Ruta ‘gastroraruna’ en Madrid
Sesos ‘cool’ en una tasca de Goya, pollos y rock en un bar de Chueca y 'mochis' dulces en un japonés de Gran Vía. Cinco menús extravagantes en la capital
Lo raro vende. Nadie sabe si más o menos que lo convencional, pero sí encuentra su sitio en algunos locales de nuevo cuño en Madrid que apuestan por la extravagancia en producto y ambientación. Tras ellos se encuentran mentes pensantes con propuestas fuera de lo normal. Proponemos un recorrido por algunos de los más rarunos.
01 La Tasquería
La suma de una tasca y una casquería da como resultado el primer local del madrileño Javier Estévez, de 32 años, donde comienza nuestro recorrido. Un espacio diáfano de aire industrial que anteriormente ocupó Bella Lola, el restaurante y escuela de cocina de su compinche Chema de Isidro, cerca de la calle de Goya. En La Tasquería (Duque de Sesto, 48; +34 914 511 000) encontramos casquería de cerdo, cordero o ternera. Sesos, callos, mollejas, cuellos o manitas servidos en finos emplatados que restan crudeza al producto. El más gore –fuera de carta– es la cabeza de cochinillo, que se sirve con ensalada de corujas y un bol para lavarse las manos. Quesos, huevos, anchoas o erizo para los aliños de los platos, que se maridan con vermús o vinos de Jerez. Para reticentes a la entraña animal también hay alitas con patata y lima o croquetas de ropa vieja. La fruta de un postre se sirve sobre un hueso de tuétano. “Madrid es ciudad casquera, a tope” según el joven chef, que trabajó en el Mesón de Doña Filo, junto al experto casquero Julio Reoyo.
02 El Pollo Gamberro
¿En qué se parecen un pollo, el vino ecológico y los Ramones? En nada, más allá de una pollería urbana deluxe ubicada en el barrio de Chueca, inspirada en el mundo del pollo gourmet comprado en el Mercado de San Antón y asado aquí al horno de carbón. El Pollo Gamberro (Barquillo, 34; +34 915 323 363) invita a regarse con cerveza, pero también con cava y blancos o tintos biológicos. Abajo, Let´s Dog es una cueva-bar de ladrillo con parafernalia de la mítica banda de rock estadounidense y música ad hoc. Detrás de todo está Sergi Arola, el cocinero rockero (con dos estrellas Michelin), aunque el diseño es de Laia Risques, del estudio compatriota catalán Risques Arquitectes. Simula un corral, con gallina gigante y ponederos de pego. Sirven ensalada y salsas, solomillitos, canelones, muslos, alitas, hamburguesas y pollita de corral asada. Patatas, puré y tomate a la provenzal. Para tomar, llevar o chuparse los dedos con un pedido a domicilio.
03 Muta Bar
No es un restaurante, sino un “centro de restauración mutante”, según cree su artífice, Javier Bonet, o Sr. Bonet, la empresa que ha constituído en torno al mundo de la experimentación. De abuelo patrón pescador y padres carniceros, este mallorquín de 44 años ha tomado el madrileño barrio de Chamberí como base de operaciones. Muta Bar (Ponzano, 10; +34 912 509 897) es un espacio cambiante en carta y ambientación, a base de interiorismos temáticos caseros, que ha pasado de Muta Brasil a Muta Equilibrio, Muta Norte y el actual Muta Balear, una oda gastronómica sobre las islas que incluye pescado seco de Mallorca o licores de hierbas de Ibiza. Enfrente, Sala de Despiece (Ponzano 11; + 34 917 526 106) es “una barra con cocina” que simula un mercado central, con crudos emplatados y texturas. Academia del Despiece es un restaurante-escuela vecino, donde 12 comensales toman un menú “interactivo” y cambiante cada trimestre, a razón de un día (4 horas) y 65 euros.
04 Chuka Ramen
De Chamberí al Barrio de Las Letras. Entre la plaza de Santa Ana y el moderno Hotel Urban, junto a la bodega La Venencia y el japonés Donzoko, se encuentra este bar de 70 metros, 40 comensales y aire nipón que envuelve al entrar con olor a soja. Recibe, en la fachada, con la imagen de un cerdito. Cálida iluminación, cocina vista humeante, mesas y taburetes de metal y un mural pop up al fondo conducen a un viaje por las tascas de Tokio o la China milenaria. Lo llevan tres jóvenes viajeros que reproducen aquí la versión que de la cocina china hicieron los japoneses, rindiendo culto a la comida callejera. En Chuka Ramen (Echegaray, 9; +34 640 651 346), sobre todo, hay ramen, la sopa tradicional china; guisos y caldos, noodles, platos vegetarianos. Y baos y gyozas, para tomar en originales recipientes.
05 Panda by Hattori Hanzo
Es la primera y única pastelería japonesa de Madrid. Los fans de la cultura japo y de la peli Lost in Translation harán sus delicias en este local ubicado entre Ballesta y Gran Vía, donde esta ruta finaliza en plan zen. A modo de pop up store, solo es accesible durante un par de horas al día (de 17.00 a 19.00) en la zona del comedor del restaurante japonés Hattori Hanzo, cuyo nombre remite a un famoso ninja del siglo XVI. Hay samuráis hasta en las cortinas de la entrada, faroles, zonas de barra y mesas, recreando con éxito una auténtica izakaya, taberna japonesa. En Panda (Mesonero Romanos, 17; +34 917 865 780) hay que encajonarse en el asiento, ante las mesas. Platos y cubiertos se recogen a la “hora Panda” y aparecen jarrones de flores. La fina carta acoge frapés, tés japoneses y del mundo, como el chino de la belleza (el más caro y popular) o el ceremónico matcha. Tisanas, mochis (bolitas de arroz) o macarons de sésamo, todo tan liviano como el vuelo de una mariposa.
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