de reservar.
7. Llevar un seguro de viaje
La asistencia médica en un crucero es privada y puede salir muy cara. Así que es buen consejo contratar un seguro específico para los días que dure la travesía, y en el caso de que ya tengamos uno, comprobar que cubra este tipo de contingencias.
8. Evitar las horas punta
Incluso en un barco grande, es relativamente fácil escapar a las aglomeraciones: sencillamente hay que ir a contracorriente de la mayoría de pasajeros. No ser el primero en bajar a las excursiones y acudir al comedor bufé a las 13.00 (si es un barco español) o a las 14.30 (si es extranjero) son dos trucos muy fáciles y eficaces. Apuntarse al primer turno de cenas (todos los españoles querrán el segundo) y acudir al espectáculo justo después (todos los españoles estarán cenando) también suele funcionar. Y así con todo.
9. ¿Barco grande o pequeño?
Se construyen barcos cada vez mayores, auténticas ciudades flotantes que llevan a 6.000 pasajeros y la mitad de tripulantes. La oferta de ocio en este tipo de megacruceros es enorme, pero también lo es la cantidad de gente que querrá usarlos. Si lo que buscamos es descanso y tranquilidad, mejor elegir barcos con buena ratio de espacio por pasajero, ya sean pequeños (hasta 40.000 toneladas) o medios (hasta 70.000 toneladas).
10. El barco se mueve, por muy grande que sea
Aunque es verdad que los barcos voluminosos se suelen mover menos, por muy grande que sea, el océano lo es mucho más. Y lo puede zarandear como un palillo. Quien sea propenso al mareo, que no se olvide de meter en la maleta una medicación adecuada. Por si acaso.
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