
Venezolanos en Perú: visibles para el virus, invisibles para la sociedad
En Perú vive casi un millón de venezolanos exiliados y la mayoría trabaja en el sector informal sin contratos ni protección laboral. Esto los hace muy vulnerables a los impactos económicos y de salud de la pandemia de covid-19

Con más de 860.000 venezolanos viviendo en él y alrededor de 394.000 que han solicitado la condición de refugiado, Perú es el primer país de acogida de estas personas con necesidad de protección internacional y el segundo destino de refugiados y migrantes venezolanos en el mundo, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). La mayoría de ellos, el 86.6%, viven en Lima; y el 93.1% trabajan de manera informal, sin contratos ni protección laboral.
Una de ellos es Ana Gómez, de 60 años. Llegó hace dos años de Venezuela, sola. Desde entonces vive en el albergue Sin Fronteras, ubicado en el distrito de San Juan de Lurigancho, en Lima. Convive con alrededor de 200 compatriotas que, como ella, no tienen recursos para poder alquilar un lugar en el que residir. Sufre de artrosis y muchos dolores, pero no siempre tiene dinero para poder comprar las medicinas calmantes. Ella espera con ansias que termine el estado de emergencia y que las fronteras en Perú vuelvan a abrirse para poder irse a Ecuador con su madre y su nieta. Ana tiene un gran temor: morir sola en un país que no es el suyo.

La falta de estabilidad laboral convierte a la comunidad venezolana en Perú en especialmente vulnerable a los impactos económicos y de salud de la pandemia de covid-19. Gastan lo que ganan al día en costear el alojamiento en un hostal en el que pasar la noche, y con el cierre de actividades del país debido a la cuarentena, son muchos los que se han quedado en la calle porque ya no pueden pagar la renta. Su condición de extranjeros sin ingresos e informales, además, les dificulta el acceso al ya de por si precario de sistema de salud peruano.
Alejandro Cepeda (29 años) y su esposa, Jessica Oviedo (27 años), esperan en la avenida Abancay, en el Centro de Lima, el autobús que los llevará hasta el distrito de San Juan de Lurigancho. Llevan consigo sus escasas pertenencias. Ellos fueron desalojados de la habitación que alquilaban por 15 soles (cuatro euros) al día. Antes de la pandemia de la covid-19, Alejandro trabajaba limpiando parabrisas en los semáforos, pero el inicio de la cuarentena hizo que tuviera que dejar de hacerlo. Jessica, por su parte, trabajaba en un restaurante y está embarazada de dos meses.

Sin ningún tipo de ingresos, este colectivo subsiste gracias a la ayuda que recibe de diferentes parroquias situadas en el centro de Lima. La ONG Remar, por ejemplo, reparte cada día una media de 300 almuerzos diarios y la cifra sigue creciendo. A primera hora de la mañana son muchos los venezolanos que hacen su cola para recibir alimentos junto a un grupo de peruanos que están en la misma situación, y aunque no forman parte de ninguna estadística oficial, todos los organismos de ayuda humanitaria que trabajan con ellos coinciden en afirmar que el número se ha incrementado exponencialmente desde el inicio de la pandemia.
En la imagen, Andrés Mendoza y su esposa, Yoli de Mendoza, junto a sus mellizos Alexander y Jeremías, de un año y nacidos en Lima. La familia vivía en Argentina, pero decidió regresar a Venezuela al no encontrar en su nuevo país las condiciones de vida que buscaban. La cuarentena les atrapó cuando atravesaban Perú de regreso a Caracas, motivo por el que tuvieron que quedarse en la habitación que alquila la madre de Yoli en Lima. Ambos han perdido los pasaportes, ya no tienen ahorros y sobreviven gracias a la comida que reciben de las parroquias del centro de la ciudad.

Los migrantes venezolanos en Perú son los grandes ausentes de la agenda social. Al no ser peruanos no reciben el bono social de 760 soles (aproximadamente 200 euros) que el Estado otorga a las familias vulnerables que no pueden salir a trabajar por el estado de emergencia nacional y la situación de excepción relativa al brote de covid-19 que desde el 16 de marzo comprende cuarentena, suspensión de actividades laborales y escolares, cierre de fronteras y toque de queda. Como venezolanos tampoco reciben ningún tipo de atención por parte de la embajada de Venezuela en Perú.
Alberto Mendoza (30 años) -el último de la derecha- espera en la cola, junto a tres peruanos, para recibir la comida que cada día reparte la ONG Remar en el centro de Lima. Él llegó hace año y medio a Perú y trabajaba haciendo las labores de limpieza de un local de la avenida Abancay, hasta que con la cuarentena perdió su trabajo. Al no tener dinero para pagar su cuarto tuvo que abandonarlo y ahora duerme en la calle. Desde que el 16 de marzo comenzara el Estado de Emergencia en Perú, la ONG Remar reparte, de lunes a sábado, unas 800 raciones de comida a peruanos y venezolanos en situación de indigencia.














