Desmadre en Taipei
El director de cine Juanma Carrillo comenzó su viaje a la isla de Taiwán con una noche movidita

Al enterarse de que unos amigos se habían trasladado a Taipei, Juanma Carrillo decidió aprovechar para conocer la capital de la isla de Taiwán. El director de cine, que presenta la instalación Demasiado lujo para tanta tristeza en el festival cultural ArtInGroup (hasta el 15 de diciembre en Valencia), comenzó el viaje con una noche movidita.

¿Qué le pasó?
Llegué a casa de mis amigos y cenamos en Ben Shabu Shabu, un restaurante de shabu shabu. Se trata de un plato que se come en una mesa con una marmita central donde hierve una sopa que viene acompañada de diferentes carnes semicrudas que cada uno va cocinando.
Todo parece bastante normal…
Mis amigos me propusieron salir, pero, como sufría jet lag, decidí quedarme en casa. Me instalé en el salón y en mitad de la noche oí el ruido de la puerta.
¿Volvían sus amigos?
¡Y 15 personas más! Llegaban superanimados y con ganas de fiesta… privada. No me dijeron nada, pusieron música y empezaron a bailar. No entendía nada.
¿Se unió a la fiesta?
Cuando unos chicos se quitaron sus camisetas, me quedé descolocado; me sentía un poco Paco Martínez Soria. Mis amigos me metieron en su habitación y cerraron las puertas.
¡Qué panorama!
El piso era muy pequeño y las puertas, semitransparentes, por lo que no pude evitar ver y escuchar todo lo que ocurría en el salón ¡Estaba siendo espectador de una orgía en la que no iba a participar!
¿Cómo amaneció?
Me levanté el primero, cogí la Vespa de mis amigos y me acerqué al rascacielos 101, que durante un tiempo fue el más alto del mundo. También recorrí el SOGO, un barrio con un ambiente neoyorquino.
¿Había modernos?
Muchos, pero muy diferentes a los occidentales. Tuve una sensación continua de Lost in Translation, aunque suene tópico. Estuve en una tienda de vinilos donde encontré una edición especial de Arcade Fire y multitud de discos españoles de Elephant Records.
¿Encontró gangas en el barrio tecnológico?
No paraba de llover y Guang Hua, lleno de neones y gente, me recordó a un escenario distópico, estilo Blade Runner. Por la noche visité el MOCA, museo dedicado al arte contemporáneo en un edificio de los años veinte, y el mercado nocturno de Snake Alley. Es una ciudad rara porque no es turística y no es especialmente bonita, pero para mí fue inolvidable.
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