
El Gregorio Marañón: una pequeña ciudad en lucha contra el coronavirus
Recorrido por uno de los hospitales de referencia más grandes de la capital que ha tenido que transformarse por completo para afrontar la crisis de la covid-19









![<p>José Eugenio Guerrero, el jefe de servicio de Intensivos del Gregorio Marañón, explica el por qué de los aplausos cuando un paciente consigue salir de la UCI. Es un “gracias”: “Al paciente, por salir adelante, es de las pocas satisfacciones que nos llevamos. Entre Hortal [el jefe de Anestesiología] y yo llevaremos 2.000 intubaciones en toda nuestra vida. Ningunas como estas. Generan tal sufrimiento, tal esfuerzo, que es la manifestación más espontánea, la más razonable”.</p><p>En la imagen, una profesional de limpieza friega una habitación de UCI donde dos pacientes pronados evolucionan despacio</p>.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6PXWAE35SNMP7PXWRFLIEAHPHE.jpg?auth=a00d00dc5a8c0303eb062fd1e20036948bdfc77b0cc8d7c00e33cacc467b24c7&width=414)
José Eugenio Guerrero, el jefe de servicio de Intensivos del Gregorio Marañón, explica el por qué de los aplausos cuando un paciente consigue salir de la UCI. Es un “gracias”: “Al paciente, por salir adelante, es de las pocas satisfacciones que nos llevamos. Entre Hortal [el jefe de Anestesiología] y yo llevaremos 2.000 intubaciones en toda nuestra vida. Ningunas como estas. Generan tal sufrimiento, tal esfuerzo, que es la manifestación más espontánea, la más razonable”.
En la imagen, una profesional de limpieza friega una habitación de UCI donde dos pacientes pronados evolucionan despacio
.Carlos Rosillo

Las Urgencias del Marañón, como todas, sufrieron una saturación como jamás habían visto. Tuvieron que crear 232 puestos nuevos para atender el cúmulo de pacientes que llegaban. Durante días, recuerda Juan Antonio Andueza, jefe de servicio, el triaje era casi prescindible: "Todo era covid-19". La capacidad de esta unidad, en la planta semisótano del centro, les dio algo de margen para poder crecer. En situaciones normales, atienen 250.000 urgencias al año. Durante estos días, llegaron a tener 600 pacientes esperando, la mayoría con necesidad de hospitalización
.En la imagen, la recepción de un enfermo llegado en ambulancia.
Carlos Rosillo






El Gregorio Marañón cuenta habitualmente con 18 puestos de UCI médica, ampliables a 23 en periodos invernales. Han crecido hasta los 134 puestos para dar atención durante esta pandemia. La única posibilidad de abrir más huecos, en ocasiones, era un alta o un 'exitus', un fallecimiento. Con los datos hasta ahora, la tasa de mortalidad del Marañón en sus UCI está en el 12%.
En la imagen, una enfermera dentro de una UCI del hospital.
Carlos Rosillo
La PCR, la prueba para diagnosticar el coronavirus, es una de las técnicas más complejas. Lo explica Patricia Muñoz, jefa de servicio de Microbiología del Marañón: "Ahora está más automatizado e incluso algunos hospitales tienen 'robots' para analizar la prueba. Aquí nos manejamos de forma manual". Cuando Muñoz habla, tiene al lado a Pilar Catalán y Roberto Alonso, dos microbiólogos. "Ellos, que ya eran expertos, son los responsables de haber enseñado en tiempo récord a manejarse con las PCR al resto del equipo", sonríe la jefa de la unidad. "Esperemos que esto sirva para reforzar el equipo, no solo frente a una pandemia, sino a largo plazo, a futuro".
En la imagen, una PCR positiva que visibilizan las dos líneas superiores.
Carlos Rosillo
En el laboratorio, entre campanas de presión negativa, cámaras de frío y máquinas dedicadas exclusivamente a determinar el negativo o positivo de las centenares de muestras que les llegan a diario, decenas de técnicos y microbiólogos trabajan desde hace más de un mes. En la imagen, Agustín Estévez, residente de segundo año de Microbiología, muestra uno de los recipientes donde llegan las muestras. Poco después, se mete en una de las salas del proceso para determinar si esa muestra será o no portadora de coronavirus; en la puerta de esa sala, hay un dibujo con un cerdito pegado. Tiene que ver con un aparato circular que Estévez dice que los tiene "enamorados".
Esa máquina es para procesos en sanidad animal, cuenta el microbiólogo Roberto Alonso, y se la cedió una de las casas comerciales con la que trabajan, en Lyon. "Nos dijeron que nos la enviaban en 24 horas, pero que no podían instalarla porque su personal técnico no estaba autorizado a viajar". Patricia Muñoz, la jefa de servicio, encontró la soluciön: "Llamé a un amigo mío muy mañoso que acababa de llegar del Congo de montar un hospital de campaña, trabaja en un taller con piezas de coche. Le hicimos un salvoconducto y Nacho nos la montó con un vídeo que nos enviaron los de Lyon".
Carlos Rosillo
Agustín Estévez, residente de segundo año de Microbiología, recuerda la primera guardia que tuvo durante la pandemia: "Casi me da algo, estábamos agobiados porque nos tocaba procesar 20 muestras", recuerda. Y añade: "Las PCR son un proceso complejo que requiere de horas". En menos de un mes, llegaron a procesar 1.000 al día. Hasta este miércoles, en el Marañón se habían realizado 23.5000 PCR.
En la imagen, muestras preparadas para su análisis. En algunos de esos huecos, hay simples gotas de agua, un control puesto por los microbiólogos para comprobar que los resultados son fiables.
Carlos Rosillo

