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¿Existe el hijo favorito? Dos expertas responden

Las especialistas coinciden en que es un sentimiento verdadero y natural, pero que hay que abordar con delicadeza y cuidado, para no dañar y herir profundamente a alguno de los niños

Dos niños juegan en la orilla del mar.
Dos niños juegan en la orilla del mar.Unsplash
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El subconsciente nunca traiciona. A menudo, si las relaciones humanas son de por sí muy complejas, los vínculos entre padres e hijos, a pesar de su incondicionalidad, no están exentas de esa ambigüedad. Y es que son muchas las familias que, bromean o comentan sobre si carlitos o paquita es la favorita de papá o mamá. Un tema que le hemos escuchado alguna vez a nuestros abuelos y a nuestros padres, y que ahora, quizás, te pase a ti y, puedas experimentar en primera persona, qué sientes de verdad en todo esto.

Aunque la mayoría de los padres niegan en público que se inclinan más por un hijo que por otro, en el fondo, tienen un favorito, al menos según las investigaciones. Un estudio de 2005 publicado en el Journal of Family Psychology, examinó hasta 384 familias en las que los hermanos nacieron con cuatro años de diferencia, y las conclusiones fueron que el 74% de las madres y el 70% de los padres exhibieron un trato preferencial hacia uno de los hijos.

Sentir preferencias o mostrar favoritismos

Al final, puede que, inevitablemente, sientas más atracción por uno de tus hijos. Ya sea por la propia extensión de tu personalidad y deseo de cumplir tus deseos no cumplidos, por afinidad en la personalidad u otras razones, sentir preferencia es algo normal. Sin embargo, mostrar favoritismo no lo es tanto, sobre todo si es de manera constante y se alarga en el tiempo.

Para la psicóloga y formadora de psicología e inteligencia emocional a niños con problemas del desarrollo y aprendizaje, Valeria Sabater, mostrar que tienes un favorito en un momento puntual, ya sea por razones de edad o por las necesidades particulares de un hijo, no es algo sancionable. “El problema viene cuando esa parcialidad es desmesurada y persiste en el tiempo. Cuando los progenitores empiezan a profesar un tratamiento diferente sobre uno de los niños, ensalzándolo, moldeándolo y dirigiendo sobre él todos los sueños, elogios y atenciones, estamos ya ante ese fenómeno denominado como el niño trofeo”, asegura.

De esta forma, resulta crucial mantener ese favoritismo bajo control, y profesar y comunicar el mismo amor y con la misma intensidad a todos y cada uno de los niños.

¿Cómo establecer y mantener vínculos sanos y justos con todos los hijos?

Asegurarle, a menudo, a tus hijos que les quieres por igual y tienes el mismo amor por todos ellos es el primer paso, sobre todo, si sientes inclinación secreta por uno de ellos. La psicóloga y psicoterapeuta, experta en crianza y autora del libro 13 cosas que los padres mentalmente fuertes no hacen, la doctora Amy Morin, explica que primero se debe asumir ese sentimiento de preferencia.

“Dejar de lado la culpa y recordar que es natural llevarse mejor con algunas personas mejor que otras, en general, es normal, por lo que conectarse más con un niño que con otro también, además, esa conexión puede no ser permanente, y el vínculo, por diversas razones, puede cambiar con el tiempo”, comenta. Así, reconocer los sentimientos hace que las medidas a tomar sean tempranas y se pueda evitar que uno de ellos se sienta desplazado emocionalmente.

Otro método para conectar con todos por igual es dedicar tiempo individual con cada uno de los niños. “Es fácil pasar tiempo con un niño favorito, ocurre de forma natural, sin planear, simplemente, disfrutas de su compañía; pero se debe hacer el esfuerzo de pasar el mismo tiempo con tu hijo cuyos intereses se salen de tu zona de confort”, asevera Morin.

“Es importante entrar en el mundo de cada hijo y crear oportunidades de forma proactiva de manera individual, planea fechas especiales juntos y realizarlas al mes con cada niño. Mostrar esa atención positiva genuina y de calidad, garantizará que todos se sientan amados por igual”, continúa la doctora.

Asimismo, las reglas deben ser las mismas para todos, al igual que las consecuencias por malos actos, o a la hora de conceder privilegios. “Además de eso, los elogios o el buen comportamiento deberán ir dirigidos a todos los niños por igual, y no tomar como ejemplo el acto positivo de uno de ellos”, concluye Morin.

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