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Uno de los últimos litorales vírgenes del Mediterráneo

Baños al natural en las Calas Nudistas de Bolnuevo, cerca de Mazarrón, en Murcia, cerradas este año al tráfico para su conservación

Extremo de la playa Amarilla, una de las Calas Nudistas de Bolnuevo, en Mazarrón (Murcia).
Extremo de la playa Amarilla, una de las Calas Nudistas de Bolnuevo, en Mazarrón (Murcia).Pablo Charlón (Getty)

Las restricciones municipales que cada vez arrinconan más a quienes gustan de bañarse a puro cuerpo convierten a las Calas Nudistas de Bolnuevo (Mazarrón) -así, con mayúsculas- en lo que los modernos llaman una serendipia, un hallazgo afortunado. Especialmente este año 2017, en el que el Consistorio de Mazarrón (Murcia) ha prohibido el acceso motorizado a ellas. Se acabó la experiencia de senderistas y cicloturistas tragando nubes de polvo. A Pedro, bañista que disfruta de su desnudez sin problemas, le parece una idea acertada: “El ambiente es más relajante, más naturista.”

Las de Bolnuevo fueron, hace más de tres décadas, algunas de las primeras playas nudistas declaradas como tales en España. Hoy se integran en un paisaje protegido que aprovecha un entorno salvaje donde las estribaciones de la sierra de las Moreras se sumergen en la bahía mazarronera.

La peculiar orografía sedimentaria dibuja encuadres pintorescos constantemente; las caletas semidesérticas y de reducido desnivel, la gravilla. También la variada policromía de su puesta en escena; el escaso vaivén de las olas, más especies de arbustos como el palmito o el cornicabra, endémico del sureste peninsular.

El sol embiste, incluso en septiembre (se nota la proximidad de Almería), con lo que hay que protegerse. Llevar agua abundante, gorro, gafas de buceo e intentar que la ida o el regreso no coincida con las horas centrales del día.

El acceso a las calas por la playa de Puntabela reviste notable cromatismo. Primero bordearemos un farallón picudo alzado junto a la pista, desde la que se muestra un azul transparente muy seductor. Algunos perfiles cetrinos, caprichosos, que forman las arenas blandas fosilizadas emulan las famosas Erosiones Eólicas de Bolnuevo, cita obligada para autorretratarse al borde de la carretera.

Nos dirigimos hacia la playa de Cueva Lobos. A unos tres kilómetros del comienzo, bajamos a la playa Amarilla, bastante concurrida, con arena en una banda y gravilla en la otra. Frente a ella, un trozo de la costa que se ha ido a vivir por su cuenta, la isla de Cueva Lobos, antaño hábitat de focas monje –también llamadas lobos marinos-, hoy de paíños y pardelas.

Bordeando después la orilla se descubre un trío de caletas. La de la Grúa, repleta de fósiles, ocupa un antiguo embarcadero romano delante de una cantera. Enseguida, cala Leño y cala Desnuda. Salvo que hayan finalizado las obras de consolidación, lo mejor es ir en fin de semana, cuando se detienen las tareas y el paso queda expedito. Para documentarse, se pueden consultar las Guías de la web visitamazarron.com

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