Un París de fideos y té
Sopa vietnamita o trajes chinos. Ruta por restaurantes, tiendas y museos asiáticos de la capital francesa
Las chinatowns parisienses se hallan principalmente en los barrios de Belleville y Tolbiac, donde residen las diversas comunidades orientales. Pero la cultura y gastronomía de Extremo Oriente se dejan sentir también por toda la ciudad en forma de tiendas de objetos decorativos japoneses, modestos restaurantes vietnamitas de comida rápida o museos de arte oriental. He aquí una selección de los principales lugares que conforman el mapa del París asiático:
La Chinatown de Tolbiac
Si nos bajamos en la estación de metro Tolbiac (no lejos de la nueva e imponente Biblioteca Nacional de Francia) y tomamos la calle de igual nombre, pronto aparecerán pistas asiáticas en nuestro camino: un enorme restaurante tailandés con esculturas de elefantes en la puerta —Paradis Thai—, una tienda de regalos donde los budas felices y los cuencos para el arroz copan el escaparate —Soleil d’Asie— y otros lugares sin más pretensiones. El aroma de la cocina asiática nos guiará hasta el cruce entre las avenidas de Ivry con Choisy, que resultan ser dos calles arboladas relativamente estrechas, muy agradables para pasear.
Un clásico plan de fin de semana es acercarse a comer especialidades orientales por el barrio, pero la elección de restaurante no es tarea fácil debido a la gran variedad de propuestas. Por las colas que se forman a la entrada, es sencillo deducir que uno de los más populares es el vietnamita Pho Banh Cuon 14 (129, avenida de Choisy). Después de reparar en ella por primera vez, nos sorprenderá encontrar la palabra “Pho” escrita por doquier: es el nombre de una sopa presente en la mayoría de los restaurantes del distrito. Por unos siete u ocho euros nos servirán en cualquiera de ellos un sabroso caldo muy reconfortante con tallarines de arroz y carne de ternera.
Optar por comer en el centro comercial que alberga una de las sucursales del inmenso supermercado asiático Tang Frères (44, avenida de Ivry) no es mala idea, pues allí se concentra una gran variedad de cocinas de todo el sureste asiático. En Chheng Sim sirven recetas jemeres de Camboya, y en Lao Duang Dy podemos ver a algunos comensales probando platos típicos de Laos. Además de restaurantes, en el centro comercial encontraremos tiendas de artesanía asiática. Y para terminar el periplo por el barrio no ha de faltar la esperada visita al gran emporio de los hermanos Tang. Allí encontraremos salsas de diversas densidades y colores, frutas con aspecto de pez globo, tallarines en todas sus manifestaciones posibles, tés negros, verdes y rojos, una sección de comida gourmet y otra de cerámica blanquiazul.
Vida de barrio en Belleville
En la de Belleville y otras calles y callejuelas aledañas —de la Présentation, de Louis Bonnet— encontramos también una enorme variedad de locales donde acuden aquellos que añoran Shanghái, Ho Chi Minh y otras ciudades asiáticas. En un extremo hallamos el pomposo salón de banquetes Le Président (120-124, calle de Faubourg du Temple), encantadoramente venido a menos, pero todavía con el glamour que le proporciona su gran escalinata, y en el otro, el diminuto Saigon Sandwich (8, calle de la Présentation), cuna del auténtico bocadillo vietnamita banh mi, que, sorprendentemente, contiene francesísimo paté y pan de baguette entre sus ingredientes. El resto de la calle de Belleville es un sinfín de boles de sopa de fideos hechos a mano, de wanton y panecillos al vapor (mantou) y de ancas de rana, berenjenas rebozadas con sal y pimienta o ensalada de medusa… La sopa de empanadillas rellenas de apio y cerdo que sirven en el salón de té Wen Zhou (24, calle de Belleville) es memorable.
Y para dejarse ver hay que acudir a la terraza del café Aux Folies (8, calle de Belleville), aunque probablemente pasemos desapercibidos ante la enorme variedad de tipos humanos que se dan cita en él. En su esquina, la peatonal calle de Dénoyez, plagada de colorines, grafitis y estarcidos, es también punto de encuentro de personajes muy curiosos.
En cuanto a objetos procedentes de Asia, se puede destacar la clásica tienda Le Chat Huant (52, calle de Galande), a dos pasos de Saint Michel y de la iglesia de Saint-Julien-le-Pauvre, con una buena selección de curiosidades. En el barrio contiguo, el distrito 6º, se encuentra Sinologie (20, calle de Monsieur Le Prince), repleta de vestimentas tradicionales chinas tanto para hombre como para mujer, así como de complementos y objetos de la época maoísta. El universo de los reposapalillos en forma de rodaja de kiwi y de los gatitos que saludan con la zarpa izquierda nos espera en Kimonoya (11, calle de Pont Louis Philippe), donde además poseen un buen surtido de material caligráfico. La calle donde se encuentra es casi tan encantadora como el propio establecimiento. Y tendremos que subir un poco, hacia el número 72 del bulevar de Sébastopol, para visitar la mejor librería asiática de la capital francesa: Le Phénix, cuya selección es rigurosa y acertada.
Por último, París también es un lugar ideal para acercarse al arte asiático en colecciones como la del Museo Guimet (6, plaza de Iéna), que requiere una mañana entera, o la de su hermano algo más pequeño, el Museo Cernuschi (7, avenida de Vélasquez). Fundado en el siglo XIX por el financiero de igual nombre, el museo se ubica en una villa cercana al parque Monceau, que, de paso, también merece una visita. Y para terminar es posible retroceder en el tiempo a la época en la que Francia no tenía nada que envidiar al Reino Unido como importadora de té procedente de sus colonias asiáticas: en Mariage et Frères (con varias direcciones) se pueden comprar todo tipo de tés a granel y algo mejor todavía: merendar scones y bizcochos en uno de sus refinados salones, que nos generan irrefrenables ganas de estirar el dedo meñique al agarrar la taza.
» Mercedes Cebrián es autora de La nueva taxidermia (Mondadori).
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