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VIAJEROS URBANOS

Un mercado muy bio en Bremen

Esta ciudad alemana tiene 37 mercados semanales que se reparten por todos sus barrios El de Findorff reúne a productores locales que venden sin intermediarios

Emma Maddalosso

Bremen tiene 37 mercados semanales que se reparten y, en ocasiones, se esconden por todos sus barrios. El más famoso se celebra diariamente a los pies de la catedral, una curiosa mezcla de ambiente mediterráneo y nórdico con sus puestos de fruta y verdura y una espectacular zona dedicada a las flores, a la sombra de la Unser Lieben Frauen Kirche, la iglesia más bonita de la ciudad. Sin embargo es en el barrio de Findorff, algo alejado del centro (Neukirchstraße, 28195), donde encontramos un mercado más vivaz, familiar y con un gran protagonismo del cultivo biológico. Aquí la conciencia ecológica y la obsesión por la etiqueta “bio” que caracteriza a los habitantes de Bremen alcanzan su máxima. En el mercado de Findorff la gran mayoría de los puestos cuelgan el cartel de “cosecha propia” y ofrecen productos de la tierra sin pesticidas, aditivos o fertilizantes. Auténtico producto de temporada. Con precios más elevados, eso sí.

Un plan perfecto para las mañanas de sábado puede ser desayunar en el mercado: comprar un puñado de albaricoques turcos, un panecillo de miel y canela o un pedazo de butterkuchen en alguna de las panaderías, ecológicas por supuesto, y acompañarlo de un café del curioso Espressomobil, un camioncillo con cafetera incorporada que aparca en uno de los laterales del mercado. Después del desayuno podemos pasar la mañana entre sus más de 100 puestos.

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Aproximadamente un tercio de los vendedores de este mercado son pequeños agricultores que traen sus productos y los venden directamente sin intermediarios. Es el caso de Anne Lindemann, una anciana encantadora que me ofrece una rebanada de pan de calabaza, horneado esa misma mañana, mientras me cuenta que lleva 47 años en este mercado. Todos los martes, jueves y sábados monta su puesto con esmero: los productos van colocados sobre diferentes cestas de mimbre y fruteros. Todo adornado con mantelitos, tapetes y otros detalles que hacen de su puesto el más coqueto del mercado.

En Findorff podemos comprar muchos productos de la región, aunque hay algunos vendedores llegados de otros puntos de Alemania, incluso de la vecina Holanda. Deambulando por el mercado llama la atención la larga cola frente al puesto de leche fresca y una vez más, nos damos cuenta del valor que se da en esta ciudad a los productos naturales y al pequeño comercio. Destacan también las mostazas artesanales elaboradas por Detlev Grunwald, uno de los pocos fabricantes tradicionales de mostaza que quedan en Alemania y que tiene su taller en Oldenburgo, a pocos kilómetros de Bremen. Los más carnívoros quedarán extasiados ante los puestos de carnes preparadas con todo tipo de aderezos para cocinar en barbacoa, que pese al mal tiempo que castiga continuamente esta ciudad es una costumbre muy popular en cuanto el calendario, que no las temperaturas, indica primavera. Quienes quieran hacer suya la filosofía de este mercado pueden empezar comprando por solo 0,25 euros pequeñas plantas de lechuga y probar suerte en sus jardines o terrazas. Quesos, miel y huevos de granjas de la zona son otras compras recomendadas. Ciertamente, el sabor superará con creces al envasado en una estantería de supermercado.

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