Comemos en el Sopitas
La Rioja Baja en seis saltos entre la buena mesa, la naturaleza y las aguas termales
La denominación Rioja mediterránea (o Rioja oriental) suplanta a la de Rioja Baja y se aviene mejor con un paisaje que recibe al viajero sin vanidad ni pedantería, con luminosas panorámicas y cielos inacabables.
01 Monte Yerga
“Un pueblo que no bebe su vino tiene un grave problema de identidad”. La frase es de Vázquez Montalbán, pero bien podría haberla dicho Álvaro Palacios, enólogo creador de vinos emblemáticos como L’Ermita o Finca Dofí en el Priorat. Es originario de Alfaro (www.bodegaspalaciosremondo.com) y defensor de la identificación de los vinos con la tierra. Hace unos años volvió a Monte Yerga para hacer vinos como La Montesa, La Vendimia o El Placet, un blanco.
Este monte es como un brazo del Moncayo y ejerce de piedra angular y brújula de la Rioja mediterránea. La meteorología y la topografía se conjuran para pintar un paisaje de murales que se desliza y remonta. Nada es arbitrario. Hay 3.750 hectáreas de viña; un horizonte en el que, según Palacios, se dan cita la ordenación y la afinidad de los elementos.
02 Igea
Sus bienes más preciados son el puente medieval que atraviesa el río Linares y el palacio del marqués Casa de la Torre, una de las construcciones civiles más importantes de La Rioja. Data del siglo XVIII, es de estilo florentino. Otro bien más actual son las manzanas Finca Señorío de Rioja, que crecen aquí, en la sierra de Alcarama. Su variedad Fuji está arrasando. Las reconocerá por el precio, hasta un euro la unidad, y por el sabor. Son manzanas de altura, de maduración lenta y, sobre todo, de lujo; eche un vistazo: www.fincasenorioderioja.com.
En esta cordillera encontrará yacimientos paleontológicos con huellas de dinosaurios, como la Era del Peladillo. En el pueblo se halla el Centro de Interpretación Paleontológica de La Rioja. Le recibirá la señora Pilar, gran comunicadora que despertará en usted la experiencia contemplativa.
03 Cervera del Río Alhama
Al entrar se ven muchas tiendas de alpargatas. El carácter emprendedor de los cerveranos se ha centrado en esta industria y, por supuesto, hay Museo de la Alpargata.
Una impresionante peña, en cuya cima reposan las ruinas de un castillo, divide el pueblo en dos barrios (San Gil y Santa Ana) y hace que se reconozca a la legua.
En Serrano (Mayor de San Gil, 35) está el mejor embutido; quedará estupendamente llevando chorizo y salchichón a sus amigos. Si al comprarlo acude el hambre sepa que La Rubia (941 19 80 50) o San Gil (941 19 86 70) son lugares a tener en cuenta.
A dos pasos, conviene atreverse con el yacimiento arqueológico Contrebia Leukade para pasear por una ciudad romana repleta de simbolismo, progresos tecnológicos y un avanzado urbanismo.
04 Alfaro
Antes de entrar en la ciudad es preciso conocer la reserva natural de los Sotos del Ebro. Se localiza en la ribera que une dos afluentes: el Alhama y el Aragón, y es la fiesta de la fauna. En torno al río podrá descubrir, entre otros, gallinetas, fochas, somormujos; y también, con paciencia y prismáticos, la garza imperial, el milano negro o el martín pescador. Todo está en orden, incluso las 160 especies de aves que frecuentan la reserva. La luz da vigor a los álamos de enfrente y todo transmite serenidad. Hay una relación tan segura entre la tierra, el agua, la vegetación y el cielo que sentirá que pasea por un cuadro impresionista. En el centro de Alfaro sentirá la llamada de la cigüeña blanca. Su presencia se adueña de la colegiata de San Miguel. Por cualquier recoveco hay nidos. Se recomienda presenciar el espectáculo desde la terraza o el salón del casino La Unión, fundado en 1910. Si lo suyo es el billar, en la primera planta será feliz. Para combatir la impresión, sepa que en la confitería Marcos hacen el dulce más famoso de la ciudad: los rusos.
05 Calahorra
Los bares hacen mucho por una ciudad. Al probar el pincho de tortilla o sus famosos “champis” y ver el ambiente del bar Las Vegas (calle de los Toriles, 10) se entiende a los que llaman “Andalucía del norte” a la Rioja mediterránea. Es una barra extraordinariamente rítmica.
Hay que ver Calahorra en jueves, día de mercado. La pasión y el respeto que siente la ciudad por las verduras hace que asista toda la comarca. Por la calle Grande hasta la plaza “del raso” se suceden los puestos. Mucha atención a la tienda La María (Grande, 1).
Junto a la iglesia de San Francisco se encuentra el Museo de la Verdura, toda una declaración de principios y un fértil paseo pedagógico por una verdura protegida desde el terreno a la conserva.
06 Arnedo
Lo primero será el impacto: autobuses llenos de gente dispuesta a comprar zapatos en el gran outlet de las afueras. Se entiende entonces que se diga: “Arnedo, ciudad del calzado”. Si le turba la visión del bazar, por favor, que la ruta de bares incluya el Layma (también llamado Morros), para probar gordillas en salsa y oreja rebozada; y El Iris, palpitante y divertido. Para comer, conviene tirar de clásico: el Sopitas. Si se va de Arnedo sin probar o comprar Fardelejos, dulce típico, puede que su conciencia no quede tranquila.
07 Arnedillo
Una estupenda opción para practicar senderismo es arriesgarse con la Vía Verde del Cidacos que va de Calahorra a Arnedillo. Tanto si lo consigue como si no, al llegar a Arnedillo haga lo posible para que el instinto le guíe a las pozas termales, auténtico tesoro entre montañas. Esas aguas tienen el carburante necesario para seguir. No hay nada de elegiaco. Es un baño en simbiosis con el entorno. Y aun a riesgo de quemarse, el viajero lo capta a flor de piel y sale de ahí repuesto y lleno de energía.
» Use Lahoz es autor de la novela La estación perdida (Alfaguara).
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