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VIAJEROS URBANOS

El pueblo 'hippie' de Malaui

Nkhata Bay es uno de los destinos preferidos de mochileros en este país africano

Saludo de unos niños de Nkhata Bay.
Saludo de unos niños de Nkhata Bay.Javier Domínguez Reguero

Nkhata Bay, en el norte de Malaui, es la mejor parada junto al lago del país para jóvenes y mochileros que buscan diversión. A 50 kilómetros de Mzuzu, la capital septentrional de Malaui, Nkhata Bay combina mañanas repletas de actividades con noches de marcha que terminan cuando sale el sol. A lo largo de dos bahías parejas, separadas por una península que hace de embarcadero, este pueblo de 15.000 habitantes, dispone de varios hostales ecoturísticos.

Muy cerca de la improvisada estación de minibuses y furgonetas reconvertidas en transporte turístico se encuentran alojamientos como Mayoka Village. Este hostal, incrustado en la colina que indica el camino a la playa de Chikale, concentra la mayor proporción de viajeros. Pero también están bien Butterfly Space Lodge o Aqua África.

El ambiente en los alojamientos está impregnado del espíritu hippie y relajado del municipio. Aptos para todos los bolsillos, con un menú variado y una filosofía respetuosa con el medio ambiente, los hostales son los encargados de poner el entretenimiento ofreciendo distintas actividades: paseos por las aldeas colindantes, kayak, buceo, saltos de altura al lago, dar de comer a las águilas acuáticas… Si se desea sumergirse en el lago Malaui, Aqua África dispone de cursos de submarinismo adecuados a todo tipo de personas y experiencia. Las inmersiones en plena noche son toda una experiencia que no hay que dejar de probar si se cuenta con presupuesto.

Las mañanas en Nkhata Bay comienzan lentas, mecidas por una hamaca. Las actividades se planean tras la comida y es entonces cuando el pueblo cobra vida. Su mercado es una algarabía en las primeras horas de la tarde. Se venden frutas y verduras, carnes, pescado, ropa, utensilios de cocina, de baño… un collage comercial para perderse e impregnarse de la idiosincrasia del pueblo.

En los puestos de artesanía, el esparto cobra protagonismo en los sombreros, cestas y alfombras. En ellos se pueden comprar todo tipo de figuras de madera, pulseras, collares y souvenirs. Los comerciantes reflejan el buen rollo que hay aquí con los viajeros. Se puede ver a los vendedores  intentar cerrar una venta mientras enseñan a los clientes a jugar al bao, una especie de ajedrez con el que los malauís pasan las horas.

Tras la visita vespertina al mercado, a pocos metros se puede disfrutar de un partido de fútbol en el corazón del pueblo. Enfrente de la prisión, una explanada hace las veces de terreno de juego y lugar de espectáculo para los locales. Desde la terraza del Kaya Papaya se puede ver el partido mientras se comienza con la cerveza antes de que caiga la noche.

Para cenar, la opción segura es siempre el menú variado y sabroso de los hostales. Pero también es aconsejable acercarse a HotSpot o a H&M, ambos en el centro del pueblo, para dejarse sorprender por la comida malauí. No esperen la carta, le servirán lo que haya esa noche. De seguro, pollo con nsima, las gachas de maíz que constituyen el plato típico de Malaui, y verduras junto con patatas fritas será la principal opción.

Con la llegada del atardecer llega la fiesta. La música se apodera de los pubs y bares del pueblo, cuyos atronadores altavoces retumban en las colinas que bordean el lago. Lo mejor es dejarse llevar.

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