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FIN DE SEMANA

El Barrio Alto, siempre de moda

Calles estrechas y empinadas en la zona de Lisboa donde mejor se perciben las últimas tendencias

Antonio Jiménez Barca
Maurício Fernandes, en su floristería Em Nome da Rosa, en la Praça do Príncipe Real de Lisboa.
Maurício Fernandes, en su floristería Em Nome da Rosa, en la Praça do Príncipe Real de Lisboa.Ana Nance

Situado entre la Praça do Príncipe Real y la Baixa, el Bairro Alto (Barrio Alto) es una zona en ebullición permanente. Aquí, entre otras cosas, está el último bar y el último bohemio, pero también la sede del colectivo Que se Lixe a Troika, organización que puso al país entero boca arriba hace unos meses a base de multitudinarias manifestaciones seguidas por todos.

Hay tiendas recientes, de una contemporaneidad apabullante, pero también viejas tascas o casas de comidas en las que siempre hay más camareros que clientes y donde saben diez maneras distintas de cocinar el bacalao. Hay bares casi íntimos, cafés medio literarios donde uno podía hasta hace poco encontrarse a Tabucchi o, incluso, al mismísimo Pereira. Los vendedores en las tiendas aseguran que la mayoría de los clientes son turistas, que los portugueses, los lisboetas, andan demasiado ahogados por esta crisis omnipresente. Es verdad. Pero también lo es que por la noche el Bairro Alto revive habitado por los mismos lisboetas a los que la economía acogota pero no derrumba.

Cierran muchos locales. Pero otros abren, al socaire de alquileres que bajan y de un optimismo que sale de quién sabe dónde. Las calles son estrechas, empinadas, y si uno se descuida bajando acaba en el Tajo, mirando cómo atardece en esta parte de occidente en que el agua salobre ni es río ni es mar. Y si se descuida subiendo lo más seguro es que acabe en uno de esos miradores encantados desde los que se contempla toda la ciudad agarrada a las colinas a la luz dorada de las ocho en verano. El Bairro Alto es la parte de Lisboa que quiere escapar del tipismo acaparador de la Lisboa de postal, la que aspira a una modernidad que también es muy típicamente lisboeta.

ESPAÇO B

RUA D. PEDRO V, 120

Los encargados del Espaço B de Lisboa.
Los encargados del Espaço B de Lisboa.Ana Nance

A un paso de la Praça do Príncipe Real, Espaço B es una tienda moderna en la que uno encuentra desde la zapatilla de moda a un reloj exclusivo pasando por libros de arte lujosos (hace unos días estaba expuesto un catálogo sobre la colección de arte parisiense desguazada en una subasta de Pierre Bergué e Ives Saint Laurent). Nada indica que la tienda está en el corazón de Lisboa. De hecho, podría transplantarse al Le Marais parisiense o a la madrileña calle de Fuencarral. “Es una suerte de bazar especial: las grandes marcas están en la avenida de La Libertade. Aquí viene gente que busca algo más alternativo”, explica Diogo, el empleado. La decoración es abstracta, limpia, con algo de tienda de duty free. Abrió hace tres años y, según explica el empleado, marcha bien a pesar de la crisis gracias a las compras de los turistas.

CAFÉ NATA

CALÇADA DO COMBRO, 18

Situado en plena ruta del histórico y turístico tranvía 28, el Café Nata es la manera moderna de degustar una vieja tradición portuguesa: los pasteles de nata. Hace tiempo que un ministro de Economía animó para su comercialización, a fin de conseguir levantar las marchitas exportaciones. Con horno propio, un ambiente minimalista, el café es el lugar ideal para comenzar la exploración del Bairro Alto. También tiene licores típicamente portugueses y, como todos los establecimientos lisboetas, un buen café concentrado servido en tazas minúsculas. El lema del local es sintomático: “El mundo necesita crema”.

FEIRA DA LADRA

ALFAMA

Baldes de colores en la Feria da Ladra, en Alfama.
Baldes de colores en la Feria da Ladra, en Alfama.Ana Nance

La Feira da Ladra, literalmente, mercado de la ladrona. El origen del nombre viene del lugar en el que se vendía (¿se vende?) la mercancía robada. Es el mercado de viejo que toda ciudad con historia mantiene. Encaramado en el corazón de la Alfama, en las callejuelas que trepan hacia el castillo de San Jorge, el lugar es un sueño. Callecitas torturadas por una pendiente descomunal y rúas que serpentean a lo largo de casas que parece que tienen la misma camiseta tendida desde los años setenta. Si, además, le gusta comprar antigüedades, libros raros, muebles viejos, ropa de los hippies, adornitos peruanos o piezas de motores que a saber de dónde vienen, ha llegado a su lugar.

LA RIBERA DEL TAJO

DESDE EL TERREIRO DO PAÇO HASTA BELEM

Vistas al Tajo desde una terraza del Barrio Alto.
Vistas al Tajo desde una terraza del Barrio Alto.a.n.

Lisboa, poco a poco, gana su pulso al río. El majestuoso estuario salobre del Tajo besa toda la parte baja de la ciudad. Pero hasta hace poco era difícil pasear por la ribera desde la hermosísima plaza del Terreiro do Paço hasta Belem. Ahora sí se puede. Más de siete kilómetros de caminata. En ellos hay puertos deportivos, puertos normales, restaurantes, edificios municipales, bares, paseos, pistas de pádel y naves industriales —muchas vacías— que guardan el encanto portuario de hace años. Al fondo, el perfil rojo del puente 25 de Abril. Si uno se acerca a las ocho de la mañana, a esa hora ambigua, ve a los que se aprestan a comenzar la mañana corriendo a la vera del río junto con los que aún no saben que la noche, ay, acabó ya.

MERCY HOTEL

RUA DA MISERICORDIA, 76

Tejados de Lisboa desde una terraza del hotel Mercy.
Tejados de Lisboa desde una terraza del hotel Mercy.a.n.

Este es un hotel boutique. Ronny, el botones, con bombín, metro ochenta y chaqué impoluto, muestra el bar interior, oscuro, hipermoderno, las habitaciones sacadas de un catálogo de hoteles de última generación neoyorquina y el restaurante de gusto oriental. También, la futura terraza, actualmente en construcción. El Mercy es un hotel, sobre todo, según explican sus responsables, que invita a dormir plácidamente para salir de mañana a comerse la ciudad. Su emplazamiento es idóneo y estratégico: en medio del Bairro Alto, a un paso de todo lo que importa en Lisboa. Además, si no ha tenido tiempo ni ganas, puede que encuentre la chaqueta ideal entre los maniquíes que pueblan el inquietante vestíbulo, poblado con modelos especialmente diseñados para este espacio.

QUIOSCO

PRAÇA DO PRÍNCIPE REAL

La terraza y el quiosco de la Praça do Príncipe Real.
La terraza y el quiosco de la Praça do Príncipe Real.a.n.

Esto no es moderno. Esto es muy antiguo, tanto como la plaza. Abierto por la mañana, es la excusa perfecta para un café solo y tranquilo (el café en Lisboa es inmejorable en todos los sitios), y leer en el periódico las últimas desgracias económicas. Por la tarde es distinto: el quiosco, enclavado en una esquina de la plaza y del jardín, sirve de epicentro del Bairro Alto, y se convierte en un inevitable punto de encuentro para las oleadas de jóvenes que desde aquí se toman la primera, sentados o de pie, y se desperdigan después hacia los bares y locales de la zona.

HOTEL MONTE BELVEDERE

RUA SANTA CATALINA, 17

Salón del hotel Monte Belvedere.
Salón del hotel Monte Belvedere.a.n.

Hotel familiar. Acogedor. Situado en una vieja fábrica de perfumes cuando en el centro de Lisboa aún había talleres. Decorado con gusto y sencillez. Con una terraza que se abre a la luz inmensa de la desembocadura del río. Vera, su encargada, insiste en que persiguen el trato cercano, el hacerse casi amigos de los huéspedes, el intento de mostrarles la verdadera Lisboa, la que se oculta detrás de los tópicos, incluyendo la parte mala. Un hotel, añade, en el que lo que más importa es el factor humano. De ahí el número de habitaciones, que no pasa de la decena. Aquí se conocen todos. El establecimiento abrió hace un año y no desentona en una ciudad que sigue siendo, sobre todo, esencialmente humana.

PENSÃO AMOR

RUA DO ALECRIM, 19

Este es un sitio original. Un antiguo y señorial piso del siglo XVIII que en tiempos albergó un prostíbulo marinero que funcionaba con una quincena de habitaciones. A un paso del río. Ahora, rehabilitado como bar y espacio para eventos y presentaciones, todo en la decoración recuerda al sexo. Grabados eróticos en las paredes, frescos en los techos, estatuas en las esquinas. Los muebles (las sillas, las mesas, los sofás, los tapizados) destilan cierto aroma a burdel de cierto empaque. En una de las salas, iluminada con luz cruda, luce de forma chocante la cabeza coronada de una cornamenta de un ciervo macho de gran tamaño. Cierra muy tarde. Pero no todo es sexo: las caipiriñas, por ejemplo, también están muy buenas.

ALEXANDRA MOURA

RUA DOM PEDRO V

Alexandra Moura es una emergente diseñadora de ropa y calzado portuguesa. Su tienda, abierta hace algunos años, se nutre no solo de sus producciones sino de aportaciones de otros artesanos-artistas portugueses a los que ella ha querido echar una mano. Así que al lado de la colección de verano uno encuentra unos jarrones de cerámica hermosísimos. No es raro encontrarse a la misma Alexandra trabajando en el piso de arriba, ya que el atelier de la diseñadora forma parte de la tienda. También aquí, como en Espaço B —de hecho se encuentran a un paso—, la clientela habitual está formada de turistas que no se conforman con lo primero que ofrece la ciudad.

EM NOME DA ROSA

PRAÇA DO PRÍNCIPE REAL

Esta floristería de inspiración francesa (lo dice la empleada, Luisa) se encuentra en un lugar original: el vestíbulo de un viejo edificio en la Praça do Príncipe Real. Por eso no es extraño que mientras el cliente compra, la gente que trabaja en la planta segunda o tercera pase por la tienda, se despida y se largue. De hecho, da la impresión de que el mostrador fue en su tiempo una parte de la portería. Luisa explica que la floristería busca, sobre todo, la calidad. Los ramos son, según explica, “simples, pero con buen gusto”. Están especializados en bodas, bautizos y ramos de empresas. Pero aunque uno no esté inmerso en ninguna de esas circunstancias, vale la pena acercarse aunque solo sea para ver cómo se metamorfosea un portal en una floristería, toda una metáfora de la esencia de lo urbano.

ORPHEU CAFFÉ

PRAÇA DO PRÍNCIPE REAL, 5-A

Aires anglosajones en el Orpheu Caffé.
Aires anglosajones en el Orpheu Caffé.a.n.

Está en un esquinazo de la Praça do Príncipe Real. El Orpheu es un café recoleto, estrecho, cuidado. El brunch de los domingos dicen que es bueno. En los días laborables hay ensaladas y tartas. Es, sobre todo, un sitio que te aparta del bullicio de la plaza o del sol de las sucesivas olas de calor que sofocan a veces la ciudad en julio. Tiene un aire anglosajón muy del gusto de los lisboetas. Decorado con gracia, con mesas disímiles, jarroncitos con mimosas y sillas cada una de su padre y de su madre, como mandan los cánones de ahora. Con música blanda de jazz, el local invita a la calma. Un lugar ideal para leer una novela o ponerse a escribir una si se tiene tiempo.

LOSTIN

RUA DOM PEDRO V, 56

El lugar, en origen, se llamaba Lost in Esplanada (literalmente, perdido en la terracita). Se encuentra en una bocacalle estrecha y a veces es difícil de encontrar. Pero el lugar merece la pena: sillas con motivos orientales, una estatua de Shiva presidiéndolo todo, tumbonas, telas de Goa. Todo, al servicio de una terraza con impresionantes vistas a la ciudad al atardecer. Si le gusta el rollo oriental (aunque descafeinado) ha encontrado su sitio en la ciudad. Si le gustan las vistas de Lisboa, pues también. Hay una tienda anexa que vende vestidos indios, saris y adornos llegados directamente de Nueva Delhi.

RESTAURANTE POVOLISBOA

RUA NOVA DO CARVALHO, 32

Restaurante Povolisboa, donde sirven ‘pataniscas’ (buñuelos) de bacalao.
Restaurante Povolisboa, donde sirven ‘pataniscas’ (buñuelos) de bacalao.a.n.

Casi al pie del río ya, en plena zona de la marcha nocturna, este restaurante bar, moderno-antiguo, ofrece algo muy portugués: los petiscos, esto es, una suerte de aperitivo tapa que a veces quita el hambre y a veces te la redobla. Pida aquí los caracoles, la ensalada de pulpo o las pataniscas de bacalao. Abierto hasta las cuatro de la mañana, el Povolisboa sirve para insuflar gasolina si uno, en lo alto de la madrugada, renquea. También hay algunas noches determinadas conciertos de fadistas buenos, pero desconocidos, a los que, con el tiempo, el local les edita el primer CD de su carrera.

RESTURANTE SOL E PESCA

RUA NOVA DE CARVALHO, 30

Pescados en lata, la especialidad de la tasca Sol e Pesca.
Pescados en lata, la especialidad de la tasca Sol e Pesca.a.n.

A un paso del PovoLisboa, otro concepto: un lugar pequeñajo, con algunas mesas en la acera y con el interior decorado con aparejos y útiles de pesca. Anzuelos, cañas, redes, impermeables, capuchas de plástico como el del anuncio de Pescanova y grabados de veleros llenando las paredes. Y latas: cientos de latas de conserva apiladas como en un almacén en las estanterías, a la vista de la clientela. Latas de atún, de sardinas, de melva… La especialidad de la casa, según avisa la carta, es la tosta con pescado en lata.

 

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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