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Cómo lograr una FP que funcione con éxito

La formación profesional aún lucha contra las imágenes preconcebidas e insiste en ofrecerse como una herramienta de progreso personal

Peter Muller (GETTY IMAGES)

En el curso 2018-2019, se matricularon en España 837.199 alumnos en ciclos de Formación Profesional (FP) repartidos entre 3.763 centros docentes. Esta cifra supuso un incremento en los cinco años previos de un 19,8% del alumnado en su conjunto, destacando el alza de un 18,6% del Grado Superior y de la implantación de la FP Básica en este periodo. Entre las familias profesionales con mayor acogida están: Administración y Gestión, Informática y Comunicaciones, Sanidad, Electricidad y Electrónica, Servicio Socioculturales y a la Comunidad, Transporte y Mantenimiento de Vehículos, y Hostelería y Turismo.

Ernesto Villalba, experto en el departamento de Aprendizaje y Empleabilidad de Cedefop (Centro Europeo para el Desarrollo de la Educación y la Formación Profesional), señala que —teniendo en cuenta que la FP difiere en muchos aspectos en cada comunidad e incluso dentro de cada comunidad hay diferentes interpretaciones y aplicaciones— “es fundamental que las administraciones y las empresas trabajen codo con codo para proporcionar una FP de calidad y relevante. Es importante desarrollar los sistemas con todas las partes interesadas y con un objetivo común: crear una formación de calidad, no solo inicial sino también continua. Es fundamental que la FP se modernice y esté siempre conectada con lo que está pasando en el mercado de trabajo y se convierta en un aspecto fundamental e integrado de la formación a lo largo de la vida”.

En esa línea de mejora de este tipo de formación, Benito Echeverría Samanes, catedrático emérito de la Universidad de Barcelona; y Pilar Martínez Clares, profesora titular de la Universidad de Murcia, consideran que “en términos generales, el desarrollo de la FP Inicial en los últimos años en nuestro país puede considerarse positivo, gracias principalmente al profesorado que no siempre desarrolla su labor en las debidas condiciones”. No obstante, continúan ambos expertos en este ámbito, “queda bastante camino por recorrer para cumplir los indicadores de calidad de referencia (EQAVET) recomendados por el Consejo europeo del 24 de noviembre de 2020”. Para lograr estos indicadores es necesario, según ambos analistas, “una mayor conjunción de esfuerzos continuados de las administraciones, centros formativos, organizaciones empresariales y sindicales. Eso sí, sin ese afán de protagonismo de determinadas entidades financieras, fundaciones, medios de comunicación, etc., que últimamente muestran un repentino interés por la FP. Sumar vale más que restar, pero, en palabras del autor R. S. Sharma, “el liderazgo no es un concurso de popularidad”.

Analizando las debilidades y fortalezas que posee nuestra Formación Profesional, Ernesto Villalba destaca que “uno de los aspectos en los que la FP en España está más avanzada es en su estructura modular e integrada. El catálogo de cualificaciones funciona como un punto de referencia que considero muy útil para la transparencia (aunque aún estamos esperando a que se referencie el marco nacional al Marco Europeo de cualificaciones). Esto puede ayudar a hacer la FP más flexible y responsiva a las necesidades del mercado de trabajo”. Sin embargo, este experto considera que sería importante que las partes interesadas, las administraciones, los centros y las empresas involucradas, “tuvieran flexibilidad y rapidez para amoldarse a las necesidades cambiantes. Que estas estructuras que existen tengan una integración y coordinación real y que tanto la formación inicial como la continua, la que se imparte en escuelas como la que se da en el lugar de trabajo funcionen al unísono, con puentes claros y simples entre ellas… en definitiva, crear un sistema coherente”.

Es necesario cambiar el modelo, alejándose para ello, según Echevarría Samanes y Martínez Clares, “de nuestra cultura de “hidalgos”, donde tanto gusta aparentar y desmarcarse de la “plebe”. Poco o nada tiene que ver con la mentalidad calvinista del trabajo, que impregna la cultura de los países centroeuropeos, donde han nacido y desarrollado los sistemas de FP, que hoy en día se intenta imitar en España”. Para alcanzar este cambio de paradigma de la Formación Profesional hacia un modelo exitoso, continúan ambos especialistas, “es esencial que la FP Inicial se acompañe del añorado sistema de FP que “comprende el conjunto de acciones formativas que capacitan para el desempeño cualificado de las diversas profesiones, el acceso al empleo y la participación activa en la vida social, cultural y económica” (como dice el artículo 9 de la Ley Orgánica de las Cualificaciones y la Formación Profesional). Un objetivo que, a su juicio, “es lo que, dos décadas después, trata de conseguir la anunciada Ley de Ordenación del Sistema único de Formación Profesional. Necesitamos en primer lugar un sistema único, completo, que incluya los tres subsistemas de FP. Un sistema que además sea flexible, motivador e integrador, consolidado mediante una orientación permanente y fortalecido por medio de la innovación e investigación, que imprima ciencia al arte de formar a los aprendices”.

Una formación de aprendices que en el caso del IES Virgen de la Paloma de Madrid —un centro con una larga tradición en formación profesional— según su director, Nicolás Ruano Barranco, resulta exitosa: “todos los años tenemos una gran demanda de alumnos. También tenemos un gran volumen de empresas solicitándonos alumnos para trabajar y hacer la formación en centros de trabajo (FCT) en sus empresas”. Esta acogida, como señala Lola Fernández López, jefa de estudios del centro, se basa “en que ofrecemos la formación práctica que los alumnos necesitan para la incorporación al mundo laboral, dándoles un buen soporte teórico lo más actualizado posible.” Una circunstancia que hace que “más del 70 % de nuestros alumnos se incorporen al mercado laboral”.

Unos números de empleabilidad, una vez finalizados la formación, que, según Nicolás Ruano Barranco, muestran que la FP es una opción profesional muy válida. Por eso, añade el director de este instituto, “la FP no es que sea una opción como cualquier otra, sino que es mejor que cualquier otra. Estudiar FP no cierra el camino a la Universidad, es más, muchas universidades prefieren alumnos de FP, tienen dos años más de estudios, ya han tenido que realizar un ciclo de grado superior, y esto hace que lleven unos estudios complementarios y una mayor madurez intelectual, solo se tendría que crear por las universidades un sistema de créditos que valore esa formación complementaria y que compense estos dos años más de formación que llevan los alumnos de FP. Esto creo que sería un gran valor añadido a la FP”.

Uno de sus alumnos, Guillermo Pirobe Torrado, cursa el grado de Acondicionamiento Físico en este centro. Para él, la elección de la Formación Profesional está “no solo en que facilita muchas salidas profesionales sino también porque te permite el acceso a otras carreras”. Recuerda su toma de decisión por estas enseñanzas como algo sencillo. Y apunta que, en su entorno familiar, esta elección se valoró como “positiva en la medida en que me permitía seguir formándome”.

Otro ejemplo de buena acogida dentro de la Formación Profesional es el del CPIFP Lyceum, un modelo pionero de enseñanza de la Formación Profesional en la modalidad online. Más de 1.500 alumnos se han titulado en su centro, “el 92% de nuestros antiguos alumnos están trabajando en la actualidad. Tenemos acuerdos con 280 compañías y organizaciones, públicas y privadas, para la realización de la Formación en Centros de Trabajo a lo largo y ancho del territorio nacional”, asegura su director Mario Arranz.

Sus buenos resultados se asocian, según el responsable de este centro, a que el alumnado que cursa FP “concluye sus estudios con un buen nivel de competencias profesionales en su especialidad”. Aunque es consciente de que mantener este nivel supone realizar mejoras, que en su caso se centrarían en “la actualización permanente de los contenidos y el nivel digital de los ciclos formativos, poniendo en valor las verdaderas necesidades de las empresas; y la a necesidad de que la Administración lleve a cabo una importante campaña de difusión de la FP, explicando con claridad sus posibilidades, tanto laborales como educativas al ofrecer un camino alternativo incluso para llegar al ámbito universitario”.

Laura Velasco Moro, antigua alumna de CPIFP Lyceum, tras finalizar un grado universitario, decidió cursar FP para continuar sus estudios. “Había concluido un grado universitario y el mercado laboral no me permitía acceder al puesto de trabajo que yo esperaba. En las entrevistas de trabajo me ofrecían una categoría profesional inferior a la que correspondía a mi titulación por no tener experiencia previa. Tenía algunas amigas que habían optado por la FP en vez de la universidad y habían conseguido un puesto de trabajo en menos de tres meses, con una categoría superior a la que me ofrecían a mí y haciendo cosas mucho más interesantes”. Respecto a los estudios universitarios, Laura apunta que “la diferencia de estos estudios con los universitarios es tan grande que la motivación fue creciendo desde el comienzo. Ahora estoy feliz con mi nueva carrera profesional, trabajando en algo con lo que me siento realizada y en unas condiciones laborales adecuadas. Fue una gran decisión y se la recomiendo a todo el mundo”.

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