El gas en el nuevo rompecabezas energético
La captura y almacenamiento de CO₂ y la producción de hidrógeno azul marcan el futuro de una energía para sustituir al carbón
El año 2021 va a ser la hora de la verdad para la industria del gas natural y del gas natural licuado (GNL)", sentencia Wood Mackenzie en su último informe de perspectivas. Quienes han de tomar las decisiones políticas tendrán que aclarar "cómo pretenden descarbonizar sus economías", escribe la consultora en su investigación, lo que incluye contestar a la pregunta de qué papel otorgarán al gas natural en sus procesos de transición energética. La industria, por su parte, "deberá mostrar compromisos para descarbonizar", según añade, con la adopción de sistemas de captura y almacenamiento de CO₂ (CAUC según sus siglas en castellano, CCUS en inglés) y la producción de hidrógeno azul, de bajas emisiones.
El gas natural ha sido más resistente que el carbón y el petróleo al impacto de la crisis de la covid-19, según constata la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su World Energy Outlook 2020. Visto en global, aún queda mucho colchón para esta energía en buena parte del mundo, sobre todo porque está llamada a sustituir al carbón en potencias emergentes. Es verdad que la demanda en la Unión Europea (que está apostando muy fuerte por las renovables) será un 8% menor en 2030 respecto a 2019, pero también que en India, China, Oriente Medio o el sudeste asiático, crecerá alrededor de un 45%. "En Asia, el carbón todavía representa más del 50% del combinado energético", recuerda el informe de perspectivas de Wood Mackenzie. "El desplazamiento del carbón por gas natural para la generación de energía primaria proporcionaría una enorme reducción de emisiones de forma inmediata y eficiente en costes", subrayan desde Repsol.
Según datos de AIE, más de la mitad de la energía que se consume en el mundo procede aún de los hidrocarburos, con el petróleo a la cabeza (32%), seguido del carbón (26%) y del gas natural (23%); las fuentes renovables aportan un 14%. La institución de referencia en el sector energético establece, para 2040, varios escenarios posibles, uno de los cuales, el de una recuperación sostenible, prevé que casi la mitad del mix energético global esté liderado por el gas (23%) y el petróleo (22%), que el carbón aporte un 10% y las renovables (incluyendo la hidráulica), un 36%. La investigación de McKinsey & Company Perspectiva Energética Global 2021 analiza los combustibles fósiles y observa que "la demanda agregada alcanzará su punto máximo en 2027, con el petróleo llegando a su máximo en 2029 y el gas en 2037, mientras que la de carbón muestra un descenso constante".
El sector gasista defiende su papel clave para garantizar el suministro en los próximos años y para avanzar hacia una transición energética sostenible. Actualmente "es indispensable contar en el mix energético con fuentes de energía primaria que den una respuesta continua a la demanda", comentan desde Repsol, teniendo en cuenta que la generación de renovables es intermitente. También es insustituible, por ahora, en los sectores no electrificables, como la industria intensiva o el transporte pesado. No ha sido posible recabar la postura del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), pero lo cierto es que el gas natural figura en los gráficos de evolución de consumo de energía primaria del PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030) como tercera fuerza del mix energético para 2030, por detrás del petróleo y sus derivados y de las renovables, a unos niveles ligeramente inferiores a los de 2015. De los 161 gigavatios de potencia total instalada en el sector eléctrico previstos para 2030, 27 serán de ciclos combinados de gas, que suponen la transformación de la energía térmica del gas natural en electricidad.
Repsol "viene apostando desde hace algunos años por el gas como principal activo en su portafolio de upstream [exploración y producción]". En paralelo, basa su estrategia hasta 2025 en cuatro grandes pilares: la eficiencia energética, la economía circular, la producción de hidrógeno renovable y las tecnologías de uso, captura y almacenamiento de CO2. Abordará un proyecto en el campo de gas natural de Sakakemang, Indonesia, con el que estima capturar 1,6 millones de toneladas de CO₂/año, y promueve el desarrollo de hubs de CCUS a gran escala en centros industriales mediante la iniciativa Kickstarter. Oil and Gas Climate Initiative (OGCI), en la que participa, cuenta con un fondo de 1.000 millones de dólares para invertir en ideas de negocio que ayuden a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y una de sus palancas clave es el desarrollo de tecnologías de CCUS.
Agilidad y adaptación
Hablar con los operadores gasistas en este año decisivo es como hacerlo con un camaleón, y no solo por su habilidad para adaptarse, sino por la capacidad de mover sus ojos de manera independiente, de forma que uno mira al corto y el medio plazo, desde el que reivindica su peso en el nuevo escenario, mientras que el otro enfoca al largo, con un horizonte copado por el hidrógeno, azul y verde, como gran vector contra el cambio climático. Repsol opera en Cartagena la mayor planta de producción de hidrógeno de Europa; la instalada en la refinería de Petronor en Bilbao captura unos 1.300 kg/hora de CO₂, y la compañía estudia generalizar su uso en sus instalaciones industriales. Su consejero delegado, Josu Jon Imaz, ha anunciado inversiones de entre 2.200 y 2.900 millones de euros durante 2021-2026 para la realización de proyectos en toda la cadena de valor del hidrógeno.
"Enagás ha adelantado su compromiso de alcanzar la neutralidad en carbono a 2040 y, para ello, cuenta con más de 50 proyectos concretos de eficiencia energética y de impulso a los gases renovables", señala su presidente, Antonio Llardén. Naturgy ha emprendido una ruta hacia el hidrógeno renovable (o verde) y la generación de biometano. Redexis ha integrado una pila de combustible en una estación de regulación y medida (ERM) de uno de sus gasoductos en Zaragoza: "Es la primera integración de este tipo que se realiza en España, para estudiar la viabilidad de la inyección de hidrógeno en la red gasista y poder hacerlo a gran escala en un futuro".
Pero, hasta que eso llegue, ¿contemplará la UE al gas natural como un combustible de transición? ¿Considerará la producción y financiación de hidrógeno de bajas emisiones procedente del gas natural? Las preguntas del informe de Wood Mackenzie quedan en el aire, aunque la consultora predice anuncios de políticas asiáticas y europeas para respaldar la demanda de gas a medio plazo, y un impulso "creciente" a las CCUS a gran escala (que hasta la fecha no se han revelado rentables) y a proyectos de hidrógeno azul en Europa para 2021. Fuentes del sector apuntan a que el hidrógeno está en una situación similar a la de las renovables hace una década, cuando era más caro generar electricidad con ellas que con combustibles fósiles. La velocidad con la que gane competitividad dependerá del apoyo público y privado.
Crece la red de GNV
Existen dos tipos de gas natural vehicular (GNV): GNC (gas natural comprimido) y GNL (gas natural licuado). Repsol prevé ampliar su red de gasineras de GNV mediante el desarrollo de una red de GNC/GNL en los principales corredores de transporte de la península. Ya están operativos puntos de suministro en Hernani (San Sebastián), Seseña (Toledo), La Jonquera (Girona), Guarromán (Jaén), Mojogallardo (Cádiz), Fontioso (Burgos), Sestao (Bizkaia), Mérida (Badajoz) y Albatera (Alicante). "Al igual que ocurre con el caso del AutoGas, el GNV cuenta con la etiqueta ECO otorgada por la DGT", destaca.
Redexis presenta el GNV como "una alternativa a los combustibles derivados del petróleo para transporte ligero y pesado". Y lo liga a su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados en la Agenda 2030. "El GNV reduce las emisiones de NOx en un 40% y de CO₂ en un 27%", incide. Por ello está desplegando "un ambicioso plan de estaciones de repostaje de GNV a lo largo del territorio nacional". Ha firmado acuerdos tanto con fabricantes como con otras compañías como Cepsa, junto con la que planea "crear la mayor red de gasineras de España". Abrió la primera en Zaragoza, en la Cooperativa del Taxi; en 2020 inauguró la de Coar en Alcorcón (Madrid), la de Puerto Lumbreras (Murcia) o la de Mercazaragoza (Aragón). Las 10 que funcionan hoy serán 20 para 2021.
Sin embargo, un informe de 2018 sobre el uso del gas en el sector del transporte publicado por la red europea Transport and Environment (T&E), de la que forman parte Ecologistas en Acción, Eco-Unión, PTP y ECODES, apunta a que no hay tanta diferencia entre quemar gas y quemar diesel o gasolina en relación con la calidad del aire y con las emisiones de CO₂, y concluye que el gas natural no es la solución para la descarbonización del sector. "Es urgente dejar de subvencionar la compra de vehículos de gas. Los ayuntamientos deben retirarle la consideración de vehículo limpio a la hora de establecer criterios de acceso al centro de las ciudades o de renovación de los vehículos de los servicios municipales", pide la investigación.
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