Pequeño río, gran bulevar
Del puente del Rey al de la Princesa, una ruta al aire libre con parada en el Matadero. Arte, arquitectura y mucho espacio para pasear. Las últimas corrientes en Madrid Río
Se ha construido una columna vertebral de la ciudad". Para José María Ezquiaga, premio Nacional de Urbanismo, el proyecto Madrid Río vertebra y une. Una obra millonaria que sostiene un nuevo modelo de ciudad, más verde y más ociosa, en la que se puede hacer skate, montar en bici con los niños, patinar hasta un museo experimental o bañarse en una fuente. Y todo en torno a un río cuyo escaso caudal parodiaron poetas como Quevedo, Góngora o Tirso de Molina. Sus orillas fueron lavaderos de ropa, y en conjunto el Manzanares sirvió para separar el centro de Madrid de su periferia, privilegiando uno frente a otra. El soterramiento de la M-30 y el posterior proyecto urbanístico en la superficie -dirigido por Ginés Garrido- lo ha cambiado todo, regalando a la capital un gran bulevar que ha servido para superar esa división histórica. "Se ha construido un espacio muy a escala del ciudadano", dice Ezquiaga. También del turista que lo visite.
01 AVENTURA SOBRE RUEDAS
La mejor manera de descubrir Madrid Río es subido a una bicicleta. Se puede alquilar junto al puente más antiguo de la ciudad, el de Segovia (de 1584), en EcoMovingSports (912 45 73 83; www.ecomovingsports.com). A partir de cinco euros por hora, ofrece bicicletas, tándems, patines y karts para toda la familia. El éxito del parque hace que en ocasiones "la convivencia entre peatones y ciclistas sea algo difícil, ya que comparten el mismo recorrido", señala José María Ezquiaga. Cristina, una joven madre que pasea con dos niños pequeños, lo confirma: "Cuando hace buen tiempo, las bicis se multiplican y no puedes despistarte ni un segundo".
Al otro lado del río, La Riviera, una de las más populares salas de conciertos de Madrid, y justo al lado, un hito arquitectónico: el Centro de Estudios Hidrográficos (http://hercules.cedex.es), proyectado a principios de los años sesenta por Miguel Fisac, cuya diáfana nave interior (visitable con cita previa) se articula asombrosamente con una estructura de vigas de hormigón.
Yendo contra el curso del río, en la explanada del puente del Rey, una placa recuerda la celebración popular que, el 12 de julio de 2010, protagonizó la selección española de fútbol tras la consecución del Mundial. El semicírculo de columnas de la Puerta del Rey da acceso a la Casa de Campo y al anillo verde ciclista que circunvala la capital. Al otro lado y en lo alto, la estación de Príncipe Pío, centro comercial con tiendas, cines y restaurantes. Merece la pena recorrer los jardines del Campo del Moro, a la derecha, y (sobre todo de noche) el templo de Debod, regalo del Gobierno egipcio en 1968.
02 GOYA SIN CABEZA
Continuando por el margen opuesto llegamos al puente de la Reina Victoria y, a la derecha, a uno de los restaurantes más castizos de Madrid: Casa Mingo (paseo de la Florida, 34; www.casamingo.es; sin reserva previa). Su famoso pollo asado (10 euros en mesa) y la sidra achampanada, hecha allí mismo, tientan. Al lado, la ermita de San Antonio de la Florida alberga el cuerpo decapitado de Francisco de Goya. El pintor, muerto en su exilio de Burdeos en 1828, fue exhumado para su traslado en 1919, descubriéndose solo entonces que carecía de cabeza. El porqué sigue siendo un misterio: ¿la donó para fines científicos, como afirman algunos? ¿O fue sustraída de su tumba?
Las pequeñas presas escalonadas a lo largo del cauce sirven para que, en esta parte, el río sea más caudaloso. Fíjese en los puestos de pesca que aún se conservan, y apúntese a un paseo en el teleférico de la Casa de Campo (915 41 11 18).
03 EMOCIONES FUERTES
Volviendo al punto de partida, La Fogata (glorieta del Puente de Segovia, 1; www.lafogatamadrid.com) ofrece recetas colombianas y unas extraordinarias vistas del puente de Segovia y el Palacio Real. Otras dos opciones culinarias: A Ria de Noia (915 26 33 22) y El Chacón (914 63 10 44), detrás de la glorieta, compiten por ofrecer lo mejor de la cocina tradicional gallega. Muy cerca, el teatro alternativo florece en la sala El Montacargas (Antillón, 19; 915 26 11 73).
Seguimos camino hacia el puente verde en Y, una original pasarela con dos brazos en el margen izquierdo y uno en el derecho. Allí, el Oh, My God!, una taberna de estilo irlandés, sirve excelentes mojitos, caipiriñas y una amplia carta de gin-tonics. A la vuelta de la esquina y para los más atrevidos, la Sala Trivial (www.salatrivial.com) es una de las pioneras en el intercambio de parejas en Madrid.
Si buscamos otro tipo de emociones, el Carlos Sainz Center (Sepúlveda, 3; www.kartcsainz.com), propiedad del piloto madrileño, ofrece la posibilidad de soltar adrenalina en un circuito de karting (cuesta 17 euros).
04 UNA HÉLICE MONUMENTAL
"El parque tendrá un efecto retardado más positivo", señala José Antonio Granero, decano del Colegio de Arquitectos de Madrid. "La regeneración de esos barrios y la creación de un nuevo modelo de ciudad". Pero opina que también se ha perdido una oportunidad: "Porque no se ha generado un nuevo modelo de movilidad, no ha habido una remodelación del transporte público".
El estadio Vicente Calderón y las instalaciones del Roc 30 (justo enfrente), sede de la escuela de escalada deportiva, jalonan el paseo hacia los jardines del puente de Toledo, donde tenemos la extraordinaria sensación de estar usurpándole espacio al río: tanta es la envergadura del puente barroco de Pedro de Ribera y tan insignificante el caudal. Llegamos entonces al puente monumental de Arganzuela. Obra del arquitecto francés Dominique Perrault, consta de dos pasarelas envueltas en una espiral de acero que parecen flotar de un lado a otro del bulevar. Imposible no reparar en el mural del italiano Sam3 que decora las viviendas vecinas. De cerca, lo que parecen simples ramas de un gigantesco árbol son en realidad cuerpos humanos haciendo equilibrios.
05 MAGIA JUNTO AL MATADERO
Junto al puente de Praga está El Caldero de Cobre (avenida del Manzanares, 166; www.calderodecobre.com), una pequeña sala de música y teatro alternativo con talleres de cabaré, cuentacuentos y una escuela donde Txema Gicó imparte Cursos de magia para ligar. A continuación, dos curiosos puentes gemelos con forma de canoa invertida, los del Matadero y el Invernadero, en cuyas bóvedas de vidrio reciclado Daniel Canogar usó millones de teselas de colores para crear un mosaico a partir de fotografías de vecinos de Usera y Legazpi. Junto a ellos -y frente a otro mural, esta vez del español Blu, que invita a reflexionar sobre el capitalismo-, el centro de creación contemporánea Matadero Madrid (www.mataderomadrid.org), con el logotipo de Óscar Mariné luciendo en lo alto de un depósito de agua. En sus espacios industriales reconvertidos para el arte y la creación destacan las Naves del Español, con un programa de artes escénicas a cargo del Teatro Español de Mario Gas; Intermediae, espacio experimental intervenido por el arquitecto Arturo Franco, y la recién abierta Cineteca, un proyecto arquitectónico de Josemaría Churtichaga y Cayetana de la Quadra-Salcedo, cuyas dos salas se dedican al cine experimental y documental. Pero al Matadero todavía le quedan muchas sorpresas que dar: entre las últimas están la Red Bull Music Academy (de Langarita-Navarro) y las naves de El Ranchito (de Iñaki Carnicero). Y pronto abrirá la Casa del Lector, un proyecto de Antón García Abril.
Una última y sorprendente parada en el Invernadero del Palacio de Cristal de Arganzuela (paseo de la Chopera, 10; entrada gratuita), con cuatro zonas de clima tropical, subtropical y desértico. Y un poco más allá del puente de la Princesa, una pista de BMX y otra conexión con el anillo verde evidencian que vivir en Madrid no está reñido con disfrutar del aire libre.
CIFRAS
» La obra de Madrid Río arrancó en 2004 y se inauguró en abril de 2011, tras una inversión de 410 millones de euros.
» Ocupa una superficie de 1.200.000 metros cuadrados con 10 kilómetros de itinerarios.
» Se han plantado 33.000 árboles.
» 32 puentes se construyeron o fueron rehabilitados para el proyecto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.