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Micrófonos en el papel higiénico y una mansión desvalijada: la historia de Randy Quaid es la más delirante de Hollywood

El actor cómico, que hoy cumple 70 años y es ferviente admirador de Trump, lleva años atrapado en una esperpéntica espiral de delitos, huidas de la justicia y vídeos perturbadores. Él asegura que es un complot de una organización que quiere matar a estrellas de Hollywood

El actor Randy Quaid fotografiado en Utah en 2008.
El actor Randy Quaid fotografiado en Utah en 2008.Getty Images

El actor Randy Quaid acaba de anunciar que se va a Uganda a colaborar con la Cruz Roja y que probablemente nunca regrese. Esta decisión resultaría excéntrica si viniera de cualquier otra estrella de cine, pero es quizá lo más sensato que ha dicho o hecho Quaid en los últimos 10 años: el actor lleva una década atrapado en una esperpéntica espiral de delitos, huidas de la justicia y vídeos perturbadores. Él, por su parte, asegura que todo es un complot de una organización especializada en asesinar estrellas de Hollywood. Y todo empezó como empiezan las mejores y las peores historias: con una boda.

Evi Motolanez trabajaba como asistente de producción en Noches de Broadway. Un día recogió al actor para llevarlo al rodaje pero se perdió por el camino y acabaron cenando en un restaurante chino. Allí mismo Quaid le pidió matrimonio, según Evi, desoyendo una invitación de Madonna para ir a su casa a hacer un trío con Jennifer Grey

Randy Quaid participó en varios clásicos de los setenta. “Era una época gloriosa para Hollywood”, recordó en Vanity Fair. “Un manicomio regentado por los pacientes donde podías hacer el tipo de película que quisieses”. Quaid debutó con La última película (Peter Bogdanovich, 1971), a la que siguieron ¿Qué me pasa, doctor?, Luna de papel, El expreso de medianoche y El último deber. Esta última le dio una nominación al Oscar, que él rentabilizó apareciendo en Las vacaciones de una familia chiflada americana. Y cuando ya era uno de los actores más queridos por el público estadounidense gracias a su papel de “primo Eddie” en aquella comedia, Quaid alcanzó el prestigio dramático con un biopic de Lyndon B. Johnson por el que ganó un Globo de oro. Era 1988 y parecía destinado a establecerse como un secundario de carácter en la industria. Pero el jardín del Edén en el que Randy Quaid vivía se vio sacudido por una mujer llamada Eva. La tentación, en este caso, no sería una manzana sino una mansión expropiada, una paranoia persecutoria y 200 pares de Manolos [Blahnik].

Evi Motolanez trabajaba como asistente de producción en Noches de Broadway. Un día recogió al actor para llevarlo al rodaje pero se perdió por el camino y acabaron cenando en un restaurante chino. Allí mismo Quaid le pidió matrimonio, según Evi, desoyendo una invitación de Madonna para ir a su casa a hacer un trío con Jennifer Grey (ambas sus compañeras de reparto en Noches de Broadway). “Nos fuimos a casa, nos lavamos los dientes y follamos”, recordaría Evi a Vanity Fair. “Y mientras nos cepillábamos los dientes sentimos como si llevásemos toda la vida haciéndolo”, confirmaba su marido.

Randy Quaid con su esposa Evi en Nueva York en 2007.
Randy Quaid con su esposa Evi en Nueva York en 2007.Getty Images

Durante sus primeros años de casados, Evi apareció dos veces en Vogue en calidad de icono de estilo: coleccionaba microvestidos de Alaïa, trajes de Geoffrey Beene, bolsos de Kelly o chaquetas de cuero de Chrome Hearts y viajaba a Alemania solo para ir de compras. En aquellos reportajes, Evi presumía de su exuberante nivel de vida y su envidiable ropero. Tan envidiable que, según ella, hasta su cuñada Meg Ryan (entonces casada con Dennis Quaid) sentía celos de ella y trataba de imitarla en todo. “Siempre estaba copiando mi estilo. Mi ropa, mis muebles, hasta las cosas que yo hacía”, explicaba Evi. La carrera de Quaid seguía prosperando gracias a Días de trueno, Independence Day o Vaya par de idiotas, y los anuncios de cerveza Miller costeaban la afición de su mujer a la ropa de alta costura.

El matrimonio allanó una mansión en Montecito donde ellos habían vivido 20 años atrás y la vandalizaron hasta perpetrar desperfectos por valor de 26.000 euros. Cuando su vecina les propuso comprarles una parcela de su entrada creyeron que quería quedarse con su buzón y así robar sus cheques

Pero en 2000 el matrimonio se declaró en bancarrota porque debía 350.000 euros al fisco. Evi echó cuentas y convenció a su marido de que alguien le estaba robando los cheques de los beneficios residuales (denominados royalties) de sus películas más exitosas: “En los últimos 10 años solo me he comprado muebles de Donald Judd por valor de 42.000 euros y 200 pares de Manolo Blahniks. Le tienen que estar robando los royalties”, aseguraba. Y ahí fue cuando se propusieron desenmascarar a los ladrones.

Aquel mismo año el actor dejó de hablarse con su hermano Dennis por un desencuentro de este con Evi. Cuando Meg Ryan abandonó a Dennis por Russell Crowe se llevó los cuadros de su casa, así que Dennis le pidió a Evi que encontrase alguna pieza de arte para cubrir las paredes vacías. Evi apareció con un cuadro de Andy Warhol titulado Russell Means. “Ni siquiera me planteé que la pintura se llamase 'Russell', pero la cosa acabó como una obra de teatro delirante con Dennis gritándome, Randy gritándole a él y su madre gritándoles a los dos. Era en cierto modo divertido, la verdad”, admite Evi.

Un musical de terror

Dennis Quaid y Randy Quaid actuaron juntos en la película 'Forajidos de leyenda'. En esta imagen del reparto completo son el sexto y el séptimo empezando por la izquierda.
Dennis Quaid y Randy Quaid actuaron juntos en la película 'Forajidos de leyenda'. En esta imagen del reparto completo son el sexto y el séptimo empezando por la izquierda.Cordon Press

En 2003 Randy Quaid celebró su incorporación al Paseo de la Fama explicando que su estrella está situada exactamente en el mismo punto en el que en 1970, con 20 años, se bajó de un autobús procedente de Houston. En 2005 estuvo nominado a todos los premios posibles por su papel de Tom Parker, el implacable manager de Elvis Presley, en el telefilme Elvis.

Desde su exilio en Canadá, el actor se abrió una cuenta de Twitter en la que explicaba su día a día (“He encontrado un micrófono dentro un rollo de papel higiénico en un urinario público”, “Los helicópteros han vuelto”) y donde también subía vídeos apoyando a Donald Trump

En 2007 Quaid consiguió un papel en Lone Star Love, un musical que adaptaba Las alegres comadres de Windsor, de Shakespeare. “Mucha gente de la industria nos advirtió de que [los Quaid] estaban peligrosamente desequilibrados”, confesaba el compositor Jack Herrick, “pero Randy había sido encantador y había conquistado a todo el equipo durante los castings”. En cuanto comenzaron los ensayos, Evi acudía al teatro a diario para grabarlo todo y exigió diseñar ella misma el vestuario de su marido. Cuando el actor apareció teñido de pelirrojo y con una coquilla (“Parecía que tenía una polla enorme, parecía Vivienne Westood en gay”, presumía ella), el director de la obra se opuso a que Evi siguiese inmiscuyéndose en la producción. Ella reaccionó enviándole al equipo fotos suyas en las que aparecía desnuda empuñando un arma. Y cuando Randy golpeó a otro actor (según él, porque estaba muy metido en personaje) e improvisó diálogos describiendo “los instrumentos ginecológicos” de otra actriz, fue despedido de la obra. Pero la locura no había hecho más que empezar.

Evi contrató a una detective privada para investigar el pasado de los actores de Lone Star Love, porque sospechaba que querían matarlos. “Dejaban cosas en el escenario en la marca donde yo tenía que saltar en un momento dado de la obra”, aseguraba Randy, convencido de que los productores solo querían cobrar el dinero de su póliza de seguro (la producción de Lone Star Love acabó cancelándose). Los Quaid acabaron pidiéndole a la detective que les dejase esconderse en su autocaravana. “Se la alquilé porque no quería que estuviesen más tiempo en mi casa”, aclararía la detective. “Evi dejaba que su perro orinase dentro de la casa, le daba de comer nuestra cena (rosbif) y cuando se despertaba por la mañana se ponía a gritar que la mafia estaba fuera con motosierras y palas para enterrarlos. Yo le decía 'Evi, es el jardinero”. La investigación de la detective, quien acabó reclamándoles 13.000 euros en facturas impagadas, concluyó que todos los hechos que argüían los Quaid eran coincidencias.

En 2010, cuando los Quaid estaban construyendo un museo en honor a Randy en Marfa (Texas) sin los permisos legales pertinentes, fueron arrestados por el impago de una factura de 8.500 euros en un hotel de Santa Bárbara. Evi acudió al juzgado con el Globo de oro de su marido en la mano y una tarjeta de crédito pegada en la frente. Según ellos, la policía de Santa Bárbara estaba conchabada con “los matones de las estrellas”, una organización de abogados, contables y ejecutivos de Hollywood que estaban intentando asesinarlos y/o robarles todo su dinero. Todo había empezado, siempre según los Quaid, cuando en 1983 Warner contrató a esa cábala mafiosa para que desviase los cheques residuales que Randy recibía por Las vacaciones de una chiflada familia americana a la cuenta de una persona que no existía. Una tal Ronda L. Quaid.

Dennis Quaid, hermano de Randy (aunque hoy no tienen relación) y Meg Ryan, su excuñada, fotografiados en 1995.
Dennis Quaid, hermano de Randy (aunque hoy no tienen relación) y Meg Ryan, su excuñada, fotografiados en 1995.Getty Images

Los 'matones' de las estrellas y una mujer fantasma

“Ronda nunca ha existido. Nadie la conoció nunca. Se supone que era una maestra de escuela, pero si vas a su pueblo descubrirás que había ahorrado seis millones de euros en efectivo. ¿Qué clase de profesora tiene ese dinero? Son los royalties de Randy. Lo he investigado todo. No hay cuerpo”, aseguraba Evi. Pero Ronda L. Quaid sí que existió. Nació en 1949 y falleció en Santa Bárbara en 2005, donde trabajaba como profesora de arte en un instituto, con un patrimonio de 1,3 millones de euros. Su obituario en el Santa Barbara News decía: “Ronda estaba bendecida con el don de vivir la vida con humor e ironía”. Y seguramente habría apreciado la ironía de este enredo con su identidad. Pero a los Quaid no les hace ninguna gracia.

Meses después, el matrimonio allanó una mansión en Montecito donde ellos habían vivido 20 años atrás y la vandalizaron hasta perpetrar desperfectos por valor de 26.000 euros. Los Quaid vivieron en aquella casa en 1991, pero cuando su vecina les propuso comprarles una parcela de su entrada para tener más espacio donde aparcar coches el matrimonio comprendió que se trataba de un complot: claramente esa vecina quería quedarse con el trozo de acera donde estaba su buzón y así interceptar los cheques que le llegasen a Randy. Según ellos, “los matones de las estrellas” habían gestionado la venta de aquella vivienda falsificando sus firmas, de modo que técnicamente ellos seguían siendo los dueños. Y total, ahí no vivía nadie porque la mansión era ahora una tapadera para blanquear dinero. Esa es una práctica habitual entre las empresas especuladoras, pero en esa casa en concreto sí vivía alguien: Lannette Turicchi, la presidenta de una promotora de eventos. “Si la tal Turicchi siquiera existe”, contraatacaba Evi, “no es más que una compinche [de los matones de las estrellas], quería ir a la casa para comprobar que ella no vive ahí. Y efectivamente no había nadie”. (Turicchi aclararía que no estaba porque era su segunda residencia).

Randy y Evi estaban convencidos de que los matones de las estrellas estaban detrás de las muertes de Heath Ledger (por sobredosis de medicamentos en 2008), David Carradine (por asfixia autoinflingida en 2009) y Chris Penn (el hermano de Sean, fallecido por un paro cardiaco en 2006) y que, en aquel momento, habían puesto en su punto de mira a Britney Spears, Lindsay Lohan y Randy Quaid. Por eso el matrimonio huyó a Canadá para ocultarse de sus perseguidores y, de paso, no tener que rendir cuentas ante la justicia por sus facturas de hotel impagadas (debían tres más, por un valor total de 62.000 euros) y el allanamiento de su antigua casa. Pero los Quaid siguieron concediendo entrevistas a cualquiera que quisiese escucharlos desde Vancouver, donde vivían en un coche que, según un reportaje de Vanity Fair, olía a comida rápida, orín de perro y cigarrillos.

“Los Toyota Prius engañan, son más espaciosos de lo que parecen, y nosotros somos personas altas. El espacio para las piernas es importante” explicaba Randy respecto a su vivienda. Su mujer, cuyo atuendo incluía una americana de Yves Saint Laurent y un cinturón de Prada y a quien Vanity Fair definió como “fugitiva chic”, explicaba que habían intentado conducir hasta Siberia pero no encontraron la forma de llegar hasta allí. Evi detallaba cómo su investigación de tres años le había llevado a concluir que la misma organización que los persigue estaba detrás de la muerte de Michael Jackson y del boicot a Mel Gibson. El matrimonio intentó vender a varias cadenas de televisión un reality show sobre su huida, cuya primera escena arrancaría con ellos disparando a la cabeza de alguna de las personas que figuran en su lista de enemigos (compuesta por sus exabogados, sus examigos, sus exagentes y varios ejecutivos de Warner, la distribuidora de Las vacaciones de una chiflada familia americana). “¿Sufrís desequilibrio mental, esquizofrenia o adicción a las drogas?”, les preguntó la presentadora de Good Morning America. “¿Tú qué crees?”, replicó Evi.

Micrófonos en el papel higiénico

“Tengo ocho amigos que han fallecido en misteriosas circunstancias o que han sufrido escándalos durante los últimos años”, señalaba, “a eso me refiero cuando digo 'matones de las estrellas'. No se trata necesariamente de matar, sino de crear un escándalo o un misterio en torno a una persona famosa para desacreditarla”. Desde su exilio en Canadá, el actor se abrió una cuenta de Twitter en la que explicaba su día a día (“He encontrado un micrófono dentro un rollo de papel higiénico en un urinario público”, “Los helicópteros han vuelto”) y donde también subía vídeos apoyando a Donald Trump con una iluminación, una voz y un discurso de película de terror. En 2015, la pareja publicó un vídeo en el que Randy explicaba que se había puesto la camisa con la que salvó el mundo en Independence Day para “joder a Rupert Murdoch” (presidente del conglomerado News Corp, que en aquel momento intentaba una opa hostil sobre Warner). A continuación denunciaba que Warner le había robado la casa y que, gracias al apoyo de News Corp, la pareja había sido falsamente arrestada seis veces. El vídeo terminaba con Evi con una careta de Murdoch poniéndose a cuatro patas y Randy simulando un coito mientras gritaba, tras escupirse en la mano y simular una lubricación, “¿Quieres joderme, Rupert? ¡Pues yo te voy a joder a ti antes!”. Al final aparecía el perro de la pareja ladrando de fondo y Randy exclamaba “¡He vuelto!”.

Y volvió. En 2016 los Quaid regresaron a Vermont para cuidar del padre enfermo de Evi y un juez desestimó el proceso de la Fiscalía por obstrucción a la justicia y fuga. Se supone que no pueden poner un pie en California, pero el año pasado aparecieron sonrientes a la salida de un mercado de Los Ángeles. “Mi contable me envió una carta a espaldas de Evi en la que me advertía de que ella estaba gastando demasiado dinero y me iba a llevar a la ruina. Estaban intentando separarnos, dividirnos, y me afectó: empecé a mirar a Evi de reojo pensando 'menuda zorra'. Sí, Evi iba a Hermès y a Chanel, pero todo el dinero que se gastaba allí era solo una fracción de lo que se suponía que yo ganaba. Yo estaba haciendo suficiente dinero para mantener a Evi y sus compras sin problema. Pero Evi es muy intuitiva y muy lista. Es la persona más lista que conozco. Podéis llamarla loca, pero ella es mi vida y si no estuviera conmigo no sé dónde estaría yo”, concluye Randy, confirmando que este relato es, entre otras muchas cosas, una auténtica historia de amor.

Y en el penúltimo giro de guion de esta historia, en 2018 una demanda por escuchas ilegales contra el detective Anthony Pellicano desveló que en la lista de individuos cuyos teléfonos habían sido pinchados por Pellicano, con la ayuda de un policía corrupto de Los Angeles, figuraban... Randy y Evi Quaid. ¿Y si tenían razón? Se trataría del tipo de desenlace que, literalmente, solo ocurre en Hollywood.

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