Ibiza, descarada belleza
Puesta de sol en Cap d’es Falcò, una copa en Lío, el sitio de moda de la ciudad, o una caldereta de pescado en El Bigotes, en Cala Mastella. Tranquila o frenética, la isla no decepciona nunca
Ibiza es atractiva, alegre, loca y cosmopolita, llena de aventureros. Desde el mediodía hasta la madrugada, la gente se apresura a interactuar con el lugar y a divertirse. Solo durante las primeras horas de la mañana, cuando la mayoría se refugia en algunas horas de sueño, Ibiza ciudad se da un respiro. No se apaga plenamente, recarga pilas con ligereza para lo que vendrá.
8.30 Desayuno mediterráneo
Justo antes de que llegue la primera bocanada de calor y humedad, el desayuno se antoja ni muy ligero ni muy fuerte. En la plaza del Parque está el café Madagascar (1) con sus zumos y cócteles de frutas, tostadas con tomate y aceite o sus deliciosos pasteles. Otro lugar para desayunar bien (o cenar) es el Blue Marlin (www.bluemarlinibiza.com), recién abierto en el puerto de amarre de la Marina (www.marinaibiza.com) y en la estela del veterano Blue Marlin de Cala Jondal.
10.00 Paseo blanco
Asomarse al mar desde las murallas de Dalt Vila (2) es contemplar la perspectiva histórica de aquellos que las construyeron (durante 40 años en el siglo XVI) para defender la isla de la alianza turco-francesa. Por calles blancas, no está de más pasarse por la catedral (3), dedicada a Santa María, con su estilo gótico clásico del siglo XIII, y visitar en la plaza el Museo Arqueológico de Ibiza (4).
12.00 En La Marina
Junto al puerto, las calles del barrio de La Marina (5) albergan tiendas de ropa y artesanía, restaurantes y galerías. Es el barrio clásico de Ibiza. Los pescadores vivieron aquí hasta principios del siglo XX y hoy es un hervidero de visitantes. En un extremo, el puerto tiene un obelisco dedicado a los piratas (“único en el mundo”, según dicen los lugareños). Este Monumento a los Corsarios (6) se levantó en 1906 para recordar a aquellos que, apoyando a la Marina oficial, defendieron la isla lanzando “frascos de fuego” (vasijas llenas de pólvora) para doblegar a los buques enemigos.
14.00 Una comida encantadora
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Más allá, a lo largo de la calle de la Virgen (7) cualquiera puede matar varios pájaros de un tiro: tomar un cóctel, comer e ir de compras. Pero es muy recomendable avanzar unos pasos y comer en el patio del restaurante La Brasa (8) algún guiso de pescado o cordero al horno. Para tener una buena digestión hay que caminar hasta la playa de Ses Figueretes (9). Si se dispone de coche, no estaría nada mal dirigirse para comer a Cala Mastella y degustar la deliciosa caldereta de pescado de El Bigotes, un chiringuito sobre la roca (no reservan, hay que ir y pedir vez). Y otra estupenda pista para ir con coche (a unos 20 minutos de la ciudad): La Escollera (www.laescollera.es), en la carretera Las Salinas hacia la playa Es Cavallet (al final de la playa espera El Chiringay, el chiringuito gay playero más famoso de Ibiza).
16.00 El mercadillo de los miércoles
Merece la pena encaminarse hasta Santa Eulalia (junto a Ibiza ciudad) para llegar a Es Canar (10) y pasear por su mercadillo hippy de los miércoles. Durante los sesenta y setenta del siglo XX, Ibiza fue un icono para la comunidad hippy y en la actualidad se puede disfrutar de esa nostalgia en este gran bazar al aire libre: bisutería multicolor, camisetas con toques divertidos, esculturas africanas, pipas para fumar, vinilos y ropa hecha con delgadas telas.
18.30 Del bullicio al arte
De vuelta al casco histórico, el recientemente remodelado Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza (11) ofrece una interesante colección. El silencio, la tranquilidad y el clima fresco hacen que, al recorrer los pasillos y grandes salas, el visitante se olvide de que fuera reina el bullicio.
19.30 Una terraza y un cava
Una copa en la terraza del hostal Parque (12). Este sitio es uno de los emblemáticos del centro de Ibiza por estar rodeado de las murallas y del barrio de los pescadores. Es un lugar de paso obligado para isleños y visitantes a cualquier hora del día. A media tarde, sin embargo, con el inicio del descenso de la temperatura, una copa de cava acompañada de unas ostras inyectan una buena dosis de energía.
21.00 Puesta de sol desde la tumbona
El ocaso es en la playa d’en Bossa (13). El cielo comienza a tornarse naranja, y el sol, poco a poco, de un rojo intenso. Una leve brisa acaricia a la gente tirada sobre la arena. Pero después de descansar un rato, no queda más remedio que unirse a la fiesta. Es en el “legendario” bar playero Bora-Bora. La “entrada” es gratis, y las bebidas, más baratas que en los bares y las discotecas. Los dj’s pinchan sin cesar música dance y decenas de cuerpos de belleza descarada bailan como poseídos: sobre unas mesas o en la arena con una copa en la mano. Al final habrá que salir de ahí sin camiseta y con las chanclas en la mano. Y para un atardecer diferente, ya fuera de la ciudad, en la playa d’es Codolar Salinas se encuentra Cap d’es Falcò (www.capdesfalco.es), donde desde las tumbonas blancas se contempla cómo el sol se mete por las montañas. Y los aviones pasan por delante del sol.
22.30 Murallas iluminadas
Para reponerse, una buena y tranquila cena. En El Olivo (14) (www.elolivoibiza.org; plaza de Vila, 7) se puede saborear una ensalada de verduras tibias, pomelo y salsa wasabi y un filete de salmón viendo las iluminadas murallas de Dalt Vila. Otros lugares recomendables para cenar: el bistró Pastis (calle de Avicenna, 2), o el Kilómetro 5 (www.km5-lounge.com, en el kilómetro 5,6 de la carretera hacia Sant Josep). Y dos lugares de moda, muy cerca el uno del otro: Cipriani (www.cipriani.com; paseo de Juan Carlos I, 17) y, en La Marina, el restaurante, club y cabaré Lío (paseo de Juan Carlos I). La cena en ambos, a partir de 100 euros. En Lío, entrada con una consumición, 60 euros.
1.00 Comienza la noche
La madrugada le pertenece a las discotecas porque así es el espíritu de Ibiza. La más famosa o “clásica” es Pachá (15). Hay que estar preparado para pagar una entrada de entre 40 y 60 euros y disfrutar de las actuaciones de dj’s como David Guetta. Pero si se desea algo más desorbitado, está Privilege (16), la “discoteca más grande del mundo”. La música y las luces emborrachan y cualquiera coge un “nuevo aire” para seguir divirtiéndose.
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