Volando voy
¿Qué lleva en el equipaje de mano alguien que vuela 30 veces al año? ¿Prefiere pasillo o ventanilla? ¿Pedir agua o una copa? Un redactor de la revista ‘Monocle’ comparte sus trucos para volar mejor y más cómodo. Lo primero, no olvidar el pasaporte
Siempre quise ser periodista de viajes. Al principio quería ser fotógrafo de National Geographic, pero mi idilio con la fotografía silvestre duró poco: la idea de improvisar laboratorios de revelado en medio del desierto y caminar sobre glaciares cargando pesados trípodes me hizo pensármelo dos veces. Con el tiempo empecé a trabajar en Monocle, donde los periodistas viajaban por el mundo para cubrir historias. Era mi trabajo soñado. Con Monocle he volado en hidroavión por las islas Hamilton de Australia, cosechado corcho en Portugal y escrito una guía de Río de Janeiro. Cada año monto en avión entre 25 y 30 veces. Aunque me faltan millas para ir en primera, aquí van algunos consejos —quizás obvios, pero muchas veces pasados por alto— para disfrutar de su vuelo.
Las cinco pes
A la hora de hacer el equipaje no olvide las cinco pes: plata (efectivo suficiente), pilas (las baterías de su cámara, los cargadores de su móvil), papeles (confirmaciones de reservas, certificados de vacunas...), pasaje (llévelo impreso si viaja solo con equipaje de mano, le ahorrará tiempo) y, por supuesto, pasaporte.
Ventana o pasillo
Contrariamente a lo que suele decirse, el asiento de la ventana es mejor que el del pasillo. Aunque tal vez tenga que trepar por encima de sus vecinos si quiere salir de su asiento, tendrá toda una pared a su lado para reposar la cabeza y podrá dormir sin que nadie trepe por encima de usted.
Emergencia, no
La salida de emergencia está sobrevalorada. Los apoyabrazos no se mueven (resulta poco romántico si viaja acompañado) y algunos asientos no se reclinan. Es mejor ahorrarse lo que cobran algunas aerolíneas por estos asientos (entre 10 y 50 euros). Tampoco se siente jamás en la primera fila tras la pared que separa las clases. Da la falsa sensación de que es más espaciosa. Aunque no tendrá a nadie reclinándose encima, no podrá estirar las piernas. Además, casi siempre quedan junto al baño. En www.seatguru.com muestran qué asientos son más cómodos dependiendo del modelo de avión.
Pantuflas, sí
Invierta en unas pantuflas. Quitarse los zapatos le ayudará a relajarse, pero nadie quiere tocar el suelo descalzo. Mucho menos el de los baños, especialmente si el último pasajero que entró se enfrentó a una ligera turbulencia.
Sea educado
Sea considerado con sus vecinos. No hay nada peor que una guerra de codos o rodillas en un vuelo de más de diez horas. No creo que haya una regla sobre quién tiene prioridad sobre el apoyabrazos. Es un juego de velocidad mental: quien piensa pierde.
Acumule millas
Si vuela con frecuencia vale la pena inscribirse en un programa de millas. No es necesariamente mejor hacerlo con la aerolínea en la que se viaja. Yo tengo la tarjeta de Aegean Airlines, aunque solo he ido a Grecia una vez, porque me da más beneficios que la de Lufthansa y ambas son parte de Star Alliance. En www.altimetr.com explican todo el proceso.
Hidrátese
Lleve agua. El principal motivo de los malestares en un avión es la deshidratación. Mínimo un litro de agua para trayectos de cinco horas o menos; el doble si es más de cinco horas.
Anule el ruido
Compre unos auriculares canceladores de ruido, pero no los cascos sino la versión in-ear(como tapones de oídos). De lo contrario tendrá problemas al apoyar su cabeza contra la ventana. Si viaja con un bebé —o junto a uno— sea cortés. Una amiga voló con su hijo de seis meses en un viaje intercontinental y anticipando lo que se preveía llevó tapones y golosinas para quienes estaban alrededor. El bebé no tuvo pataletas y al aterrizar los otros pasajeros le aplaudieron como se aplaude al capitán después de un buen aterrizaje.
Pida mantita
Una manta nunca sobra. Aunque esté viajando a un lugar caliente, a 30.000 pies de altura las temperaturas están por debajo de los cero grados centígrados.
Lleve chicles
Compre goma de mascar o caramelos de menta. Uno nunca sabe quién le tocará al lado: una mujer bonita, un guapo soltero, incluso su próximo jefe... Un aliento fresco puede marcar la diferencia. Además, puede salvarle la vida si su interlocutor habla como un loro pero tiene aliento de perro.
Y si no...
Si todo lo anterior falla, tome una pastilla para dormir. Cuando uno está sedado nada de lo mencionado importa.
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