Comiendo a salto de barra
Tapas y olas en la marinera Pontevedra. Un museo que ocupa seis edificios, encantadoras rúas peatonales y decenas de bares. La capital de las Rías Baixas no deja de sorprender
Es la gran desconocida de Galicia y nadie sabría decir por qué, porque tiene un casco antiguo bien guapo, casi tanto como el de Santiago, con plazas de reminiscencias gremiales (de la Herrería, de la Leña, de la Verdura…) llenas de taperías tradicionales, pero también de modernas gastrotabernas y vinotecas para los que buscan un toque especial. Y a un paso, playas para surfear y pazos atiborrados de camelias.
8.30 Isla de las Esculturas
Con lo que vamos a comer y beber hoy, más nos vale empezar el día descontando calorías. Para ello es perfecta la Isla de las Esculturas (1) , un parque insular abrazado por el río Lérez donde los pontevedreses trotan y pedalean contemplando obras de granito de artistas internacionales (Giovanni Anselmo, Dan Graham, Francisco Leiro…) y espantando a los patos, las garzas y los somormujos lavancos. Otra opción es surfear en una de las mejores playas de Galifornia, la de A Lanzada (2), a 28 kilómetros de Pontevedra, bordeando la orilla norte de la ría. Prado Surf Escola ofrece cursos y material. De paso, veremos el antiquísimo monasterio de Poio (3) el pueblo de Combarro (4), casi una postal, con sus hórreos alineados junto al mar.
10.00 Café italiano y flores chinas
Se desayuna de maravilla (café italiano y pastas artesanales) en la cafetería San Francisco (5), bajo los soportales de la plaza de la Ferrería, que es la mayor y más animada de la capital, siempre llena de niños (Pontevedra es la ciudad con la natalidad más alta de Galicia), viandantes del Camino Portugués que entran y salen del santuario de la Peregrina (6) y parejas que zurean al amor de los camelios. Curioso que este arbolito oriundo del Lejano Oriente se haya convertido en el más típico de las Rías Baixas y en un potente imán de turistas, como los cerezos del Jerte. Aunque florece a tutiplén en invierno, algunas variedades lo hacen también en primavera e incluso en verano. Otros jardines donde puede admirarse son los de Colón (7) (junto a la Alameda), el del parador (8) y, sobre todo, el del decimonónico pazo de Lourizán (9), en el kilómetro 3,5 de la antigua carretera de Marín.
12.00 Un santo con gafas
En el siglo XVI, cuando Pontevedra era el puerto más importante de Galicia y su urbe más populosa (hoy tiene unos 83.000 habitantes), el poderoso Gremio de Mareantes levantó la basílica de Santa María (10), con bóvedas de crucería en forma de trébol de cuatro hojas y curiosas esculturas labradas por doquier, como en la portada oeste, donde aparecen un santo con gafas y, por error (o despiste), Cristo a la izquierda del Padre. Muy cerca, en el moderno Centro de Interpretación de las Torres Arzobispales(986 09 06 77) se descubre bajo tierra el foso del antiguo castillo de Pontevedra, y se repasa la historia de la ciudad a través de pantallas táctiles y un audiovisual en tres dimensiones.
14.00 El mejor ‘polbo’ de la ciudad
Tampoco anda lejos de la basílica la plaza de las Cinco Calles (11), donde vivió Valle-Inclán (lo recuerda una lápida) y donde de buena gana se quedaría a vivir el viajero, viendo y oliendo lo que se cuece. Para comer de raciones es ideal el bar Cinco Calles (Isabel II, 23), famoso por su tortilla paisana. En la calle de San Nicolás están O Noso Bar (pescaditos fritos de la ría y una empanada distinta cada día) y Casa Fidel O’ Pulpeiro (“Probablemente o mellor polbo de Pontevedra”, aseguran sus fieles; polbo, conviene advertirlo, es pulpo en gallego). En Princesa, el bar Saudade (12) y su suculenta oreja a feira. Y poco más allá, en las vecindades del Teatro Principal (13), El Bocaíto (Paio Gómez Chariño, 2), La Alquería Mudéjar (Churruchaos, 2) y Jaqueyvi (Dona Tareixa, 1), acrónimo de jamón, queso y vino. Comiendo así, a salto de barra, se impone luego un café reposado en el Savoy (plaza de Ourense, 4), lugar de doctas tertulias desde 1936. O en el café Carabela(plaza de la Estrella, 1), que en 1946 fascinó a sus clientes con el primer televisor de la ciudad.
16. 30 La cámara de la fragata ‘Numancia’
No una tarde, sino media docena harían falta para ver con calma el Museo de Pontevedra (14), que abarca seis edificios distintos y otros tantos milenios, desde la edad del bronce hasta el neoexpresionismo. Imprescindibles las salas navales (en Pasantería, junto a la plaza de la Leña), donde se ha recreado una cámara de la fragata Numancia, con la que el pontevedrés Casto Méndez Núñez bombardeó el puerto peruano del Callao en 1866. Atención al Sexto Edificio (15) (Padre Amoedo, 3), un proyecto de los arquitectos Jesús Ulargui y Eduardo Pesquera inaugurado en 2013 que aporta espacio y modernidad al complejo museístico.
19.00 Compras gastronómicas
Los mejores vinos de las Rías Baixas, los más premiados y los más curiosos (un albariño espumoso, por ejemplo) los venden en Juncal Alimentación (16) (Peregrina, 9), aunque su producto estrella es la lata de Sardinas Frescas del Alba, pescadas al amanecer y transportadas con tal rapidez a la envasadora que dicen que mueren en la fábrica. En Mímate Delicatessen (Real, 13) elaboran artesanalmente el té del peregrino, con ginseng, que da alas a quienes van camino de Compostela.
21.00 Tempura de moda
Están muy bien las taperías populares, olorosas a chocos y chistorra, pero hay quien prefiere las tabernas de nuevo cuño, como Loaira (986 85 88 15), que ofrece picoteo selecto (croquetas de centolla, tacos de atún rojo con mayonesa de soja, tempura de langostinos y verduras ecológicas...) en la encantadora plaza de la Leña. En Viñoteca Bagos (17) (Michelena, 20; 986 85 24 60) sirven quesos artesanos, langostinos en tempura (sí, está de moda) y un tiernísimo churrasco 2.0, todo maridado con vinos excepcionales. Para mayores aventuras gastronómicas hay que conducir a Casa Solla (en Poio, a tres kilómetros del centro; 986 87 28 84) o a Pepe Vieira (en Raxó, a 12 kilómetros; 986 74 13 78), ambos de cocina imaginativa y con una estrella Michelin.
22.30 Cócteles, monólogos y directos
A esta hora, todas las rúas conducen a otra bonita y evocadora plaza del casco antiguo, la de la Verdura (18), que se pone a tope de terrazas en cuanto el tiempo lo permite. Las mejores son las de Os Carballos y El Baúl. Después, esperar hasta el amanecer disfrutando de los cócteles de PTV (Dona Tareixa, 5), de la decoración aventurera y los monólogos de Doctor Livingstone Supongo (Alta, 4) y de los directos de La Posada Indiana (19) (Laranxo, 25).
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