¿Playa o montaña? Ni una ni otra... ¡acantilados!
Nos acercamos de una manera diferente a la costa: desde lo alto de algunos de los más hermosos acantilados del litoral español. Aquí van seis precipicios costeros para deleitar la vista cuando esto acabe
Es Vedrá (Ibiza)
No hay islote más fotogénico en el Mediterráneo que Es Vedrá, un tétrico farallón de caliza que emerge súbitamente del agua frente a la costa ibicenca y no se detiene hasta alcanzar 381 metros de altura. Si tenemos en cuenta que su superficie no pasa de 60 hectáreas, el desnivel de la isla es más que considerable. De hecho no hay forma de acceder a su interior, si no es escalando. Es Vedrá fue un lugar de culto y adoración para los primeros pobladores de las baleares y aún hoy, durante los atardeceres, más que a una isla asemeja a un gigantesco altar colocado por algún dios en medio del Mare Nostrum.
Cómo llegar: El interior de la isla es inaccesible a pie, pero hay un servicio de barcos de empresas privadas desde San Antoni y desde cala d’Hort que circunnavegan el islote para tomar fotografías o darse un baño al pie de sus acantilados.
Vixía de Herbeira (A Coruña)
Acantilados en Galicia existen muchos, pero ninguno tan impresionante y atractivo como esta enorme pared negra que se eleva de un tajo nada menos que 612 metros de altura sobre las encrespadas aguas de la Costa da Morte, en el cabo Ortegal, en el límite del municipio coruñés de Cariño. El mirador de Vixía queda muy cerca del famoso monasterio de San Andrés de Teixido, donde “vaí de morto o que non foi de vivo”, el segundo lugar de peregrinación más concurrido de Galicia, tras Santiago de Compostela. Vixía de Herbeira es un lugar mágico y misterioso, inmortalizado por cineastas y fotógrafos muy diversos, entre ellos el director de cine polaco Roman Polanski, quien filmó aquí parte de La muerte y la doncella.
Cómo llegar: estas son las indicaciones para llegar a los acantilados de Vixia de Herbeira desde Ferrol.
Peñón de Ifach (Alicante)
Además de la silueta más inconfundible de la costa alicantina, Ifach es el acantilado más alto del Mediterráneo español. El peñón, una mole de caliza que surge en la misma línea de costa y se eleva hasta 332 metros, resulta aún mucho más espectacular por el hecho de ser una montaña solitaria y aislada del resto de elevaciones de la costa. Una senda permite subir a pie hasta su cumbre aprovechando túneles excavados en la roca, pero los más avezados lo escalan por alguna de las numerosas vías abiertas en su escarpadas paredes. Desde arriba, la panorámica del Mediterráneo es única. El peñón fue declarado parque natural en 1987 y alberga una reserva vegetal con más de 300 especies diferentes.
Cómo llegar: al peñón se accede desde el mismo casco urbano de Calpe.
Cap de Creus (Girona)
En términos geológicos, el cap de Creus, el extremo más oriental de la península Ibérica, no es más que el último coletazo montañoso de los Pirineos, que antes de hundirse irremisiblemente en las profundidades del Mediterráneo forman en esta esquina de Girona un oscuro promontorio de rocas paleozoicas resecas y deshumanizadas, más parecidas a un paisaje lunar que terrestre. No hay grandes alturas en el cabo, pero todos sus cantiles y calas son dignas de una película de misterio, una sensación amplificada por la casi constante presencia de la Tramuntana, viento frío e impetuoso que barre lo que se pone a su paso. En 1971 se rodó en el cabo la película El faro del fin del mundo, con Kirk Douglas y Yul Brynner, para la cual se construyó un faro muy cinematográfico que emulaba al del Cabo de Hornos y cuyas ruinas pudieron verse en pie hasta hace unos años.
Cómo llegar: desde Cadaqués se puede acceder al cabo a pie por el camino de ronda, en un tren turístico (Es Trenet de Cadaqués), en coche siguiendo las indicaciones de Cap de Creus o en una barca que sale los fines de semana y a diario en verano.
Pinar y acantilado de Barbate (Cádiz)
Entre Barbate, uno de los puertos pesqueros más activos de Cádiz, y la pequeña localidad de Caños de Meca se levanta el parque natural del Pinar y Acantilado de Barbate, un espacio protegido desde 1989 que engloba la mayor pared costera de la provincia gaditana. Gaviotas, grajillas, garcillas bueyeras y otras muchas especies de aves marinas habitan en los escondrijos de este acantilado de casi 100 metros de altura a cuyos pies, cuando baja la marea, quedan al descubierto calas y playas de increíble belleza, accesibles a pie desde Caños de Meca. El punto culminante de los acantilados es la torre del Tajo, una atalaya defensiva construida en el siglo XVI para prevenir a los habitantes de la zona contra incursiones piratas. Una vez desaparecido el peligro de los piratas la torre del Tajo fue utilizada por los pescadores de Barbate para vigilar el paso de los grandes cardúmenes de atún por el Estrecho. El pinar que corona los acantilados es otra de las joyas de la naturaleza gaditana. No es autóctono, pues los pinos fueron plantados por en 1895 para fijar las dunas de arena.
Las Puntas (El Hierro, Canarias)
El valle de Frontera, en la isla canaria de El Hierro, es uno de los lugares más impactantes del archipiélago. El gigantesco cataclismo telúrico que partió la isla en dos hace miles de años dejó este valle con forma de medio cono gigantesco de unos 25 kilómetros de diámetro y envió el resto del cráter al fondo del mar. Las paredes del valle de Frontera son pura dimensión vertical, con abismos de miedo que se hunden en el Atlántico. Hay muchas zonas espectaculares, como los Roques de Salmor o el acantilado del Mirador de la Peña, pero los cantiles más accesibles y bellos son los formados por el negro basalto volcánico en la zona de Las Puntas, junto a un pequeño hotelito que se hizo famoso al aparecer en el libro Guinnes como el más pequeño del mundo. Puentes de roca, columnas cristalizadas de basalto y muros de lava forman la fachada marítima de esta isla volcánica.
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