![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/V7AR3DUDONOYVJY5ZNYBTMUYDM.jpg?auth=6328d585f35f3314f1b4e4dd37b53e1afe3e94006d0090e231bd6987b1e2f3ca&width=414)
La frontera que les convierte en refugiados
De un lado son ciudadanos que huyen de una guerra en su país, unos pasos más allá son personas que han dejado atrás sus vidas y necesitan ayuda para emprender aunque sea temporalmente otra nueva. Un fotógrafo de la ONG Acción contra el Hambre acompaña al equipo de emergencias para documentar el monumental éxodo y las carencias de los que llegan a Moldavia
![Moldexpo, el recinto de la feria de Moldavia, ha vivido varias vidas en los últimos meses. Igual que a los habitantes de la ciudad donde se ubica, Chisináu, la capital del segundo país más pobre de Europa, después de Ucrania. El recinto ferial se transformó con la pandemia en centro sanitario para acoger a los enfermos de covid-19 y es ahora el alojamiento improvisado de medio millar de refugiados procedentes de Ucrania.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3SRLTBHZGVLB7KKAXGETLKGDKI.jpg?auth=7b27412be8f69ed46945c562453d3eff296809cc3497824c5726fd36dbf6655a&width=414)
![Decenas de voluntarios se encargan de ordenar y distribuir los alimentos y la ropa que les dona la gente de la ciudad, así como de proveerles de tarjetas SIM ofrecidas por las compañías. Artem M., de 34 años, llegó a Moldavia desde Odesa justo antes de que el presidente Zelenski declarase la ley marcial en Ucrania, que prohíbe abandonar el país a los hombres de entre 18 y 60. Hoy es uno de los 200 voluntarios, la mayoría jóvenes de ONG moldavas, que se turnan en Moldexpo para ayudar a los que no tienen más remedio que alojarse en el improvisado refugio. La mayoría son mujeres y niños. Los varones o bien llegaron antes, como Artem M, o son de nacionalidades distintas de la ucraniana, aunque vivieran en el país.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KHOX4Y264ZIPZBA723L4X37S3E.jpg?auth=59695d886f3a60857df156b57711f550487e72398b66cdd867de1e7b855a1d15&width=414)
![Los cubículos donde se alojan las familias son pequeños, apenas caben una cama y las maletas. La mayoría se queda aquí unos días hasta que deciden adónde ir: la casa de algunos amigos, Rumanía u otros países de Europa, o sus países de origen. Aquí en Moldexpo hay una comunidad numerosa de nacidos en Azerbaiyán que residían en Ucrania. Ahora necesitan arreglar algunos documentos para poder regresar a una tierra que sus hijos no han conocido.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LPDRLVGHSFOW3KMNVYO4IHI7WU.jpg?auth=7cd6e04dc2e358aba7320b61b4f57e5dcd3d66d6869e51ae4025669a55ee518f&width=414)
![A los niños alojados en este refugio temporal les dan juguetes y corretean joviales por los pasillos del lugar. Unicef estima que la mitad de los refugiados (1,3 millones desde el 24 de febrero hasta el 4 de marzo) que han huido de Ucrania son niños. Ellos son los más vulnerables en estas situaciones y cuidar de su salud mental es importante.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XFQ5HI5LCBMUFCGJADSD6NGNLE.jpg?auth=6db7083f1186a745cd72350bc4a3826d78c130bbc53d6dc0045b1c414b2ed6cb&width=414)
![En Moldavia se han quedado unos 103.000 refugiados, han entrado muchos más, pero Acnur descuenta los que estima que no se han quedado y han seguido su camino a Rumanía u otros países de Europa. El espacio aéreo del país está cerrado, por lo que muchos de los que recalan en la capital, aunque quieran continuar su éxodo más allá de Moldavia, acaban haciendo uso de los refugios temporales para descansar.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SX6ZIIMBJNOE5JIIJGRFHNNKU4.jpg?auth=b17b22cdd52931a009415948adffa4d82492ae0a6aefd3580ca669a2b897b2f5&width=414)
![A falta de que las grandes organizaciones internacionales comiencen a organizar y distribuir ayuda, la atención de los refugiados en este país ha recaído mayoritariamente en voluntarios de organizaciones locales que se han involucrado en prestar ayuda humanitaria. Reconocen que no tienen experiencia y que se sienten sobrepasados.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OT36RR4NXFLEVHJKSZL3MHIJE4.jpg?auth=5cbbb67f6427e0f30eced4a3faf4a941e9df159f6644cf683400226d8b468a8a&width=414)
![En la entrada de Moldexpo hay un trasiego de coches y autobuses que traen a refugiados desde la frontera o los llevan a otros enclaves. Desde esta ciudad muchos toman el tren que les lleva a Iasi, en Rumanía.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AKTHUROYC5PIPO4J6FZN4M3SZ4.jpg?auth=86d120edda7ce417a716eb200978b65f798172f8ae75a9ac7462000ab6b44d5f&width=414)
![Muchos refugiados entran a pie por la frontera entre Ucrania y Moldavia por el sur, en la localidad de Palanca. Cuentan que del otro lado la espera en vehículo es de muchas horas por lo que acaban optando por caminar los últimos kilómetros hasta el paso a pesar el frío, el cansancio y el peso que cargan en sus maletas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GDO3O32KFBMH5LKKQKAQNQNB7Y.jpg?auth=9db5a0582d61c61e9d6bd49820b6d1a019123062f1fa8812d5bf85c77233ef2b&width=414)
![En Moldavia, conductores voluntarios acuden al punto fronterizo de Palanca para trasladar a los refugiados a centros temporales o la capital. La frontera no es el final de su camino, solo una estación más de una huida que ninguno imaginaba que acabaría haciendo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XWWS524PWFLQRLTZWCTEP7CLKI.jpg?auth=eb95e20dca7f97ed7cc62de4ad7a704bce6c16d1d3592aec9c36f83e59d7beb0&width=414)
![Anna (48 años) es neuróloga y trabajó hasta el 4 de marzo en el hospital de Odesa. Un día después, hizo las maletas y a las seis de la mañana abandonó su casa con tres de sus cuatro hijas (la mayor, de 22, ha huido a Polonia). Nika, de 11 años, sostiene a su perrita. Están cansadas y tienen frío. El conductor que las ha traído a la frontera no pudo avanzar los últimos kilómetros y acabaron el trayecto a Moldavia caminando dos horas. En el punto fronterizo de Palanca (al sur del país) esperan a un familiar que las lleve a la capital, Chisináu. "Nos quedaremos una semana", dice la madre, que espera poder volver pronto a su hogar.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NOCXA4ONUNK53OQLL42RVMJQBY.jpg?auth=e902cba14f4fd5b2f30a7c986bbc43b5a7f6ff35634a8d2114bdc4dd01a618cd&width=414)
![En Palanca, frontera limítrofe entre Ucrania y Moldavia por el sur del país, hace mucho frío y los refugiados se cubren con mantas. Solo una carpa abierta les recibe con bocadillos y té caliente hasta que son trasladados a otros lugares. Algunos refugios en la ciudad les dan cobijo por unas horas, la mayoría siguen hasta la capital en donde cientos de voluntarios gestionan centros de acogida temporal más o menos organizados.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EAOW6Y3TGRIJFAM52FBWRJ4CWQ.jpg?auth=77ec9d4292355d5ed5407c6fb03dcc077478d9996bdb1140aa717c68109df9d9&width=414)
![En un local comercial cedido, un grupo de voluntarios de organizaciones de ucranianos en la diáspora han instalado camas para que mujeres y niños descansen hasta que encuentren un alojamiento definitivo. Tienen baño y una cocina para calentar alimentos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AFHSE5EBTBLFFF5I4VXRCXOQWU.jpg?auth=862cd5edd2d3f5fd038a7427b2b8d05e1f7628f43e04a10d4649e30f9d908e2a&width=414)