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Crítica:DORMIR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Facsímile nazarí

ALHAMBRA PALACE, escenificación del arte hispano-árabe en Granada

Exterior del hotel Alhambra Palace, en Granada. Al fondo, Sierra Nevada.
Exterior del hotel Alhambra Palace, en Granada. Al fondo, Sierra Nevada.

A principios del siglo XX el mundo vivía una era de optimismo y burbuja económica que parecía predestinada a durar siempre. Una belle époque para la ciencia y las artes, el ocio y las finanzas, la cultura y esa novedosa actividad que algunos denominaban turismo. Alfonso XIII inauguraba en 1910 un portento del recreacionismo hispano-árabe en Granada, el hotel Alhambra Palace, junto al recinto monumental. El duque de San Pedro de Galatino convirtió enseguida el palacio en uno de los hoteles más elegantes de Europa. Sus salones acogían a políticos, aristócratas, banqueros y artistas de todas las nacionalidades, personajes tan reconocidos como Federico García Lorca, Jean Cocteau y Rockefeller. Todos elevaban la vista sobre los artesonados y las bóvedas diseñadas por el arquitecto Modesto Cendoya, que proyectó el edificio como una atalaya privilegiada sobre la Alhambra, el barrio del Albaicín y la vega de Granada.

ALHAMBRA PALACE

PUNTUACIÓN: 7

Categoría: cuatro estrellas. Dirección: plaza del Arquitecto García de Paredes, 1. Granada. Teléfono: 958 22 14 68. Fax: 968 22 64 04. Web: www.h-alhambrapalace.es. Instalaciones: jardín, terraza, salón, sala de banquetes y reuniones (para 480), cafetería, comedor. Habitaciones: 115 dobles, 11 júnior suites. Servicios: algunas habitaciones adaptadas para discapacitados, no admite animales, canguro. Precios: desde 148 la doble, desayuno e IVA incluidos.

Por el color terracota de su fachada no pasa inadvertido a quienes encaran el Carmen de los Mártires. Por la planta octogonal del falso minarete morisco se diría que lleva ahí tanto tiempo como el monumento nazarí. Azulejos, alfombras, cobres, yeserías, mármoles, ricas telas y candiles de aceite evocan el esplendor de la época musulmana. Desde el arco de entrada hasta el vestíbulo claustral. A través de los múltiples vericuetos interiores y en la terraza atoldada de atrás (aunque su aspecto parezca hoy tan vulgar). O en la sucesión de comedores y salones, exornados de estucos y azulejos alambicados, finos arcos de herradura y ajimeces abalconados, barandas labradas y mobiliario tapizado de arabescos. Al contrario que las zonas comunes, los dormitorios renuncian a la filigrana y ofrecen una imagen más utilitaria, rubicunda en el tinte de las paredes, pero muy somera en su equipamiento. Modestia inesperada cuando se prodigan, por otra parte, los detalles manieristas de la grifería y la pasamanería, los cabeceros efectistas en retroiluminación, las mesillas de noche en falsa marquetería magrebí, las borlas de los cortinajes y otras piezas ornamentales de cobre repulido. Esta atmósfera interior no esconde, sin embargo, una obsolescencia estilística cuya corrección está pendiente de unas reformas más ambiciosas que las recientemente acometidas. El descubrimiento de restos arqueológicos en las inmediaciones del hotel dificulta los planes de modernización, pero otorgan también un mayor valor a sus instalaciones.

Comedor del hotel Alhambra Palace, el hotel clásico de Granada de la <i>belle époque.</i>
Comedor del hotel Alhambra Palace, el hotel clásico de Granada de la belle époque.MUÑOZ ROMERO

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