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Libertad comercial ante todo

Pese al avance del proteccionismo, las empresas españolas se resisten a dar marcha atrás en su expansión internacional

GETTY IMAGES

América Latina fue una ventana al mundo. Al menos para las empresas españolas que, a principios de los años noventa del siglo pasado, encontraron tierra firme del otro lado del Atlántico. Aprovechando el auge de privatizaciones latinoamericanas, las compañías de sectores variopintos —energía, telecomunicaciones, construcción, textil y financiero— izaron las velas y se lanzaron al agua. Ganaron fuerza y experiencia, ensancharon sus billeteras y transformaron sus negocios en grandes multinacionales. Enarbolaron la bandera del libre comercio y se extendieron, primero a los países de la OCDE y luego en naciones de los cinco continentes. Nada fue baladí. El engranaje de pactos y alianzas del mundo multilateral permitió a las firmas surcar por distintos mares a una velocidad de crucero nunca antes vista.

"Nos hemos beneficiado de la apertura económica, del libre comercio, de un entorno con unas reglas claras respaldadas por instituciones fuertes", argumenta Carlota García, investigadora principal de Estados Unidos y Relaciones Transatlánticas del Real Instituto Elcano. Hoy, sin embargo, el mar está más revuelto que nunca. La crisis sanitaria, provocada por la covid-19, ha avivado los proteccionismos (desatados ya desde hace algún tiempo), y que han cobrado forma en aranceles a las importaciones, barreras administrativas a los intercambios de mercancías, obstáculos a la inversión extranjera directa y subsidios a las empresas nacionales.

Mercados irrenunciables

"Las empresas españolas buscan oportunidades en los mercados internacionales y el proteccionismo es un freno, en la medida en que genera incertidumbre", afirman los expertos de la CEOE. Pero dar marcha atrás y volver a casa no es una opción. "Su internacionalización es un proceso que no se detiene", señala Ramón Casilda, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). El mercado transfronterizo es clave. Por ejemplo, las compañías españolas contaban en 2018 (de cuando son los últimos datos disponibles) con un stock de inversión extranjera directa (activos y pasivos financieros) en el mundo por más de 496.000 millones de euros, un 39% más que hace una década, según las Estadísticas de Inversión Española en el Exterior (Datainvex). "Deshacer esas importantes inversiones en estos momentos tan críticos, aunque lo quisieran, resulta bastante complicado... Las empresas tratarán de defender y consolidar sus posiciones (en algunos casos de liderazgo) en los países donde operan, y estarán vigilantes de la evolución de la situación económica y sanitaria", resalta Casilda.

Las próximas elecciones en EE UU, programadas para el 3 de noviembre, serán decisivas. La incertidumbre y la falta de reglas claras que ha impuesto el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, podrían llegar a su fin o prolongarse, lo cual repercutirá en el tejido empresarial internacional. "La administración de Trump ha hecho maniobras tremendas en términos comerciales", afirma Ángel Saz, director del Centro de Economía y Geopolítica Global en Esade Business School. En su afán por reducir el déficit comercial con el mundo, el republicano ha puesto patas arriba las reglas del comercio internacional, imponiendo sanciones y desatando guerras comerciales. Además, ha impedido la renovación del Órgano de Apelación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que es una suerte de última instancia para recurrir los dictámenes sobre un conflicto.

España no se ha librado de estas disputas. El año pasado, EE UU impuso aranceles adicionales a las exportaciones de productos españoles y europeos, que afectan, sobre todo, al sector agroalimentario. Dicha acción ha sido el resultado de un conflicto por los subsidios que recibió el constructor aeronáutico europeo Airbus, en detrimento de su rival estadounidense Boeing, que la OMC resolvió a favor de Washington. "De alguna manera ha afectado una relación comercial entre EE UU y España que iba viento en popa", comenta García. Desde 2000, el número de empresas exportadoras al mercado estadounidense se ha casi triplicado: ahora son más de 32.000 compañías que venden sus productos al sexto socio comercial de España, el segundo extracomunitario. La balanza comercial, por su parte, siempre ha estado a favor de la economía norteamericana. En los últimos años, sin embargo, el déficit comercial se había venido reduciendo. "En 2019 repuntó. Es allí en donde empezamos a ver las consecuencias de las medidas proteccionistas", argumenta la experta.

Esto se suma a la creciente incertidumbre que ha generado el Brexit en los últimos cuatro años. La decisión de abandonar la Unión Europea por parte del Reino Unido, el quinto mercado más importante para España, ha metido presión. "La presencia de la gran empresa española en el mercado británico es, en términos generales, a través de inversiones directas, afectándoles cuestiones como la caída de la demanda local ante la caída del PIB, la volatilidad de la libra, los temas regulatorios, la posibilidad de disrupciones en la cadena de suministro o la movilidad de personas", comenta Antonio Hernández, socio responsable de Internacionalización y Brexit de KPMG España. Para estas grandes firmas, su presencia en otros mercados les ha permitido diversificar el riesgo, pero también, en varios casos, se han producido cambios en la estructura societaria, tanto operativas como fiscales, así como relocalizaciones, explica el experto.

"En el caso de la inversión, nosotros no estamos observando que se esté produciendo un desvío hacia otros países pero sí, que en el contexto actual, el proceso de toma de decisiones lleva más tiempo", dicen los especialistas de la CEOE. La patronal indica que hay que tener en cuenta que Reino Unido firmará sus propios acuerdos comerciales con mercados relevantes para España, como EE UU, Japón (ya alcanzado recientemente) o Australia, y se producirá un efecto negativo de "desviación de comercio", al empeorar las condiciones competitivas de los productos europeos.

El sueño americano

Las empresas españolas en EE UU han llegado para quedarse. Hoy, las grandes multinacionales como ACS, Santander, Iberdrola, Grifols, BBVA, Mapfre y Ferrovial han crecido a pasos de gigante en el mercado americano. En conjunto, estas siete compañías sumaron ingresos en 2019 por casi 40.000 millones de euros. Entre estas destaca el caso de ACS, que la semana pasada se adjudicó un macrocontrato por 1.926 millones de euros para la reforma de la terminal 1 del aeropuerto de San Diego (California). Aunado a ello, la compañía que preside Florentino Pérez suma una historia de éxitos en los últimos años. Desde 2016, su facturación se ha disparado casi un 40% en Estados Unidos, que hoy es su principal fuente de ingresos, pues supone 43,4% de las ventas totales de la firma española. "El mercado estadounidense lleva muchos años siendo una pieza clave para el mercado español", Daniel Hernández, analista senior de España de TTR, una empresa especializada en el mercado de fusiones y adquisiciones.

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