Viaje en son de paz
Playas francesas con nidos de ametralladoras, el silencio de Auschwitz, el único edificio que sobrevivió a Hiroshima e incluso un buque en Hawaii. ¿Qué queda en pie de la Segunda Guerra Mundial?
La operación desarrollada por el ejército estadounidense en 1944 para desembarcar en la más grande de las guerras sufridas por este mundo dejó en la provincia francesa de Normandía una huella que aún hoy, más de 60 años después, permanece inalterable. Berlín, Hiroshima y Hawai son hoy lugares de peregrinaje con gran interés turístico. Lugares que conservan un recuerdo que, por suerte o desgracia, nunca será olvidado.
Nidos de ametralladoras en la playa
Aún es posible pasear por las arenas de algunas playas del norte de Francia y toparse con los parapetos metálicos tras los cuáles los soldados se resguardaron de las balas, divisar el mar a través de los refugios desde los que la infantería alemana trató infructuosamente de frenar a los aliados e incluso encontrarse algún mítico tanque Sherman por el paseo marítimo.
Una de las pocas visitas obligatorias es la del Cementerio Norteamericano en Normandía, el bello Normandy American Cementery , en el que descansan los restos de 9.387 soldados y en el que figuran grabados en un muro de un patio semicircular los nombres de 1.557 soldados desaparecidos.
Resulta bastante sencillo encontrarse con alguno de la docena de pequeños museos locales dedicados a la célebre operación militar que hay desperdigados por las localidades cercanas mientras se transita por las pequeñas carreteras rurales. Un ejemplo de ello es Le Grand Bunker Musee, ubicado en el restaurado cuartel general en el que los alemanes debían vigilar la entrada de intrusos al país a través del río Orne y del canal.
En St Marie du Mont, justo en el mismo punto donde el 6 de junio de 1944 se produjo uno de los desembarcos, se encuentra un museo dedicado a la operación de la playa de Utah, el Musée du Débarquement de Utah Beach y sin alejarnos demasiado del cementerio de Normandia, en la pequeña localidad de St Honorines des pertes, se encuentra el Museo Dia D , un recinto repleto de ametralladoras, bombas y hasta una de las lanchas utilizadas por las escuadras estadounidenses para pisar las playas de Utah y Omaha.
Precisamente en la playa de Omaha se encuentra el Sector Dog Green, posiblemente el más mortífero de los diez sectores en los que los Estados Unidos dividió la playa de Omaha para su desembarco y uno de los enclaves mejor conservados en la actualidad. Aún pueden pisarse los bunkers y los nidos que durante un tiempo sirvieron como escondite para ametralladoras.
Merece la pena acercarse al pueblo de St Mere Eglise, primera ciudad liberada de los alemanes, sólo para contemplar la fachada de la iglesia que da nombre al pueblo y de la que cuelga una réplica de un desafortunado paracaidista americano que fue encontrado muerto. Esta localidad fue uno de los puntos estratégicos en los cuáles aterrizaron los primeros paracaidistas estadounidenses (concretamente la división 82 y la célebre 101). Hoy queda como testigo de este acontecimiento el Museo de las fuerzas aerotransportadas norteamericanas, un interesante recinto repleto de distintos modelos de aeronaves, vestimentas y mapas estratégicos utilizados durante 'el día más largo'.
El silencio de los campos de concentración
Hoy reconvertido en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y con alrededor de un millón de visitantes anuales, el campo de concentración, trabajo y exterminio de Auschwitz es el ejemplo más representativo del recuerdo de la barbarie nazi que se encuentra abierto al público y que además cumple la función de recordar los extremos a los que el hombre nunca debería haber llegado.
Una vez se ha cruzado la puerta bajo la cual aún se puede leer el tan recordado lema de 'Arbeit macht frei' (El trabajo os hará libres) todo es visitable: Desde la entrada al campo de Birkenau, pasando por la horca, el paredón e incluso los barracones, en los cuáles está prohibido tomar fotografías por respeto a los prisioneros judíos que un día habitaron sus paredes, de los cuáles aún se conservan algunas pertenencias personales.
Pero Auschwitz no fue el único. A una hora en metro desde el centro de Berlín se encuentra la localidad de Oranienburg, y en ella el campo de Sachsenhausen. El tétrico silencio de las amplias explanadas en las que estuvieron los barracones contrasta con la inquietante presencia de una zona de juegos y un casino de uso exclusivo para los miembros de las SS. Sólo se mantienen en pie dos barracones completamente visitables, el 38 y el 39. Entrar en ellos supone confirmar el drama comprobando el mínimo espacio entre literas en el que eran hacinadas las personas o visistando unas duchas y lavapiés en las que no sólo el agua fría helaba la sangre, sino que también lo hacían las torturas. Fuera, un camino empedrado marca el lugar donde los presos menos afortunados sufrían el peor de los castigos: Caminar soportando pesos de hasta 15 kilos con el fin de probar la resistencia de las suelas de las botas.
Antes de finalizar la visita es posible divisar un improvisado barracón de ladrillo construido en 1940 ideado para albergar a los soldados aliados capturados. A pesar de que en la entrada hay visible un reloj intencionadamente parado con la hora en la que las tropas soviéticas hicieron acto de presencia en Sachsenhausen a las 11:08, las instalaciones continuaron siendo utilizadas con los mismos fines por el bando soviético una vez terminada la contienda hasta el año 1950.
Berlin trata de olvidar
Sin abandonar Berlín , son numerosos los monumentos erigidos en recuerdo de la desgracia. Aunque Alemania ha eliminado todo rastro de esta oscura y vergonzosa etapa de su historia borrando de las calles y plazas toda nomenclatura referente al nazismo, existe una pequeña zona en el Muro de Berlín, conocida como la de las 'Topografías del Terror' , que alberga una serie de ilustraciones en las que se reflejan un resumen de las atrocidades cometidas sobre la población durante el nazismo. Unas ilustraciones que anticipan lo que el visitante puede encontrarse en el interior del centro de la fundación que, bajo el mismo nombre, ha sido construido en el solar de lo que un día fue la sede logística de la Gestapo y de las SS y finalmente inaugurado en el año 2010.
Aún hoy, un punto de control en medio de Berlin diferencia entre la zona oriental y occidental y si se tiene suerte, hasta es posible ver a un soldado de cada bando haciendo guardia. Se trata del CheckPoint Charlie, reinstalado en la ciudad diez años después del derrumbamiento del muro como recuerdo del crítico punto en el que cientos se jugaron la vida buscando huir de la RDA.
Pero si lo que se busca es un monumento gigantesco y espectacular, entonces hay que buscar los 19.000 m2 del Memorial a los judíos asesinados de Europa, también conocido como el Monumento al Holocausto. Ubicado junto a la famosa Puerta de Bramdemburgo y compuesto por 2711 bloques de cemento, este monumento representa el contraste y pérdida de contacto entre el orden que transmite la configuración en rejilla de los bloques y la razón humana, representada en el desorden entre ellos y sus proporciones.
El Arizona sigue hundido en Pearl Harbour
Un buque permanece hundido en la costa de Hawai. Se trata del USS Arizona , tumba de 1.177 soldados (en total murieron 3.478 personas) y actual monumento oficial en recuerdo del ataque de Pearl Harbour junto con otro barco también con museo incluido, el USS Missouri . A diferencia de éste último, que permanece en buen estado de conservación, el USS Arizona se encuentra sumergido varios metros bajo el nivel del mar y únicamente el asta de la bandera permanece visible. Es en este hecho donde reside su encanto, ya que el monumento en sí consiste en un puente construido en 1962 anclado al acorazado permitiendo así al visitante inspeccionarlo desde la misma perspectiva desde la que lo vieron las bombas japonesas al caer.
Existe una zona central con siete ventanas en memoria del día del ataque (7 de diciembre de 1941) desde la cual se puede observar el buque con gran detalle así como las manchas de petróleo que desprendió o 'lágrimas de Arizona'. La visita es gratuita y consiste en un tour por un museo en 'tierra firme' para seguidamente culminar con un viaje en una barca habilitada por la Armada de los Estados Unidos para llegar al USS Arizona. La mayoría de los caídos durante el ataque japonés descansan hoy en el Punchbowl National Cemetery of the Pacific , en Honolulu.
La eterna mártir
Hiroshimaha sido la primera ciudad del mundo cuya población civil ha tenido que sufrir las devastadoras consecuencias de la bomba atómica. Concretamente fueron 140.000 las personas asesinadas tras el lanzamiento del proyectil el 6 de agosto de 1945 del 'Enola Gay'. Con un radio de 1.600 metros de destrucción total, todos los edificios fueron arrasados. Todos salvo uno. A pesar de que todos los inocentes que se encontraban en su interior murieron de forma instantánea, un centro de exposiciones conocido como la Cúpula de Genbaku logró mantenerse en pie a tan sólo 150 metros del lugar del impacto. Hoy este edificio es el principal atractivo de todo el Parque del monumento de la paz de Hiroshima, todo un área del centro de la ciudad que ha sido reconvertida en una zona de paz, tranquilidad y recuerdo.
Cerca de la Cúpula de Genbaku se encuentra el Monumento de la paz de los niños, una construcción con forma de escultura de papel en memoria de los niños que murieron por el ataque nacida gracias a la iniciativa de los compañeros de una niña que sufrió el contagio de la radiación de la bomba para, diez años más tarde, morir de leucemia. En el mismo parque, un fuego conocido como La Llama de la paz reivindica la completa desaparición de las armas nucleares. Hasta que no se produzca un desarme nuclear completo, la llama permanecerá encendida.
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