Vestíbulo abierto

Contra lo que cabía esperar en Bilbao, el antiguo Barceló Avenida no perdió su condición de hotel, sino que se transformó en otro todavía mejor, adscrito a la marca Holiday Inn. Y, también contra lo esperado, este Holiday Inn vecino de la basílica de Begoña tampoco es un Holiday Inn convencional, sino uno de los primeros en el mundo en anticipar lo que ya se está imponiendo entre la clientela millennial: el concepto open lobby,esto es, un espacio abierto de uso común en el que interactúan la recepción, el vestíbulo, el bar, la cafetería, el restaurante, los salones y una zona de oficina con acceso libre a Internet.

Si a esto se le suma una chimenea en invierno, una terraza en verano y un interiorismo refrescante a cargo del estudio Garmendia Hermanos, para qué pensárselo más: este es el hotel de quienes vislumbran el futuro con optimismo. A sus mandos, María Val rubrica con un aplomo contagioso el entusiasmo de los adictos a la marca por este espacio comunal, que ocupa la planta entera a ras de calle.

Aunque el hotel está situado en una vía de relativo tránsito, la insonorización del edificio permite un grado de aislamiento reconfortante para apurar hasta la medianoche el consumo frente al minimarket, aperitivos y bebidas expuestos en un mostrador junto a la recepción. El garaje da para una legión de coches, suficiente incluso para un evento multitudinario. El restaurante The Kitchen sustancia los sabores de la gastronomía vasca.

Arriba se alinean las habitaciones, prácticas y agradables en su diseño, sin nada particular que resaltar ni tampoco que criticar. Conforme a las nuevas pautas de la hotelería urbana, en ellas se recala para dormir y punto. Camas ergonómicas, ducha a punto, iluminación adecuada para la lectura y el relax, muebles a la escandinava y wifi gratis (si bien existe una tarifa Premium de alta velocidad a 9,68 euros).

Lo más inesperado se encuentra en los semisótanos del edificio, con entrada desde el hotel y también desde los jardines traseros. Es un complejo gimnástico que administra el Club Metropolitan con una sala de fitness de mil metros cuadrados, una piscina de natación interior y otra exterior, una sala de pedaleo equipada con máquinas Keisser M3 y unas instalaciones balnearias colmadas de chorros cervicales, duchas bitermales, baño turco, bancos de hidromasaje, diversas cascadas y camas de agua, una fuente de hielo y un gran centro de belleza.

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