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El año que cambiamos de cama...

Cómo la pandemia modificó nuestros hábitos sexuales

Estamos viviendo un capítulo de ciencia ficción del que no sabemos, aún, el epílogo. Habrá que decidir cómo lo escribimos. Si solos o acompañados. Marcha atrás no hay.

Una pareja se abraza en el centro de Madrid, el pasado mes de diciembre.
Una pareja se abraza en el centro de Madrid, el pasado mes de diciembre.Manu Fernández (AP)

Que este año lo recordaremos todos está fuera de duda. Hasta las que tenemos memoria de pez, recordaremos este 2020 por la magnitud de los acontecimientos. Como para que todo esto no afecte a nuestras camas... El año de la pandemia pasará a nuestra historia también como el año en el que cambiamos de camas.

A quien más y a quien menos le han reventado las sábanas en la cara. Para empezar, la primera exigencia sanitaria ha sido no tener sexo con una persona con la que no se conviviera. Lo cual trajo mucho dolor: El número de menores abusados y abandonados durante el confinamiento aumentó. Y para muchas mujeres ha supuesto un suplicio por no poder plantearse la separación ni durante el confinamiento ni después. Pero, incluso quien creyera estar viviendo en la mayor de las normalidades, ha vivido situaciones extremas que obligaron a replantearse la vida.

1.- Repasamos nuestra vida.

Cada vez que he hablado con una usuaria de apps de ligue me ha reconocido que por mucho que quisiera a su marido tener un amante formaba parte de sus expectativas. Durante los primeros meses de confinamiento, cuando no podíamos salir de casa y buscábamos balconadas para respirar en nuestras vidas, la plataforma Gleeden, de encuentros extraconyugales, incrementó en más del 160% las conexiones y envíos de mensajes. Aguantamos a marido e hijos, pero petardeamos fuera de casa. Conexiones más cortas, pero más repetidas en el tiempo. Todos los días mandamos mensajito.

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En cuanto a divorcios, no vamos mal. En cuanto salimos del confinamiento y nos dijeron que reconstruyéramos nuestras vidas elegimos con quién hacerlo. Las demandas de divorcio se incrementaron en el tercer trimestre del año. Como para no. Después de lo que hemos vivido.

A pesar de que los augurios demográficos no son muy buenos en España, en algunas provincias se ha producido un incremento en la atención hospitalaria por embarazos. Hasta un 15%, por ejemplo, en Almería. Se espera un descenso en los tratamientos de fertilidad y, al mismo tiempo, que el acceso a las medidas profilácticas se complique en los países en desarrollo por culpa del coronavirus.

2.- Sofisticamos nuestras sábanas.

Ana es de una localidad de Huesca, vive en Madrid y no tiene pareja. Hasta ahora disponía de una maravillosa agenda de amantes esporádicos. Hombres y mujeres que pasan como una exhalación;  siempre las mismas personas. Su vida sexual, magnífica. Gracias. Hasta que explotó esta mierda. Por edad, veintinueve años, es de las que tiene incorporado el sexteo a su vida habitual. Uno de sus amantes es especial. Y es el poseedor del juguete erótico a distancia que les permite sextear mientras se masturban mutuamente. También es el que tuvo que hacer cuarentena para entrar en España, así que, cuando se ven, tienen sexo. Ese y unos cuantos más esporádicos, que han tenido que pasar cuarentena por diferentes motivos, han completado su ristra de amoríos en tiempos de pandemia. Ella solo es un ejemplo sofisticado de nuestro cambio de hábitos. Pero las cifras no engañan. Solo en España, la marca Lelo de productos eróticos ha aumentado en un 20% sus ventas. Esto quiere decir que, después de la hecatombe, cuando se paralizó todo y hubo que resetear, a 2021 llegamos incluyendo parafernalias amatorias impensables hasta hace muy poco. Los succionadores de clítoris se salen de madre en ventas y, por primera vez, el segundo juguete es un masturbador masculino. Una virguería que hace lo propio que una boca, al que no se atreven a llamar succionador de pene, pero casi.

No saben la de personas que me agradecen haber descubierto tal o cual artilugio...

3.- Nos relacionamos de otro modo, tenemos sexo de otra manera.

Ginger es una mujer de más de 40 años que pasó de los encuentros sexuales compartidos con su marido, acudiendo a locales de intercambio de pareja, a tener su propia ristra de amantes. Hombres y mujeres con los que tiene sexo sin que su marido participe, aunque conozca de su existencia. El coronavirus los pilló en mitad de la transformación de pareja swinger a pareja liberal. Ginger ama a su marido. Y es su mejor amante. Pero eso no quita para que se acueste con quien quiera, incluyendo algún que otro jovenzuelo. "El sexo online no me interesa demasiado, a pesar de que, durante el confinamiento fue al que recurrí con todos mis amantes. Después empecé a ver a algunos. He quedado físicamente con quien tenía mucha confianza, los conocía de antes y me aseguraban haber cumplido con las medidas de seguridad". Las plataformas de contactos liberales, como cuenta Ginger, han promocionado sus puestas en escena online. Los portales de encuentros extraconyugales lo han petado y, mientras los clubes cerraban sus instalaciones, los portales de Internet se adentraban en nuevos mercados. Joyclub.com, portal en el que se maneja Ginger, ha ideado algo llamado livestream, que pone en contacto a usuarios para que se exhiban todo lo explícitamente que quieran y compartan sus inquietudes sexuales. "Tiene una opción, relata Ginger, para que digas si estás dispuesta a tener sexo online con los amantes que te puedan surgir. Y tú eliges con quién y lo haces". 

Perfecto escaparate de información sexoafectiva a demanda de los usuarios, incluyendo sexo no convencional, ese que nos cuesta decir que practicamos. Esta pandemia ayuda a que perfeccionemos nuestras técnicas y a que salgamos de muchos armarios. Te lo ponen tan fácil que, antes de que quieras darte cuenta, te descubres teniendo un sexo que ni te planteabas y con quien menos imaginabas. 

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