Una EBAU distanciada
El confinamiento y las medidas de urgencia marcan las ya de por si problemáticas pruebas de acceso a la Universidad
En la reunión mantenida el pasado 17 de marzo sobre las pruebas de Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EvAU/EBAU), como consecuencia del cierre de los centros educativos por la aparición del coronavirus, las autoridades nacionales, autonómicas y los rectores de las universidades introdujeron varias modificaciones para que esta "excepcionalidad educativa" afectase lo menos posible a los más de 217.000 estudiantes de segundo de Bachillerato que se presentan a estas pruebas. El objetivo de estos cambios: que el alumnado no se vea perjudicado por no haber trabajado en clase algún bloque o bloques de contenido de alguna de las materias, que la prueba se adapte al modelo incluido en la Orden PCM/139/2020, de 17 de febrero, por la que se determina las características, el diseño y el contenido de la EBAU/EvAU en el curso 2019-2020, y que el tiempo de lectura del modelo presentado sea el mismo que el que se proponía anteriormente.
En abril, el Grupo de Trabajo de Evaluación Educativa recogió en un documento la propuesta para la modificación de la prueba con el fin de garantizar el acceso a la Universidad en términos de equidad y justicia. Así, plantea utilizar al menos un elemento curricular de cada uno de los bloques de contenido, o agrupaciones de estos (según la matriz de especificaciones); los enunciados propuestos serán opcionales para el alumnado, de manera que cada estudiante pueda configurar un conjunto de respuestas que le permitan alcanzar la máxima puntuación (10) aunque en las clases presenciales, hasta el 10 de marzo, no se haya desarrollado una parte del currículo de la materia; y ninguna pregunta o cuestión puede ser obligatoria.
La suspensión de las clases presenciales ha provocado que muchos alumnos y alumnas hayan tenido dificultades para terminar de desarrollar en las clases el currículo de las distintas materias objeto de evaluación, dedicar el tiempo necesario para su repaso, preparar de manera específica los exámenes o disponer de los recursos tecnológicos adecuados para mantener el ritmo de aprendizaje. A estos factores académicos se unen las "vivencias personales" que cada joven haya experimentado durante estos meses de confinamiento. El encierro, que haya habido personas cercanas contagiada, si ha habido algún fallecimiento entre sus allegados, etc., les "pasará factura" a la hora de examinarse.
La presidenta de Fundación Trilema, Carmen Pellicer, asegura que existen tres elementos que van a tener un papel relevante en la manera en que los jóvenes afronten la EBAU. "Uno es el estado emocional con el que los estudiantes aborden los exámenes después de estos meses tan difíciles para ellos; otro elemento es la incertidumbre en el planteamiento de los exámenes, cómo se interpretarán las necesidades que tengan que abordar; y finalmente, al ámbito académico hay que añadir que no todos han tenido acceso a los medios, ni al soporte ni a la ayuda que necesitan. Este examen va a desvelar con mucha claridad la brecha socioeconómica y la injusticia para muchos alumnos que no han tenido posibilidad de tener esa atención".
José Antonio Marina, catedrático de Bachillerato y director del Proyecto Centauro, asegura que "la manera de estudiar durante el confinamiento ha dependido de las circunstancias familiares, del método pedagógico del centro y del hábito de estudio del alumno. Ahora se va a ver por qué hemos insistido tanto en que a lo largo del proceso escolar debíamos conseguir que el alumno pasara de un proceso de aprendizaje dirigido desde fuera, a un proceso de autoaprendizaje, en que él mismo tenía que dirigir su actividad. Quienes hayan adquirido esta capacidad habrán aprovechado mejor el tiempo".
Uno de los aspectos que se ha visibilizado durante el confinamiento son las múltiples desigualdades sociales, económicas, de capital cultural, etc., que condicionan lo educativo. El presidente de la Asociación Educación Abierta, Carlos Magro Mazo, sostiene que "la supuesta objetividad de los exámenes y la meritocracia tantas veces invocada no existen. A los factores normales que desmienten estas dos suposiciones tenemos que añadir este año las dificultades académicas y emocionales. "La situación va a pasar factura sí o sí, pero una vez más, no a todos por igual", agrega este experto. Sobre la propuesta de que los estudiantes puedan elegir preguntas dentro del examen, Magro Mazo apunta que es razonable, "pero es una prueba con un nulo valor académico, no evalúa, ni mide competencias, ni conocimientos, tampoco es realmente una prueba de madurez intelectual. Es una prueba cuyo objetivo es clasificar y seleccionar excluyendo a los estudiantes".
Mejoras posibles
En estas semanas ha habido voces pidiendo una prueba única para el conjunto del Estado. Lucas Gortázar, especialista de Educación del Banco Mundial, cree que la petición de una prueba única es recurrente y que lo importante es su diseño. Gortázar asegura que, aunque haya diferencias por CCAA en cuanto a preguntas, "la idea que subyace es la misma: repetición de contenidos, preparación de rutinas y ejercicios hasta memorizarlos, preguntas predeterminadas, etc... Lo contrario a lo que queremos promover: capacidad crítica, expresión escrita, pensamiento científico y demás. En esto no hay diferencias entre comunidades". Este especialista en educación asegura que "basta comparar la prueba de cualquier CCAA con las de acceso de otros países, y no hablo de EEUU o Reino Unido, sino de países como Italia, Francia o Portugal. En este último, sobre todo, las pruebas impresionan por su profundidad y por cómo priorizan la reflexión y el aprendizaje de los contenidos". Un tema, el de una EBAU única, en el que José Antonio Marina cree necesario distinguir entre la evaluación de lo aprendido en el Bachillerato y la prueba de acceso a la Universidad. Para Marina, "la evaluación deben hacerla los centros, y las pruebas de acceso deben hacerlas las Facultades. Habría Facultades que exigirían más y sus títulos serían más valorados. Sería un modo de estimular la preparación y mejorar la calidad de las Universidades".
Cómo será el examen
- Se realizará una prueba por cada una de las materias objeto de evaluación. El alumnado dispondrá de una única propuesta de examen con varias preguntas.
- El número de preguntas se adaptará al tiempo máximo de realización de la prueba, incluyendo el tiempo de lectura de ésta.
- Se fijará el número de preguntas para que se pueda alcanzar la máxima puntuación en la prueba; para ello todas deberán ser susceptibles de ser elegidas.
- Cada una de las pruebas de la evaluación durará 90 minutos, con un descanso entre pruebas consecutivas de, como mínimo, 30 minutos. No se computará como periodo de descanso el utilizado para ampliar el tiempo de realización de las pruebas de los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo a los que se les haya prescrito dicha medida.
- La EBAU/EvAU tendrá, preferentemente, una duración de un máximo de cuatro días. En aquellas comunidades autónomas con lengua cooficial, tendrá un máximo de cinco días.
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