Las 26 guapas de Sitges
Chiringuitos de revista y playas para todos. Aún quedan días de sol para disfrutar de este tramo del litoral barcelonés
Sitges ejerce un potente poder de atracción. Cautiva con su luz, su ambiente, su arquitectura y su oferta cultural y de ocio (como el Festival de Cine Fantástico, del 3 al 12 de octubre; http://sitgesfilmfestival.com/cas). Y por sus playas, 26 en total a lo largo de los 18 kilómetros del litoral de este municipio que, a pesar de su cercanía a Barcelona (a unos 30 kilómetros) y la gran afluencia de gente, conserva intacta su belleza. Hay playas para todos los gustos, pequeñas calas rocosas y grandes arenales, con música y buena gastronomía.
Lo último en chiringuitos está en la playa del Grills y se llama Hola (www.holaclubsitges.com). Su alma máter es Alberto Beach (que también lo es de Pachá y del Lizard, dos instituciones en Sitges). El Hola se halla en una pequeña e ignorada playa de cantos. La aparición del chiringuito ha recuperado este rincón que hoy nos parece paradisiaco. Además, acompañan a Alberto Beach en esta aventura Francesc y Manel Andreu, los hermanos de El Cable (calle de Barcelona, 1; Sitges; www.elcable.cat), un antiguo y familiar bar de pueblo que ha ganado varios premios por sus tapas. Todo ello se aloja en un habitáculo brillante obra del arquitecto Álex del Mas.
Veterano en las playas de Sitges, Alberto Beach tiene otra propuesta en materia de chiringuitos (www.albertobeach.com). Éste lleva su nombre y está dirigido por su esposa Deborah. En pleno casco urbano, en la playa del Estanyol, se halla este local en el que ya trabajaba el abuelo de Alberto Beach y en el que él ha implantado su forma de concebir el ocio. Grandes tumbonas balinesas, música de djs, servicio de comidas y masajes a manos de profesionales. A 50 metros, aromas de focaccia recién horneada, alitas de pollo en su punto y un montón de delicias nos atraen a Babalú, situado justo al lado, en la playa de la Riera Xica.
Sitges atesora espléndidas playas urbanas con chiringuitos que pugnan por ofrecer los mejores servicios y crear un ambiente agradable. Como en el caso de la playa de Balmins, donde reinan la tolerancia y la tranquilidad. Esta playa cada vez más frecuentada por un público gay es un remanso de paz en plena ciudad, y su chiringuito, regentado desde hace 14 años por una pareja encantadora, apuesta por la calidad.
Siguiendo con las playas urbanas, no se puede dejar de lado uno de los chiringuitos históricos de Sitges, el Sausalito (www.sausalitositges.com), en la playa de la Barra, que con 25 años de existencia cambió la forma de entender el ocio playero. La leyenda está servida cuando cuentan que cinco jóvenes amigos decidieron a su vuelta de unas vacaciones en Ibiza emular el famoso ambiente de las playas de la isla en su Sitges natal. Y nació Sausalito, el primero en ofrecer un valor añadido al sol, la arena y el mar organizando eventos, buena música en directo y, sobre todo, mimando a sus incondicionales.
Las playas urbanas de Sitges se redondean con la de Sant Sebastià, imagen clásica de la villa con la iglesia de Sant Bartolomé y Santa Tecla como telón de fondo, la de Fragata y las céntricas de la Ribera y de Bassa Rodona. Entre las playas situadas más allá del núcleo urbano se encuentran auténticas maravillas. El enorme arenal de Les Botigues de Sitges, al norte, cuenta con seis chiringuitos. El más reciente es Latitud Norte (www.latitud-norte.es), estrenado esta temporada de la mano de Enrico, italiano, y Geraldine, francesa, que han encontrado en la costa catalana un lugar donde hacer crecer su pasión por la cocina. Ofrecen productos de primera calidad, especialidades como el tataki de atún y unos postres deliciosos. A unos pocos kilómetros de Les Botigues se alcanza Port Ginesta (www.portginesta.com) y una de las curiosidades playeras de Sitges. Donde hace 15 años había uno de los vertederos más importantes de Cataluña se disfruta en la actualidad de una de las calas más bonitas del litoral, flanqueada por el espléndido macizo del parque natural del Garraf y cubierta de dunas atrapadas por abundante vegetación. La guinda la pone un sistema de surgencias de agua dulce que se precipitan sobre la playa y que proceden de las filtraciones de lluvia de las cercanas montañas calcáreas del macizo. Y la nota gastronómica llega desde el chiringuito de la playa y la marisquería Santos (www.marisqueriasantos.es). Si se quiere entrar en coche hay que pagar 2,40 euros la hora, o 12 euros el día.
Una de las playas más fotografiadas y con más cosas que contar de este tramo de costa es la del Garraf, donde se alinean un total de 33 pequeñas casas (tres de ellas habitadas durante todo el año) que fueron construidas a principios del siglo XX. ¡Qué imagen tan romántica! Ha sido escenario cinematográfico en varias ocasiones y objeto de diversos libros. Aunque concurrida en exceso, está considerada una de las 10 mejores playas catalanas por su entorno montañoso, la calidad del agua y su accesibilidad. Pero para playas irresistibles y un punto exclusivas no perderse la cala Morisca (www.calamorisca.es), rodeada de rocas. Playa de anuncio cervecero, no dista más de ocho kilómetros del centro de Sitges y desde siempre ha sido naturista, aunque no esté declarada de forma oficial como tal. Como colofón a la ruta, las calas del Home Mort-Roses y la Desenrocada, ambas de difícil acceso pero encantadoras. Situadas al sur —en la zona de Ponent—, la primera dispone de un chiringuito encaramado en la roca, blanco, y con buenos cócteles y música. Su inaccesibilidad no evita que los fines de semana esté hasta la bandera. Se llega a través de un escarpado sendero que salva el acantilado. Más difícil todavía es el acceso a Desenrocada, paradisiaca y con un agradable chiringuito, aunque, como siempre, lo que cuesta tiene su merecida recompensa.
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