Malasaña, el barrio de los treintañeros
El Paracaidista, una tienda de 3.000 metros cuadrados en la calle de la Palma, es la última novedad en una zona madrileña donde la mezcla de gente sorprende día y noche
Por sus calles, donde hoy abundan treintañeros (un estudio demográfico de sus 31.000 habitantes hecho por la Cruz Roja así lo dice), pasó la primera generación que fue joven en democracia (la de la movida), una juventud hedonista y nihilista que vio en los bares y en la marcha una forma de evadirse del pasado dictatorial. La generación posterior, aquella de la década de los noventa, que José Ángel Mañas retrató tan bien en su novela Historias del Kronen, fue la última que conoció aquella Malasaña canalla. Para el periodista que dirige la publicación digital Somos Malasaña, Antonio Pérez, el único peligro que corre el barrio madrileño “es que algún día muera de éxito; y no es cierto del todo eso de que es un barrio solo de hipsters”.
10.00 Zumos y café
Una buena manera de empezar el día es con un zumo natural en Frutal (1) (San Andrés, 12) o un desayuno en La Vie en Doux (2) (Molino de Viento, 1). Las tartas de Trikini Club, antigua farmacia de Juanse (San Vicente Ferrer, 32); Buenas y Dulces (plaza del Dos de Mayo, 5) y La Cocina de mi Vecina (3) (Corredera Alta de San Pablo, 15) son las adecuadas para comenzar el día con un buen chute de azúcar en el paladar. El mejor café del barrio puede probarse en Toma Café (Palma, 49), que cuenta con una máquina extraordinaria para prepararlo —Marzocco Strada—. Para los amantes del brunch americano de media mañana, Carmencita (4) (San Vicente Ferrer, 51) tiene un menú atractivo. Café del Jardín (5) (San Mateo, 13), en el Museo del Romanticismo, es ideal para desconectar del bullicio de la ciudad.
12.00 Recorriendo la calle del Pez
La calle del Pez, plagada de locales interesantes (reservémonos para una copa en el 1862 Dry Bar, en el número 27), ha servido de inspiración para una antología de cuentos y un vídeo de Manu Chao (Me llaman calle). Su mítico bar, el Palentino (6) (Pez, 8), fue inmortalizado por una canción de Siniestro Total. También aquí está el teatro Alfil, donde se sigue representando Clímax! (más de tres años en cartel).
14.00 Pistas sabrosas
La plaza de San Ildefonso (7) es una buena opción a la hora de comer porque aquí encontramos tres tipos de cocinas: Conache (Santa Bárbara, 11; comida mediterránea), Naif (San Joaquín, 16; cocina urbana) y Maki (comida japonesa). No hay que perderse las pizzas de Luna Rosa (San Bernardo, 24). Ni el diseño interior del restaurante de comida informal Ojalá (8) (San Andrés, 1), obra del arquitecto Andrés Jaque, quien ha creado un jardín colgante con cintas y un colorido suelo de resinas y cemento, y en la planta inferior ha cubierto el suelo de arena de playa. A Jaque le encantan “los modales” de Malasaña, “un barrio que rejuveneció gracias a un plan especial del Ayuntamiento y en el que ahora convive gente de diferentes edades, un ejemplo de buena gestión urbana”.
16.00 El gran pequeño comercio
Perderse por las calles del corazón de Malasaña, Espíritu Santo, Velarde, Corredera de San Pablo o la Palma, es encontrarse con una serie de pequeños y originales comercios que van desde las tiendas de ropa vintage Magpie (9) (Velarde, 3), el Templo de Susu (Espíritu Santo, 1) o Flamingos (Espíritu Santo, 1), hasta heladerías artesanales o librerías de viejo como Arrebato (Palma, 21), Tres Rosas Amarillas (Espíritu Santo, 12), Libros Para Un Mundo Mejor (Espíritu Santo, 13), Rincón de Lectura (10) (Dos de Mayo, 5) y La Agonía (Divino Pastor, 27). Muchos artistas y artesanos nutren la zona. Los pequeños comercios son una seña de identidad del barrio. Tipos Infames (11) (San Joaquín, 3) o Cervantes y Compañía (12) (Pez, 27) recuperan el espíritu y oficio del antiguo librero en un ambiente moderno (hay presentaciones de libros, entre vinos, casi todos los días). Los vinilos se pueden encontrar en Cuervo Store (Velarde, 13) o El Almacén (Minas, 13). Y en la plaza del Dos de Mayo tomamos algo en el bar Pepe Botella (13) (San Andrés, 12).
19.00 Cubanismo
Malasaña siempre se está renovando y El Paracaidista (14) (Palma, 10) es una muestra de ello. Se trata de una nueva concept store de más de 3.000 metros cuadrados que abrió en abril en la antigua Real Fábrica de la Cera. Regentada por Juan Fraile, Eva Martínez Ertl y Javier Andreu, incluye un café, una tienda y un showroom en las dos primeras plantas. En la tercera hay un bar de cócteles, Cubanismo, anunciado con un neón fucsia. Y la cuarta tiene un restaurante y una azotea donde cae el sol entre los tejados. Además, cuenta con un bar para ver cine. En el sótano del edificio de al lado hay un espacio de trabajo compartido, coworking, llamado Mini Hub, con coches Mini en su interior y un programa de actos culturales.
20.00 Cervezas artesanales
Las cervezas artesanales han comenzado a tomar una especie de protagonismo en el barrio. Es curioso, porque fue aquí mismo, en Malasaña, donde surgió la marca Mahou, el emporio de cerveza industrial. Las artesanales se pueden encontrar en La Fábrica Maravillas (15) (Valverde, 29), Irreale (Manuela Malasaña, 20) o The Stuyck (Corredera Alta de San Pablo, 33), que también ofrece comida urbana y acaba de ser inaugurado este año.
22.00 Antes de que amanezca
Para comenzar la noche e ir de tapeo está el Sidi (Colón, 15), El Prado (Corredera Alta de San Pablo, 5), Petisqueira (Churruca, 6), Bodegas Rivas (16) (Palma, 61), La Milana Bonita (Marqués de Santa Ana, 7), Madriz Madriz (Fuencarral, 85) o Casa Camacho (San Andrés, 4), donde hay que probar los Yayos: ginebra, casera y vermú. El Gorila (Corredera Baja de San Pablo, 47) tiene mojitos, y La Bicicleta (plaza de San Ildefonso, 9), una atmósfera relajada. A partir de las once de la noche, el barrio empieza a recuperar su lado más canalla: Picnic (Minas, 1), Freeway (Corredera Alta de San Pablo, 17), La Vía Láctea (17) (Velarde, 18), Tupperware (Corredera Alta de San Pablo, 26) o Mercurio (San Vicente Ferrer, 17) son algunos de los bares que ya se han vuelto legendarios. Penta (Palma, 4) es un clásico que lleva 40 años, y Madrid Me Mata (Corredera Alta de San Pablo, 31) tiene un pequeño museo de la movida. Si lo que se quiere es bailar, Sala BarCo (18) (Barco, 34), Maravillas Club (San Vicente Ferrer, 33), Taboo (San Vicente Ferrer, 23), Ochoymedio (19) (Barceló, 11) o Siroco (San Dimas, 3) abren hasta altas horas de la madrugada. Lo mejor de las noches malasañeras es que uno nunca sabe cómo va a terminar. Ni con quién.
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