La maldición del nuevo Messi: así se prepara el mundo del fútbol para el inevitable relevo
Hubo un Pelé blanco, un Maradona de los Alpes e incluso un Messi tailandés. Los castings de sucesores existen desde que el fútbol es fútbol, y casi siempre son una maldición para los elegidos. La debacle ante el Bayern ha acelerado la búsqueda de heredero para el argentino
Los castings de sucesores existen desde que el fútbol es fútbol. A Zico le amargó la vida que se hablase de él como ‘el Pelé blanco’, el rostro pálido de clase media al que se exigía que estuviese a la altura de la leyenda de piel negra surgida de las favelas, y aquel Brasil que intentó restaurar el jogo bonito en los primeros ochenta tuvo también un ‘Pelé rojo’, el izquierdista y muy comprometido Sócrates. Pablo Aimar y Javier Saviola desfilaron junto a muchos otros, y muy a su pesar, por la pasarela de los nuevos Maradona cuando aún estaba fresco el recuerdo de sucedáneos del barrilete cósmico como el Maradona de los Cárpatos (Gica Hagi), el Maradona de los Alpes (el austríaco Andreas Herzog), el Maradona húngaro (Lajos Détári), el Maradona inglés (John Barnes) o el Maradona francés (hubo unos cuantos, pero ninguno tan digno como Alain Giresse). Incluso los holandeses se obcecaron en su día en la búsqueda de un nuevo Johan Cruyff (no ya un jugador revolucionario, sino un líder galvanizador y el heraldo de un nuevo fútbol) hasta que comprendieron que era misión imposible y optaron por dejarlo correr y no amargarle la vida con comparaciones injustas a ninguna joven promesa.
Lionel Messi acaba de encajar con el Barcelona la peor derrota de su carrera. Aunque sigue resultando difícil discutirle la corona de mejor jugador del mundo, tiene ya 33 años y el inicio de su declive biológico y futbolístico se intuye inminente. Para el periodista deportivo Aitor Lagunas, director de la revista Panenka y comentarista de Gol Televisión, “el mundo se está preparando para la inevitable sensación de orfandad que dejará Messi cuando se retire y es hasta cierto punto lógico que analistas y aficionados estén pensando ya en el relevo, se esfuercen por descubrir lo antes posible cómo va a ser la siguiente página del libro del fútbol”.
Herencias envenenadas
'The Sun' ha publicado una lista de jugadores de todo el mundo que habían sido considerados en algún momento como los ‘nuevos Messi’. “¿Qué fue de ellos?”, se preguntaba el autor del artículo, Tom Sheen. Solo Mohamed Salah, el ‘Messi egipcio’, se ha mostrado a la altura de tan exigente etiqueta
En opinión de Lagunas, no habrá relevo si por tal entendemos necesariamente “la consagración inmediata de un jugador idéntico o muy parecido a Messi, un zurdo virtuoso que juegue en todas partes, meta más goles y dé más asistencias que nadie y tenga un impacto superlativo, casi abusivo, en el juego de su equipo”. Para él, “el futuro es, por definición, impredecible, pero no creo que sea sensato esperar que aparezca muy pronto un segundo Messi”. Eso sí, el deporte seguirá su curso y “ya en el próximo par de años, se va a hablar un poco menos de Messi (o de Cristiano Ronaldo) y bastante más de Neymar, Kylian Mbappé o Erling Haaland”.
Los dos últimos son, desde su punto de vista, los que mejor encajan en el paradigma de gran estrella del futuro inmediato que se intuye en el horizonte: “Messi ha sido una especie de eslabón intermedio entre Maradona, el virtuoso anárquico que aparece de la nada y se abre paso a base de talento y carácter, y esa especie de atleta universal, fruto de la tecnología aplicada, la dieta, la medicina y los centros de alto rendimiento, que es Mbappé”. Entre el fútbol canalla, romántico y visceral del Pelusa y el deporte ciencia que representa el delantero del PSG, Messi ha reunido “parte de lo mejor de ambos mundos”. Leo es “un fruto de la globalización futbolística de los 90, una flor exótica que fue trasplantada a Europa y que llegó aquí para seguir creciendo, pero llegó cuando ya había empezado a florecer”. La combinación de los potreros de Rosario y esa “excepcional escuela de fútbol que es la Masía” hizo posible “algo tan raro y tan maravilloso como Messi”.
Muchos príncipes y pocos reyes
¿El nuevo Messi? Luka Romero es la última promesa del fútbol a la que han querido colgarle del dorsal tan hiperbólica y pegajosa etiqueta. Y él ha intentado resistirse a ella con una madurez y un sentido común que parecen impropios de sus 15 años. En su primera entrevista de un cierto relieve, para el programa 90 minutos, de Fox Sports, el juvenil del Mallorca insistía hace unas semanas en que Messi es Messi, un talento único e irrepetible, y que él aspira a construirse su propia parcela y no quiere ser nada distinto a Luka Romero.
Luka es aún un adolecente, pero también un formidable proyecto de jugador de fútbol. Zurdo, rápido y menudo, juega de enganche, hace diabluras con el balón cosido al pie, se carga al equipo a la espalda y lleva el gol en la sangre. Además (aunque algunos insistan en referirse a él como ‘el Messi mexicano’ o el ‘Messi balear’’, porque nació en Durango, México, y se crio en España, primero en la localidad andaluza de Villanueva de Córdoba y luego en la isla de Formentera), es de nacionalidad y de raíces argentinas, pasa sus vacaciones en la ciudad rioplatense de Quilmes y ha elegido jugar con la albiceleste.
Luka es, sobre todo, muy precoz. Incluso más que Messi en su día. El pasado 24 de junio disputó unos minutos con el Real Mallorca en el Santiago Bernabéu, convirtiéndose, a los 15 años y 219 días, en el debutante más joven de la historia de la Primera División española. Superaba así a una leyenda nacional de la precocidad, Francisco Bao Rodríguez, ‘Sansón’, un pontevedrés que debutó con el Celta de Vigo en diciembre de 1939, pocos meses después del final de la Guerra Civil. Cuando un jugador apunta tan alto e irrumpe tan pronto en la élite como Luka, es lógico preguntarse dónde estará su techo. Y el techo del fútbol mundial lo sigue marcando hoy por hoy Leo Messi.
Carne argentina
Tal vez Romero coincida algún día en la albiceleste del futuro con otro ‘nuevo Messi’ en ciernes, Thiago Ezequiel Almada, centrocampista ofensivo de Vélez Sarsfield que acaba de cumplir 19 años. Javier Alfaro, redactor de El Mundo Deportivo, lo describía hace unas semanas como “un menudito mago del balón a punto de cruzar el charco, ya más una realidad que una promesa”. Alfaro ve en él a un talento “irreverente”, uno de esos jugadores “tocados por la varita”. “Diestro rápido, escurridizo y muy vertical”, creció en el barrio bonaerense de Fuerte Apache, ese semillero de jugadores virtuosos y raciales del que surgió también Carlos Tévez.
Almada, al que llaman ‘El Guayo’, puede recalar muy pronto en uno de los grandes de Europa. Si nada se tuerce, va a ser muy bueno, pero tal vez no excepcional. Y, desde luego, pese a su irreverencia y su verticalidad, no va a ser Messi, como tampoco lo han sido esos otros Messi de repuesto que prensa y aficionados creen encontrar en Argentina de vez en cuando. No lo fueron Diego Buonanotte (también santafesino y apenas un año menor que Leo), Erik Lamela, Juan Manuel Iturbe ni Leandro Depetris. Y tampoco parece que vayan a serlo el formidable Paulo Dybala o los muy prometedores Lautaro Martínez, Matías Zaracho o Agustín Almendra. Justo es reconocer, sin embargo, que a la mayoría de ellos no les ha pesado la etiqueta de nuevo Messi, porque no han cometido el grosero error de tomársela demasiado en serio.
Entornos desquiciados y padres tóxicos
Para Santi Giménez, redactor del diario As y autor de libros como Cuando fuimos los mejores, pero no ganábamos nunca, la insistencia en encontrarle sucesores a Messi (ya sea en Argentina, en Barcelona o en Sebastopol) es, en dos palabras, “una mierda”. Giménez recuerda que “al menos el Maradona de los Cárpatos o el de los Alpes eran jugadores consolidados y con una trayectoria, capitanes de sus selecciones o máximos goleadores de sus ligas. Con Messi se está comparando a niños cuya progresión es una incógnita. Es una vergüenza, un engañabobos y puede que un lastre injusto para las carreras de los muchachos”.
El periodista recuerda que al propio Messi no empezó a considerársele el probable sucesor de Maradona “hasta que tenía 22 o 23 años, y eso que llevaba jugando a un nivel excepcional desde que era cadete y tuvo un impacto inmediato en cuanto entró el primer equipo”. Pero por entonces, según bromea Lagunas, no vivíamos aún en un mundo “en el que hay cientos de ojos escrutando hasta el último rincón del planeta fútbol para ver si aparece un alevín turco o canadiense capaz de darle 200 toques a una naranja”. Según Giménez, “la culpa de todo este delirio es de algunos padres de supuestas promesas a los que habría que retirar la custodia, porque se están convirtiendo en el cáncer del fútbol”. A él le entristece, “ver a chavales de 11 años exhibidos en vídeos de YouTube como si fuesen monos de feria y torneos sub-14 con las gradas abarrotadas de representantes que aprovechan el descanso para intentar captar nuevos clientes con falsas promesas”. Por culpa de unos y otros, el fútbol formativo se ha convertido en “un deporte de riesgo” en el que cada vez hay más ilusos persiguiendo “una quimera”.
Pero lo cierto es que no se puede reproducir lo excepcional. Ni siquiera en óptimas condiciones de laboratorio. Hace unas semanas, The Sun publicó una exhaustiva lista de jugadores de todo el mundo que habían sido considerados en algún momento como los nuevos Messi. “¿Qué fue de ellos?”, se preguntaba con crueldad jocosa el autor del artículo, Tom Sheen. Solo Mohamed Salah, el ‘Messi egipcio’, se ha mostrado hasta cierto punto a la altura de tan exigente etiqueta, aunque Sheen precisa que el faraón del Liverpool es, tal vez, “uno de los jugadores de la lista que menos se parecen a Messi”.
El caso es que ahí estaba el (presunto) Messi inglés, Patrick Roberts. También el Messi alemán, Marko Marin. O el Messi suizo, Xherdan Shaqiri. El Messi noruego, Martin Odegaard. El Messi peruano, Raúl Ruidíaz. El Messi japonés, Take Kubo. El Messi croata, Allen Halilovic. Había incluso un Messi tailandés, nigeriano, indonesio, sudafricano o malayo, todos esforzados futbolistas de nombres difíciles de reproducir y carreras francamente inéditas, al menos hasta la fecha.
Curvas de aprendizaje truncadas
Tal vez por respeto a una de las rivalidades más nobles y pertinaces de la historia del fútbol, el tabloide inglés no citaba a ningún supuesto Messi brasileño. En cuanto al (falso) Messi español, apostaban por Gerard Deulofeu, extremo catalán criado en la Masía y que ahora forma parte de la plantilla del recién descendido Watford FC. En opinión de Sheen, Deulofeu es poco menos que un juguete roto, “con talento suficiente para merecer casi cualquier comparación con los mejores, pero sin la consistencia ni la capacidad de trabajo necesarios para instalarse en la verdadera élite”. Un buen jugador que se ha quedado bastante por debajo de las expectativas y que, además, ha tenido la suerte o la desgracia de compartir vestuario con el Messi argentino, el único, el auténtico, y comprobar de cerca cuál es la diferencia.
Para Aitor Lagunas, que cree que la lista de The Sun es “un divertimento curioso que no puede tomarse muy en serio”, el caso de Deulofeu demuestra “lo difícil que es pronosticar qué jugadores de 10 u 11 años van a tener una carrera profesional, cuáles van a ser estrellas y no digamos quién tiene posibilidades de convertirse en el mejor del mundo”. La clase, el talento y las condiciones físicas y técnicas de partida son “imprescindibles, pero no suficientes”. En Messi intuye el analista “una determinación, una ambición, una fortaleza mental y de carácter excepcionales que ya empezaron a manifestarse cuando, con 14 años, le dijo a su padre que no quería volver a Rosario y que estaba incluso dispuesto a quedarse solo en Barcelona si la familia decidía irse”.
Para Santi Giménez, Deulofeu ha sido la probable víctima de “un cambio en la mentalidad de los entrenadores del fútbol base, que antes formaban jugadores y hoy se preocupan solo por engordar su currículum personal ganando cuantos más partidos mejor”. En su opinión, “a Gerard nadie se ha tomado la molestia de enseñarle a jugar a fútbol. Llevaba haciendo la misma jugada desde los 12 años y llegó en momento en que dejó de salirle. Entre los 12 y los 17, metía cinco o seis goles por partido y hacía que su equipo ganase una y otra vez con marcadores de escándalo, pero no le enseñaron los fundamentos del juego ni le inculcaron la importancia de defender, colocarse bien, asociarse…”. Deulofeu, y otras promesas de la Masía como Xavi Simons e incluso Take Kubo han padecido las consecuencias de “un espejismo”: la obsesión del Barcelona por “encontrar un nuevo Messi de 13 años o un nuevo Iniesta de 15, que es como pretender que te toque la lotería dos veces. Eso crea una notable histeria en el entorno y supone una presión absurda para los jugadores”.
Todo lo que hizo falta para que Messi fuera Messi
Las circunstancias también tienen mucho peso a la hora de producir resultados excepcionales: “Messi tuvo la suerte de caer en un grupo deportivo y humano extraordinario”, dice Lagunas. “Esa generación del 87 que fue un muy buen caldo de cultivo para su talento, porque le obligó a exigirse mucho desde muy pronto. Luego creció un año a la sombra de Ronaldinho y, a continuación, se vio rodeado de compañeros del nivel de Xavi e Iniesta y abocado a esa formidable rivalidad con Cristiano Ronaldo que tanto le forzó a superarse”. El periodista precisa que “el Messi al que incluso los madridistas más recalcitrantes reconocen ya como el mejor jugador de nuestra época, si no de toda la historia, es el que se benefició de todas esas circunstancias en el Barcelona. Si solo hubiésemos conocido al Messi de Argentina, hablaríamos de un jugador muy, muy bueno, pero no de una leyenda del fútbol de ese calibre”.
Eso explica, paradójicamente, que el casting de nuevos Messi sea en Argentina algo menos urgente y perentorio que en el resto del mundo: “Ellos llevan buscando desde 1994 al nuevo Maradona, un molde en el que ni siquiera Messi ha sido capaz de encajar del todo, a pesar de que calcó su gol del siglo y su mano de Dios. El escritor argentino Martín Caparrós me dijo en cierta ocasión que Maradona es una síntesis del genio argentino, un cubito Maggi de la argentinidad. Reúne lo mejor y lo peor del carácter nacional, de la belleza de los versos del Borges a la picaresca y la falta de escrúpulos”. El Pelusa fue un personaje “genial y excesivo”, fascinante en sus contradicciones, “y Messi, que es una persona hasta cierto punto corriente y un producto de la globalización exprés, un nómada del fútbol, por mucho que le guste el asado y que conserve el acento rosarino, puede estar a la altura del futbolista, pero no del personaje”.
Donde sí augura Lagunas que se producirá un sentimiento de orfandad “profundo y duradero” es en el Barça: “Al club le va a costar gestionar la nueva normalidad tras la ausencia de Messi. Y creo que no debería caer en el espejismo de intentar encontrar cuanto antes a un Messi, o un sucedáneo de Messi, y volver a crear una estructura competitiva a su alrededor. Sería más sensato trabajar en la construcción de un equipo con raíces sólidas y una idea de juego y, a partir de ahí, si surge un talento que vuelva a marcar la diferencia, mejor que mejor”. El futuro inmediato no ofrece clonaciones de Messi, pero sí talento suficiente para que el fútbol siga evolucionando y entusiasmando a sus aficionados.
Volviendo a la lista de The Sun, Lagunas reconoce que hay en ella dos jugadores a los que la etiqueta de nuevo Messi tal vez no les venga tan grande como al resto: “A Martin Odegaard le veo ya muy cuajado, ha hecho una temporada muy meritoria en la Real Sociedad”, nos cuenta. “Y Take Kubo, dicho sea esto con la debida reserva, es uno de los jugadores jóvenes que más me recuerdan a Messi o que más se acercan a su estela, aunque por supuesto está por ver hasta dónde puede llegar. Le veo un zurdo diferente, que recorta hacia adentro con talento y personalidad, capaz de aportar luz incluso a un equipo que ha hecho una temporada tan gris como el Mallorca”.
Para Santi Giménez, Kubo es “uno de los grandes errores del fútbol formativo del Barcelona, que dejó escapar a un jugador extraordinario, con características que recuerdan tanto a Messi como a Andrés Iniesta”. Giménez añade que “además, a diferencia de proyectos de estrella fallidos como Deulofeu o Jonatan Valle, el jugador del Racing de Santander al que se disputó media Europa hace unos años, Kubo es, como buen asiático, un jugador disciplinado y con capacidad de aprendizaje”. Ahora lo disfrutará el Real Madrid.
Al Barcelona le queda el consuelo de Ansu Fati, “un talento natural que lo tiene todo para marcar una época”. Giménez valora que “con 17 años, ya ha jugado varios partidos junto a Messi, se entiende bien con él y no se lo nota cohibido a su lado”. Además, según nos cuenta antes de despedirse (“tengo que cubrir la presentación de Pedri, el nuevo Iniesta”, nos dice no sin cierta sorna), “ha empezado a batir récords de precocidad” y a tener una incidencia “instantánea” en el juego del equipo. “Solo espero que le dejen crecer tranquilo. Y, por favor, que se olviden de compararlo con Messi”, remata.
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