14 fotos¿Qué recuerda un aventurero?Paco Nadal escoge sus 15 mejores viajes. El Ártico en trineo y el cabo de Hornos en barco de vela. Mucha África, un verano en California y un crucero a todo trapo 27 sept 2013 - 00:00CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceUn barco de vela alquilado, un patrón francés experto en navegación, un grupo de amigos dispuestos a la aventura y un poco de suerte con el clima nos permitieron reproducir una de las grandes gestas de la edad de las exploraciones: la travesía del cabo de Hornos a vela. Zarpamos desde la rada de Ushuaia, en Argentina, que ostenta el título de ciudad más austral del mundo, y navegamos por el canal de Beagle. Pasamos por Puerto Williams, dejamos atrás la isla de Picton. Sorteamos como pudimos olas tremendas y vientos que te impedían estar de pie en cubierta y, finalmente, un día que el mar parecía una laguna, cumplimos el sueño: desembarcar en la isla de Hornos y hacernos fotos en el verdadero “faro del fin del mundo”.P. NadalMadagascar es una isla, pero con la biodiversidad de un continente. Parece que pertenece a África, pero sus habitantes se caracterizan por sus rasgos malayos, hay grandes arrozales y la fauna no tiene nada que ver. Madagascar es un laboratorio viviente lleno de endemismos, rarezas y especies sorprendentes, como los lémures o el árbol pulpo. Los números acogotan: unas 200.000 especies vivas, de ellas, más de 8.000 endémicas; la cuarta parte de las especies de flora de toda África, más de la mitad de las especies conocidas de camaleones y todos los lémures que quedan en la Tierra. Madagascar es tan grande como la península Ibérica y difícil de abarcar en un solo viaje. Visité solo el norte y buceé en lugares maravillosos de la costa noroeste. Volví con una idea fija: tengo que volver a conocer el resto de la isla.Harry HookDos líneas paralelas en fuga se pierden en el infinito como una cremallera oculta entre las dunas de arena. A los lados crecen matorrales desperdigados en busca de humedad. Más allá, un desierto cobrizo se incendia con la luz del amanecer. Y más allá aún, las ruinas de una ciudad de cúpulas vidriadas que recuerda a 'Las mil y una noches'. Es la Ruta de la Seda. El itinerario más famoso del globo. Dos palabras que conjugadas traen a la imaginación caravanas de dromedarios cargados de mercancías preciosas por lugares de nombres tan evocadores como Samarcanda o Taklamakan. La recorrí en un tren especial a través de Turmekistán, Uzbekistán y Kazajistán.Paule SeuxSin duda, el viaje más inconsciente (y peligroso, visto con perspectiva) que he hecho en mi vida. Mediados de los ochenta, dos parejas de amigos veinteañeros decidimos atravesar el Sahara en 4×4 por la Tanezrouf, la pista más larga y solitaria de las que atraviesan el gran desierto. Ninguno tenía experiencia conduciendo todoterrenos, ni pajolera idea de mecánica. Aun así alquilamos un Land Rover Santana agrícola, engañamos al dueño sobre nuestro verdadero destino y nos plantamos en Argelia dispuestos a hacer 1.200 kilómetros de arena, de nada absoluta. En aquella época no existían el GPS, ni el móvil, ni el teléfono satélite, ni nada. El coche se rompió al pasar la frontera con Malí, nos perdimos… Mil penalidades. Lo mejor del viaje: estamos aquí para contarlo.Andrea PistolesiQuienes piensen en Groenlandia como el territorio más salvaje y puro que hayan visitado (y en buena medida así es) es que no conocen la Antártida. Confín de los confines, la última tierra ignota de los mapas. Un viaje a la Antártida es como entrar en el túnel del tiempo y salir en el Cuaternario. Tuve la oportunidad de hacerlo un mes de enero, a bordo del 'Fram', de la noruega Hurtigruten, especializada en cruceros polares. Zarpamos de Ushuahia, Argentina, y tras dos días de navegación por el paso de Drake, uno de los mares más australes y traicioneros del mundo, llegó la recompensa: glaciares, pingüineras con más de 400.000 individuos, ballenas, focas… el planeta en estado puro.“Si vas a San Francisco, no te olvides de ponerte flores en el pelo”, decía el himno 'Flower power' de Scott McKenzie. Yo pasé un verano en San Francisco, no me puse flores en la cabeza (ya no hay 'hippies, sino informáticos), pero sí toda mi ropa de invierno porque en verano hace un frío que pela. Fue una estancia maravillosa, el descubrimiento de la ciudad más europea de EE UU y la inmersión en un estilo de vida injustamente incomprendido en esta otra parte del Atlántico.Gavin HellierEn mi primer viaje al África negra lo pasé “tan bien de mal” que volví inoculado por ese virus que se llama 'africanitis' y que te tiene de por vida enamorado. Entonces el Congo se llamaba aún Zaire y faltaban muchos años para que tutsis y hutus empezaran a matarse a machetazos en la región de los Grandes Lagos. Lo recorrí con la mochila a cuestas, montado en camiones que tomaba en los mercados, en camionetas donde cabían 15, 20, 30 o las personas que hiciera falta, o en cualquier cosa que se moviera por la única pista de tierra que cruza el país. Fue un viaje a la selva impenetrable de Tarzán, al río de Joseph Conrad, a las cataratas de Stanley y a las últimas tribus pigmeas ancladas en la edad de piedra. Todos esos elementos confluyen en esta mancha verde de los mapas de África, donde los hilos de la aventura hilvanan aún el atuendo de los viajeros.P. NadalLa transpirenaica, la gran travesía de la cordillera desde el Mediterráneo hasta el Cantábrico, o viceversa, a lo largo de casi 900 kilómetros de continuo sube y baja, es una clase magistral de ecología para la que no hace falta material didáctico: te vas tropezando con él. Se puede hacer a pie (por el GR 11) o en bicicleta. La hice en solitario y tardé 16 días de esfuerzos agotadores, pinchazos, caídas, kilómetros de piedras y baches, docenas de perros ladrándote a los tobillos y collados a más de 2.000 metros de altitud. Pero también 16 días maravillosos de sensaciones únicas en una naturaleza apabullante.Andrés CamposHabía planeado el viaje con un amigo, pero en el último momento no pudo venir. La decisión era clara: tirar hacia delante, solo. Normalmente Etiopía se mete en el corazón del viajero sin mucho esfuerzo, pero en aquel viaje yo iba más receptivo de lo normal y se me metió en el alma. Etiopía es el país africano que más firmemente ha mantenido su cultura y su identidad. Vinculado a los orígenes más remotos del cristianismo, es un inmenso campo arqueológico. El cliché nos la presenta como un desierto asolado por hambrunas, pero tiene una gran diversidad y una extraordinaria riqueza.Amanda KosterPapúa está lejos de todo y es diferente a todo. La visité con un grupo de amigos buceadores (allí no se suele practicar el submarinismo) para documentar un raro comportamiento de los tiburones ballena que solo se da en la bahía de Cederawasih, al norte de la isla, adonde acuden en grupo a comer de las redes de los pescadores (normalmente comen plancton). Para ello alquilamos un barco y navegamos tres días por costas cuajadas de selvas. Lo que conseguimos filmar justificó de sobra todos los esfuerzos (sobre todo el económico) que sufrimos para llegar allí.P. NadalYelloknife es una ciudad del norte canadiense, a orillas del Gran Lago del Esclavo, que recuerda a la Cicely de 'Doctor en Alaska y a la aldea del Yukón, donde hizo fortuna el Tío Gilito. Desde allí, guiado por el experto en perros árticos Grant Beck, tuve la suerte de participar en una expedición de 10 días a través de la tundra helada con cuatro trineos y 31 perros alaskan husky, los 'fórmula uno' del 'mushing', capaces de correr durante 100 kilómetros en las más duras condiciones. A mitad de viaje nos avitualló una avioneta que amerizó (¿o <'hielozó'?) en un lago helado. Recuerdo el polvo fino en el que se convierte el aire cuando lo respiras a 35 grados bajo cero, la fría noche azulada y las auroras boreales.Wolfgang KaehlerFue mi viaje iniciático. Un recorrido en solitario y en pleno ramadán por el país menos turístico de África, casi diría del mundo, si exceptuamos Corea del Norte. Lo hice en transporte público, normalmente en lo alto de la carga de camiones que cruzaban el desierto de Nubia. Era el único 'hawalla' (extranjero blanco) en cientos de kilómetros. Me impresionó el silencio hiriente del desierto de Nubia al mediodía, el majestuoso Nilo abriéndose paso entre las dunas, los campos de pirámides abandonadas en medio del desierto, las ruinas de una civilización que llegó a gobernar el Bajo Egipto y la pobreza de las aldeas. De este viaje salió mi primer libro de narrativa: 'El cuerno del elefante'.Michael FreemanEl encargo de una revista de moda me llevó a surcar en un barco de lujo las aguas del archipiélago de Sociedad, el principal de la Polinesia Francesa, donde están las islas de Tahití, Bora-Bora o Raiatea. No hay palabras para describir el capricho de viajar en un barco de lujo con 30 tripulantes para 11 clientes. Ni para describir los soberbios paisajes de Tahití y sus islas, que se veían desde la borda. La Polinesia se ha conservado tan pura que estoy seguro de que era casi la misma que vio el capitán Cook cuando estuvo por allí en 1769.Scott WinerCualquier viaje a África estaría entre los 15 mejores de mi vida. África es única, irrepetible. Podría elegir el que hice por Costa de Marfil, o por Kenia, o por Tanzania, pero me quedo con la primera vez que recorrí África austral (Zambia, Zimbabue, Botsuana y Namibia) en camión. Las noches en tienda de campaña al borde de un río lleno de hipopótamos, la visión del río Chobe repleto de animales como un arca de Noé, los estilizados cuellos de las jirafas recortados al amanecer, los baobabs perfilados sobre el ocaso… África engancha.P. Nadal