![Escuela rural Nuevo Sinaí Rubel Santo, en Chisec, una de las escuelas mas afectadas por los huracanes Eta e Iota, y que están intentando reconstruir para poder abrir después de la pandemia en Guatemala.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NZWJM2R3VJLU5IRB3BXHJMETXE.jpg?auth=71c14246dab7d263ae97e87009ea5e264d2d0467154b080f2a8ab030c4ae8709&width=414)
Pupitres oxidados y pizarras descascarilladas: el recuerdo de los huracanes en las escuelas
Tras los ciclones Eta e Iota, que azotaron Guatemala a finales de 2020, muchos centros educativos siguen sin agua. Ninguno de estos 9.900 colegios podrán reabrir hasta la instalación del saneamiento. Llevan cerrados por la covid más de un año
![Todo era agua. La cancha de fútbol, el huertito de cada vecino de la comunidad, la gasolinera del pueblo… En octubre y noviembre del año pasado, los huracanes Eta e Iota arrasaron Centroamérica en un año ya fuertemente devastado por la pandemia. La pequeña aldea Sonté, en el departamento guatemalteco de Alta Verapaz, se convirtió de la noche a la mañana en un embalse; en uno de tantos. Para ir de una de las casas a orillas de la carretera principal hasta el colegio, a unos 200 metros, era necesario subirse a una barca y pagar 10 quetzales al “emprendedor” que aprovechó las circunstancias para ganar algo de dinero. En una región en la que una de cada dos personas vive en pobreza extrema, según la Encuesta de Condiciones de Vida publicada en noviembre por el Instituto Nacional de Estadística, ese euro es inasumible.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2TS3UY5BSBNSXI7HRYR6MKY2W4.jpg?auth=ebdba00db7d86e6d2297da15a6247f0ea7865d21d219209e5cff66ce1a470164&width=414)
![La Escuela Oficial Rural Mixta de Sonté permaneció 46 días completamente inundada. Por suerte –y por desgracia– sus alumnos hacía ya más de medio año que no asistían a clase, tras el cierre de los 34.000 colegios del país a causa de la pandemia. Aunque no hubo fallecidos ni heridos en el centro, los estragos de ambos huracanes son aún palpables. Las redes de las porterías de fútbol y baloncesto fueron arrastradas por el lodo, las pizarras quedaron inservibles y el olor a humedad sigue impregnado en las paredes.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LWZ54GD4UBJIRPW7DL634DNLBE.jpg?auth=e840e878e30155a03491e9d1626b6eeafff4b5add0b126957ba4bd55b66157b3&width=414)
![A finales de febrero de 2021 se inauguró la vuelta semipresencial al colegio. Abrirían algunos con el aforo controlado y siempre que la incidencia en el municipio fuera pequeña. Otra de las condiciones impuestas por el Ministerio de Educación era que las escuelas tuvieran agua y saneamiento. Así, 9.900 centros quedaban fuera de la opción. Entre ellos, el de Sonté. Para estos 270 alumnos de Infantil y Primaria no hay nada que festejar aún. Los pupitres oxidados descansan en pilas y aún no se ha limpiado ni acondicionado el resto de áreas comunes. “¿Para qué?”, se pregunta la maestra de Primaria, Elena Carbonell, “Si igual no vamos a abrir”.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5IY6WVGCURNKBHHM44AA3VEIQE.jpg?auth=c9fd9c283a7218742b1bc47cfeec7ee9e3ff484331289aab9e341e2339546eae&width=414)
![La situación ya era complicada antes. No había un comedor ni una cocina decente y se las arreglaban con un habitáculo de ladrillos donde preparaban lo básico hasta poder acabar de construir uno mejor acondicionado. Otra sala adjunta a la escuela les servía de almacén. Dentro ya no queda nada útil. Los baños siguen sin parecerlo; dos fosas en la tierra cubiertas con un binomio hacen el apaño. Carbonell reconoce que más de un niño enfermó a causa de estos sanitarios: “No están en condiciones”.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2W2BVYCPVVJRHGHH5GZMEWMDQM.jpg?auth=a0c8009fa6d2057ed1ca7eb6de5a6ae68870ef052184712d38fe1fdbb0a64793&width=414)
![Los pequeños, sin embargo, no han dejado de acudir. En esta comunidad la escuela es mucho más que un centro lectivo. Es la plaza del pueblo. Las madres se sientan en los muros y charlan –prácticamente todas sin mascarillas– de la situación actual mientras que sus hijos juegan a la pelota en la cancha o corretean entre las aulas inusualmente silenciosas. Es el bullicio de la esperanza.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HG27A2OSHNIRJEMZ6W5GCWJI3A.jpg?auth=f32a6240c59921b152aa2b22aad5ed97fecd92dbdbbbd50308fd36fb1269a1dc&width=414)
![El escenario es desolador. En la pizarra de la clase de Tercero de Primaria aún se leen las asignaturas que llevan pendientes más de un año. “Q'eqchi, Español, Inglés, Ciencias Sociales”... Un pedazo de la pizarra se la llevó el Eta. Y todo apunta a que la docente tendrá que acostumbrarse. Pasar por delante es una punzada en el estómago de esta profesora, que también sigue viniendo a las clases sin saber muy bien para qué. “Aquí al menos les veo y socializamos. Más no podemos hacer”, lamenta.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2ITFJWB4TVJIXC6CIL5MBWXBOA.jpg?auth=d52e8381d4dfabc8fca1ff77d95f6a03d0bfe30c4592782566176107833e2a75&width=414)
![A 40 kilómetros de aquí, escondidos entre grandes plantaciones de milpa, plataneras y árboles de achiote, hay 72 estudiantes que tampoco podrán volver a dar clases. Pero en la Escuela del Nuevo Sinaí Rubel Santo, en Chisec, los pequeños tampoco han dejado de venir. Sin mascarillas y varios de ellos también sin zapatos, siguen pasando por ahí para ver si encuentran otras caras conocidas. “Aquí no ha entrado el virus y es absurdo perder un año más”, critica Candelaria Tox, una de las dos maestras del centro. Aunque el Ministerio no le permite reabrir sus clases, tiene pensado hacerlo: “Los niños se me van a ir”.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6W6TQVNGW5OR3M23PIT4Q62M2Q.jpg?auth=65661f11d068354502978aa5ca8b692d736c7319f9a394eb5a96402ebdeb411b&width=414)
![Esta decisión la tiene afanada. Mientras charla de la situación en esta aldea, ordena los pupitres y abre de uno en uno los libros. Los poquitos que puede rescatar, los devuelve a la estantería. El resto, carcomidos por el agua y los ratones que llegaron después, irán a la basura. “Es horrible”, lamenta sin querer detenerse, “¿Qué futuro les espera a estos niños?”. Los únicos libros ilesos son las guías de autoaprendizaje que el Ministerio reparte periódicamente como sustituto de la enseñanza presencial.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NMWJJWF64VJBBLDX2NX5Q5WGJY.jpg?auth=6694ebd04ad9903b3a6edab2c73998a622e8c0ea3fbc634708baf8e43f9ed3ab&width=414)
![El día que la maestra viene, toda la comunidad se entera. Durante la pandemia no pudo venir todo lo que le hubiese gustado porque, además de las restricciones, llegar a la zona le toma casi dos horas en moto. La mitad del trayecto es de terracería, como se conoce en Guatemala a los caminos sin asfaltar sobre los que toca agarrarse fuerte y prepararse para dar tumbos. Por eso hoy, decenas de madres se acercan a saludarla o a recoger a sus niños que juegan en las instalaciones vacías.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/V3WJYI7QYNPFPDMOLNYDUJOTKE.jpg?auth=075a8793b905341c29c0eb5a7b01ef3e473b92abe160dd3d80b3d17106728a88&width=414)
![Cuando el lodo y el agua lo abarcaron todo –menos la Iglesia, que sigue intacta– los padres y sus hijos se encargaron de la limpieza del centro educativo. “Nos daba mucha pena verlo todo así”, reconoce una joven madre de dos, que carga en la cabeza una cesta llena de frutas. Esta zona es de suelo fértil pero la pandemia y ambos ciclones no dieron tregua a estas humildes familias. “Se lo llevó todo, las cosechas, trozos de mi casa…”, recuerda.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/U27WNHV665PK3PTWXEA2F5UW4Q.jpg?auth=ac1328be96110c93271c443399679500e830186e0f99a6842cb75a5123e6407d&width=414)
![La esperanza de esta aldea son los más pequeños. y no lo tienen nada fácil. El abandono escolar es una triste y brutal realidad del país centroamericano, que en el último año perdió 106.000 niños antes de tiempo. Esta comunidad conoce de cerca estas cifras. Ervin Lionel Caal Caal quería ser maestro, como Blanca Lidia Caso Poou y Yessica Paola Caal. Dani Rubén Ical Chic soñaba con convertirse en policía. Y Alba Floridalma Ical Xol quería ser periodista y narrar las historias de otros. Ninguno pasa de los 16 años y todos se vieron obligados a dejar los estudios durante la pandemia. De los siete alumnos que llegaron a sexto, solo tres continuaron en Secundaria.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5PEUAH7JS5LOHBXVZLL2W7KQNE.jpg?auth=3ba26f2d67a74c740f8cd72c314f49c9587d176a216b97e8c0cc56d51d13525a&width=414)
![Para Carlos Carrera, representante de Unicef en Guatemala, “volver a la escuela es imprescindible”: “En estas escuelas están los niños más vulnerables y que más sufrieron el año pasado por no tener electricidad ni internet”. Por ello, el organismo ha priorizado la entrega de sanitarios a varios centros educativos como este para que el agua no sea un impedimento. A veces, el problema no acaba ahí. “El alcalde dice que deberíamos saber poner ellos solos los inodoros, que donar los sanitarios no es suficiente y que ellos no se encargan”, cuenta la profesora. Hace semanas que llegaron los váteres y aún nadie que los instale.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YR3TG4OCNNJWBOEMA7Z2EXRMOA.jpg?auth=f5bee7a07d9a86897b2144f689e0f87316323bf2128d30c1e5d639826e9f8ea2&width=414)
![La maestra se lo pregunta una y otra vez: “¿Cómo vamos a acabar así con el círculo de pobreza?”. Ingrid Mariela Ja Pop, 11 años, quiere ser enfermera. Pero para eso, va a tener que esforzarse mucho con la tarea y no es fácil. Sus papás son analfabetos y no le pueden ayudar si no entiende algo. “Echo mucho de menos las clases con la seño”.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FYWDGOQ5VJMT7ID5FCHCBPWGWI.jpg?auth=2f8921a49a00382e06e2e3c660849cf78a2a82591e2ccaacffad6a3cd32da3e3&width=414)
![En las paredes de la clase, cuelgan varios dibujos como tiritas en una herida. Es el poco color entre la humedad y el lodo seco. A la maestra, robusta y tajante, se le escapa un suspiro de alivio. “Ellos mismos traen sus dibujitos y los pegan aquí y allá”, explica con una sonrisa triste. Está agotada y sabe que aún queda mucho por hacer.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AKPG54U7TNITVA6NTPFO2TEKW4.jpg?auth=23c7078b84a5852fd575f32c1c5317b173b2fcdcf3822c4d0efc6553817bf7f1&width=414)
![La infancia en Guatemala es una carrera de obstáculos. En un pueblo al que la covid no se ha asomado aún, la educación lleva detenida más de un año. Y para algunos tendrá unas consecuencias irremediables. Sobre todo para las niñas: según datos de Unicef son ellas las que lideran las tasas de abandono escolar. Muchas de ellas son madres antes de lo que les gustaría y la gran mayoría se ocupa de los cuidados del hogar y de los más pequeños.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/S64OGE423FLIZPKLDB2SVMJJVA.jpg?auth=e36a10fc72c4433aa6205de358819af67295f2f207ef75c8a75eac7a78c640b8&width=414)
![Se hace tarde y los niños aún corretean entre las salas, ponen al día a la maestra y juegan a la pelota en el terreno frente a la iglesia. Algunas madres bajan a decirles que es la hora de irse, que la comida está lista. Y aunque se resisten, acaban por ceder. El hambre aprieta y, a fin de cuentas, el colegio seguirá ahí también mañana. Aunque más como patio de recreo que como centro educativo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/V4XV4NMRPZMIVAWW772NJAFQJY.jpg?auth=667d44cc7b1b3cadaa667331fd9e84493599279304cc8f7d0b2fe2d3f10d93f6&width=414)