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Los viajes y el sexo inspiran novelas

Escritoras de literatura romántica y erótica explican por qué el avión, la carretera y las ciudades lejanas aportan morbo a sus historias

Una pareja se besa en una hamaca.
Una pareja se besa en una hamaca.Thomas Barwick

Ya sea Río, La Habana, Berlín, Sídney o Ibiza, es difícil no ilusionarse pensando que la realidad puede superar a la ficción y comprar un billete sin imaginar que la atmósfera de ese destino podría ambientar nuestra próxima historia de amor, o por lo menos nuestra siguiente aventura sexual. Por todo ello no es casual que algunas escritoras de novelas románticas y eróticas en español de la actualidad usen cada vez más los viajes como elementos clave de sus historias.

Pista para el amor

Una pareja se da la mano en un festival de música.
Una pareja se da la mano en un festival de música.Paul Bradbury

Megan Maxwell, conocida tanto en España como en Sudamérica por obras como la trilogía Pídeme lo que quieras (Esencia), dice que “un viaje es un momento ideal para empezar una historia”. Al fin y al cabo una novela es un viaje del lector dentro de un momento de la vida de los personajes, y precisamente en las novelas románticas “el comienzo de la relación siempre es el momento más bonito, y si podemos situar el mismo en un viaje eso aporta más misterio y más ganas de conocerse y de conocerles”.

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Ese es por ejemplo el caso de los protagonistas de la escritora Olivia Ardey en su novela Si te quedas en Escocia (Versátil), en la que “la relación de pareja, la atracción, el sexo y la llamita del amor surgen en un vuelo de Nueva York a Londres". "Si bien me supuso un reto tenerlos tanto tiempo encerrados en un avión, reconozco que dos desconocidos sentados juntos durante tantas horas dan mucho juego”, dice entre risas. Ardey añade que siempre incluye un viaje en sus novelas. “En todas las que he publicado hasta ahora los personajes siempre tienen que viajar para conseguir un sueño personal y casi siempre el amor, que suele aparecer sin buscarlo. En una ciudad nueva, y cuando no se espera, enamorarse supone una maravillosa sorpresa”. En su opinión, “lo de amor de verano no es un mito. El tiempo de ocio y los viajes son el momento perfecto para hacer locuras y sacar la parte más divertida y desinhibida de nosotros, y no está de más recordar que el sexo con risas es fabuloso”.

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Cambiar de rutina nos erotiza

Una pareja de viaje en Turín (Italia).
Una pareja de viaje en Turín (Italia).Brand X Blend

Parece pues que los viajes no son solo el momento ideal para el amor, sino también para el sexo. Tal y como describe Elisabet Benavent, la autora de la exitosa saga Los zapatos de Valeria (Suma), “un viaje es algo de por sí emocionante, y por eso es más fácil que estés más abierto y dispuesto” a todo tipo de experiencias en general, y las sexuales en particular. Y es que, como ocurre en la vida real, “salir de nuestro espacio, de nuestro hogar o zona de confort, despierta ciertas sensaciones. Sin rutina u obligaciones diarias los protagonistas de las novelas también pueden sentirse tentados a dejar salir ciertos instintos, es decir, a ser más libres, más receptivos”. Además, el objetivo no es sólo excitar a los protagonistas, sino también a las lectoras, y es que, como apunta Benavent, con un pequeño guiño, “una novela es un viaje para los sentidos, ¿no?”.

Con ella coincide Oliva Ardey, que en sus novelas busca generalmente parajes diferentes pero sugerentes como París, la Toscana o Nueva York, incluso conjugando esa dinámica de chica de ciudad y chico de campo –como ocurre en su última novela Una chica con estilo- , para descolocar a los personajes y crear situaciones más excitantes. “Estar lejos de casa, de la rutina, donde nadie te conoce, brinda la posibilidad de una aventura excitante, y si es con un desconocido, mejor. Es indudable que todo ello añade morbo a la escena”.

Destinos que inspiran

Dos personas miran el 'skyline' de Manhattan desde la piscina de un hotel.
Dos personas miran el 'skyline' de Manhattan desde la piscina de un hotel.Alija

Megan Maxwell dice que para viajes como la isla Ohau, en Hawái, que aparece en Los príncipes azules también destiñen, tiene que tirar de la imaginación: “no he viajado tanto como quisiera”. Para las escapadas que describe por ciudades españolas se basa en su experiencia viajera, y además ha vivido en Madrid, Cádiz y Barcelona. A veces no hace falta irse lejos para vivir una gran aventura. Lo importante es saber describir el lugar para transportar a las lectoras, a las que según Maxwell “les gusta conocer sitios nuevos, aunque los visiten virtualmente con la imaginación”.

Sin embargo, para asegurarse de describir lo más objetivamente posible cómo huele cada rincón, cómo sabe cada comida o qué nos inspira cada paisaje, Elisabet Benavent prefiere escribir sobre sitios que ella misma ha visitado. “Me gusta pensar que la sensación que se tiene en un lugar, pues eso ayuda después a ambientar la novela con cosas que no son tangibles. El olor, los colores, la temperatura, el sabor de algo que probaste allí o el cansancio de patear sus calles. Incluso mencionar tiendas o restaurantes en los que realmente has estado. Creo que la experiencia suma a la historia”. Así es como han surgido muchas escenas de sus novelas, que se sitúan “en Nueva York, Bangkok, Los Ángeles, Las Vegas, San Francisco, y un largo etcétera”.

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