Navegando con Marguerite Duras
El minicrucero L'amant recorre, en el delta del Mekong, la ruta de la iniciación amorosa de la escritora francesa nacida en Vietnam hace cien años
En su caso, sí que serían cien años de soledad, turbulenta, y, en algunos episodios, dramática. Este abril se ha cumplido un siglo del nacimiento Margarite Duras (1914 - 1996) en las remotas tierras vietnamitas de Saigón, la actual Ho Chi Minh City. Mientras París será una fiesta de homenajes múltiples -con la publicación de sus obras completas, en La Pléaide-, una compañía turística arraigada en su ciudad natal, Phoenix-Voyages, relanza un original minicrucero que recorre los escenarios autobiográficos de su más célebre novela, L' amant, al sur del país.
"Quién contará jamás el olor de la tierra caliente que humeaba junto al río después de la lluvia. El de ciertas flores. El de un jazmín en un jardín... Mi país natal es una patria de aguas", evocó en sus memorias Marguerite Duras, que, aunque nacida en las afueras de la antigua Saigón, pasó años de su infancia y pubertad, en el bello delta del Mekong, ramificado en un haz de arterias color gris perla, junto a la frontera sur de Vietnam con Camboya.
Allí, en el embarcadero limítrofe de Chau Doc, se encuentra la coqueta embarcación L´amant, que, así nominada en homenaje a la célebre novela autobiográfica de Duras, hace la travesía por los lugares de aquella iniciación amorosa, con dos noches a bordo. El acogedor diseño de los camarotes, de maderas nobles decoradas con cálidos motivos orientales, y dotados de una bucólica balconada, evoca el tálamo de iniciación amorosa que tanto obsesionó a la escritora francófona, desde su pubertad. La rica gastronomía de a bordo es un híbrido de las cocinas vietnamita y francesa, y entre las actividades del crucero, se ofrece un intensivo curso culinario, que convierte al pasaje, cuando menos, en diestros liadores de los celebres rollitos, fritos o en crudo, de carne y langostinos mentolados.
Además de un madrugador paseo en lancha, casi a la salida del sol, por un mercado de veras flotante (imposible de visitar a pie), en la villa acuática de Cai Be, en que se comercia de embarcación a embarcación, y de un pintoresco paseo en bicicleta por una isla recóndita, en el diminuto archipiélago de An Binh, la especialidad de la travesía de L'amant es el paradero en la ciudad de Sa Dec, donde Duras pasó su infancia y le sirvió de punto de partida a su novela, que alcanzó un éxito fulminante cuando fue llevada a la pantalla por Jean Jacques Annaud.
Basta un zigzagueante merodeo por su populoso mercado, colindante al río, y avizorar a los enjambres de niños zambulléndose desde los embarcaderos próximos, para palpar el tiempo detenido en los años veinte del siglo pasado, a que se refiere este pasaje de las memorias de Duras: "Siempre estábamos en el agua, nos bañábamos en el río, nos duchábamos con el agua de las jarras mañana y noche, íbamos descalzos por todas partes... Todos los niños sin distinción nos poníamos a lavar la casa con grandes cubos y era la fiesta de la gran fraternidad. Aquellos días mi madre se reía complacida. No puedo pensar en mi infancia sin pensar en el agua".
El recorrido por Sa Dec incluye la visita al colegio donde impartía clases la madre de Marguerite Duras, que sigue en activo, con tropeles de niños uniformados tras las puertas y ventanas abiertas de par en par, sorteando los sólidos efluvios del Mekong; y se completa con la fresquita y umbría mansión de Huynh Thuy Le, es decir, el amante infatigable, descrita en la novela de Duras como "la casa del chino”. Aunque las intensas sesiones de 'kamasutra' tuvieron lugar a las afueras de Saigón, esta estancia originaria del amante, con su suntuoso mobiliario de la época -tal cual la verían alguna vez los púberes e iniciáticos ojos de la escritora-, incita a pensar en una suerte de último tango en Sa Dec, o a que el cartero indochino siempre llama dos veces, con la pareja haciéndoselo sobre la superficie caoba de alguna de las labradas mesas cubierta de polvos de arroz... De las paredes de la sala penden, finalmente, fotos de ambos ex amantes ya mayores, con sus vidas bifurcadas, como un testimonio arqueológico de cuando ambos retozaron con fruición en el huerto de los bonsáis del olvido...
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