A su derecha, el barco de Chanquete
Visita guiada por Nerja de la mano de Tito, el mejor amigo del Piraña. La nostalgia de la serie 'Verano azul' atrae a los turistas
Para un gran número de españoles de varias generaciones, pronunciar la palabra Nerja genera inmediatamente imágenes como estas: una pandilla de niños en bicicleta silbando una alegre tonada, un barco de pesca de colores vivos anclado en medio de un huerto y una joven rubia tocando canciones en la guitarra coreadas por los niños de la pandilla. Todo ello pertenece a la serie Verano azul, estrenada en Televisión Española en octubre de 1981 y repuesta tantas veces que podría figurar en el libro Guinness de los récords, pues este verano se emitió por decimocuarta vez en La 2.
Nerja, aparte de sus encantos propios como pueblo blanco malagueño libre de la pandemia de las torres de apartamentos, aunque sí afectado por la sobreexplotación urbanística de la costa, sigue viviendo de la memoria de Verano azul, especialmente debido a uno de sus protagonistas, Miguel Joven, el pequeño y rubio Tito de la serie, que reside en el pueblo y se encarga de mantener viva la llamita del recuerdo. He aquí algunas ideas para recorrerla y disfrutarla con las andanzas de la pandilla televisiva como hilo conductor.
La propuesta casi obligatoria nada más desayunar es hacer la Ruta Verano Azul acompañados del mejor guía: el Tito adulto. Joven cita a los viajeros a las diez de la mañana en el epicentro de la serie: el barco de Chanquete, una réplica exacta del que se empleó como decorado y que se encuentra hoy en el parque que la ciudad de Nerja ha dedicado al programa que le dio la fama. El parque rinde homenaje a todos los personajes, ante cuyas placas de cerámica Tito se va parando para contar anécdotas que solo él conoce, además de mostrar el fetiche que saca de su maletín: la claqueta de la serie, que heredó del director Antonio Mercero. Tras esta presentación, Tito conduce a su pandilla intergeneracional al centro del pueblo, donde proseguirá su animado vía crucis de estaciones emblemáticas en las que detenerse. Inevitablemente, se hacen paradas extras, pues un montón de visitantes de Nerja quieren hacerse fotos con el mejor amigo del Piraña, y los lugareños, que le conocen desde crío, le saludan por la calle para comentar novedades del pueblo.
El paseo termina en el Balcón de Europa, mirador donde tantos helados comieron los niños a las órdenes de Mercero y tantas preguntas comprometedoras hicieron a Julia y Chanquete. De repente, en los acompañantes de Tito se instala cierta tristeza familiar, parecida a la que provocó el último capítulo, El fin del verano. Una vez muerto Chanquete, la vida perdía parte de su sentido y había que volver a casa.
Sombrillas en Burriana
Por suerte, en la vida adulta podemos continuar recordando la serie a nuestro aire, incluso a la hora de comer. Para ello elegiremos el Chiringuito de Ayo, situado en la playa de Burriana. En esa concurrida costa decorada con sombrillas y balones de Nivea, los padres charlaban de cosas de mayores mientras la pandilla al completo recogía desperdicios en sus afanes ecológicos o se extrañaban de que Bea no se bañase en el mar en su primer día de regla. Ayo, aquel hombre de la cinta en el pelo que en el episodio Pancho Panza preparaba una paella para los chicos “que ocupaba medio merendero”, sigue hoy sirviendo arroces a destajo. Ayo invita a sus comensales a repetir paella a la leña cocinada en directo las veces que quieran por siete euros. Obviamente, es el lugar más concurrido de la playa: a la una de la tarde se sientan a comer las cabezas más rubias del norte de Europa, que van dejando paso a cabelleras castañas a partir de las 14.30.
Después del arroz, arrastrando las chanclas con esos andares cansinos propios de quien se encuentra en su reposo estival, el único plan que nos puede quitar el sopor que nos invade es un café en el parador, situado algo más arriba, sobre un acantilado, pero siempre en el entorno de la playa de Burriana. Quizá esta palabra nos haga pensar en muebles de madera castellana y decoración de armaduras y escudos nobiliarios, pero el parador de Nerja es un edificio de los años sesenta adaptado al clima y entorno mediterráneos en los que se halla. Mientras tomamos el café en sus jardines con vistas a la playa, se nos vendrá a la cabeza ese episodio en el que Bruno, el cantante pop de moda en la serie, llegó a Nerja y cantó allí mismo su Soy como tú acompañado por el entonces popularísimo Ballet Zoom de Giorgio Aresu.
Tras el descanso, hay que reiniciar la aventura como si fuésemos nosotros la mismísima Desi en su Vespino, o Pancho tratando de rescatar a Bea cuando se quedó encerrada en la cueva del Gato Verde, nombre que le dan a la Cueva de Nerja en Verano azul. La gruta es hoy sede del Festival de Música de Nerja, y en su interior, un escenario natural difícilmente recreable, ha tocado su violonchelo Rostropóvich, ha bailado Maya Plisétskaya y hasta ha cantado la nerjeña Nuria Fergó, prueba de la diversidad que buscan sus programadores. Y todo ello sin necesidad de amplificación, pues la acústica que proporcionan las estalactitas es prodigiosa. En el clásico recorrido con guía se explica que las formaciones de carbonato cálcico adoptan milagrosamente en España formas de vírgenes y otros personajes de la Biblia. Así, encontramos a un Rey Mago en su camello, pero también formaciones calcáreas más propias de la cultura pop, como el perfil de Homer Simpson y el castillo de Disneylandia, en palabras de la simpática guía, que apunta con su linterna todo aquello que posea una forma reconocible. Miguel Joven también ofrece una visita exclusiva a las cuevas fuera del horario habitual. Y a dos pasos de la cueva está la Cala de Maro, donde se rodaron las aventuras más agrestes de los chicos de la pandilla, que la conocían como Cala Chica.
Sal de aloe
Y si queremos salir de la serie y de la propia Nerja durante unas horas, lo tenemos fácil: solo hemos de montarnos en un autobús con destino al vecino pueblo de Frigiliana, que supera en blancura a Nerja, como si hubieran usado Ariel Automáticas para lavarlo. Frigiliana es el centro neurálgico de la compra de sal de aloe, vino local y miel de caña, pues allí se encuentra el único ingenio azucarero de Europa en activo. También encontramos callejuelas empedradas, tiestos floridos en los balcones, puertas color añil y ciudadanos británicos pronunciando constantemente el adjetivo gorgeous al observar la puesta de sol desde el alto donde se encuentra la tienda-bodega El Lagar, que sirve cervezas artesanas malagueñas.
Ya de vuelta en Nerja, se acerca la hora de cenar: mientras el Piraña y los demás se alimentaban a base de cinta de lomo y palitos de merluza Findus en los Apartamentos Arce, nosotros seguimos las costumbres de sus padres: pescado fresco en José y Victoria, si encontramos mesa libre. Y para terminar, un poco de cante y toque en la tasca del Frasco, que en la realidad lleva el nombre de Bar El Molino y es una de las instituciones nocturnas con más solera de Nerja. Lamentablemente, dentro no nos recibe Fernando Sánchez Polack en su papel de dueño del bar, pero sí todo el atrezo que nos lleva de cabeza a nuestras infancias ambientadas en la Transición.
Mercedes Cebrián es autora de la novela de El genuino sabor (Literatura Random House).
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