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La tuberculosis se ceba con los menores de cinco años

Es la enfermedad más mortífera del mundo. Y más del 80% de los niños que se contagia en casa y la desarrolla en su forma activa lo hace en 90 días o menos según el primer macro estudio que se lleva a cabo desde los años cuarenta

Resuti, enfermo de tuberculosis en tratamiento, descansa en casa, en la misma habitación que comparte con su esposa, Robina, y sus hijos Ayan, de tres meses, y Farien, de dos años, en Nueva Delhi, India, el 7 de junio de 2011.
Resuti, enfermo de tuberculosis en tratamiento, descansa en casa, en la misma habitación que comparte con su esposa, Robina, y sus hijos Ayan, de tres meses, y Farien, de dos años, en Nueva Delhi, India, el 7 de junio de 2011.Andrew Caballero-Reynolds (Getty Images)
Lola Hierro

La tuberculosis se ceba con los niños en todo el mundo más de lo que se sabía hasta ahora. Cuatro de cada cinco menores de cinco años que se contagie en casa y desarrolle la enfermedad en su forma activa lo hará en 90 días o menos. Además, uno de cada cinco que ya tuviera la bacteria de manera latente, también acabará desarrollándola en un periodo de dos años. Estos son los principales hallazgos del mayor estudio realizado desde los años cuarenta hasta la fecha sobre el riesgo que corren los niños más expuestos a la bacteria Mycobacterium tuberculosis, causante de una infección que es la más letal del planeta, incluso por delante del sida: solo en 2018 la contrajeron 10 millones de personas y mató a millón y medio, entre ellos 251.000 niños, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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Realizada por científicos de la Universidad de Stanford y publicada el 19 de marzo en la revista The Lancet, la investigación se ha centrado en aportar algo de luz en dos aspectos: primero, con qué frecuencia contraen tuberculosis los niños que conviven con una persona infectada —generalmente un familiar— y segundo, cuántos de ellos acaban desarrollando la enfermedad.

Para entender los datos hay que tener en cuanta que existen dos escenarios en los que la bacteria está presente. Uno de ellos es en personas que se han contagiado y la tienen en su organismo de forma latente, es decir, no presentan síntomas y es posible que tengan una vida saludable y ni siquiera lleguen a saber que están infectados. Son 1.700 millones de personas, un cuarto de la población mundial. No contagian, pero un 10% de ellos acabará desarrollando la forma activa de la enfermedad y formará parte del segundo grupo. Estos individuos presentarán tos sanguinolenta, fiebre, sudoración, pérdida de apetito y debilidad que pueden llevarles a la muerte si no se tratan. Pero estos síntomas también pueden ser leves durante muchos meses, tiempo en el que ya estarán contagiando a las personas de su alrededor, dado que este bacilo se transmite por el aire y generalmente en espacios cerrados y con mala ventilación. La OMS calcula que una persona con tuberculosis puede transmitir a lo largo de un año a entre cinco y 15 personas por contacto directo.

Para llevar a cabo este macro análisis se analizaron 46 estudios anteriores realizados en 34 países que englobaban a 137.647 niños de cero a 19 años; todos vivían en una casa con alguien que padecía tuberculosis. De estos, se realizó el seguimiento durante una media de cuatro años a 130.512, que eran los que no tenían la enfermedad o solo la tenían de manera latente. "Este proyecto se realizó con estudios que contenían información de niños que vivían con alguien con tuberculosis en la misma casa. Cuando alguien era diagnosticado en un hospital, los investigadores iban a las casas de esos pacientes para examinar a los niños" aclara Leonardo Martínez, investigador de la facultad de Medicina de la Universidad de Stanford y coautor de este nuevo macro análisis. "Se hicieron pruebas para averiguar si estaban sanos, tenían la infección latente o la enfermedad activa y, después, se les siguió haciendo visitas para ver si al cabo de un tiempo la desarrollaban".

Durante los cuatro años de seguimiento se encontraron con 2.198 casos nuevos de tuberculosis activa: a 1.299 (82% del total y 83% en el caso de menores de cinco años) se les diagnosticó la enfermedad en la primera visita domiciliaria de los investigadores, dentro los 90 días posteriores a la selección del caso desde el hospital donde se encontró al adulto contagiado. "Estos datos nos dicen que la tuberculosis se contagia muy rápido, en cuestión de semanas desde que estás con alguien que la tiene", advierte Martínez. "Tenemos que encontrar a estos niños muy rápido, no podemos esperar, tenemos que buscar intervenciones que funcionen desde la primera visita". Los 999 restantes desarrollaron la tuberculosis después de esos 90 días, en las segundas, terceras y cuartas visitas.

El estudio pone en valor el éxito de la terapia preventiva: el 91% de los niños con tuberculosis latente que recibieron medicación, no enfermaron

Por otra parte, estos nuevos datos revelan que un 19% de los niños de entre uno y cinco años con tuberculosis latente desarrollarán la enfermedad en un plazo de dos años desde su exposición al contagio, casi el doble que la población adulta. En la franja de edad de cinco a 19 años, la contraerán entre un 8% y un 12%. ¿Por qué tanta diferencia entre adultos y niños? "Hay más hipótesis que explicaciones, aclara Martínez. Los niños, sobre todos los más pequeños, no tienen la misma inmunidad que los mayores. También ocurre que, en muchas ocasiones, la persona que tiene tuberculosis en un hogar es el padre o la madre del niño y están muy cerca, incluso a veces duermen en la misma cama... Es una exposición muy intensa, en muchos casos es mayor que entre dos adultos".

Todas las estimaciones halladas en esta investigación son superiores a las que se manejaban hasta ahora, las cuales provenían de trabajos realizados en la década de los cuarenta. Los datos antiguos mostraban que los menores de un año que estaban infectados con la bacteria, pero no habían desarrollado la enfermedad, tenían un 50% de posibilidades de manifestarla. Entre uno y dos años, las posibilidades bajaban al 10%, y de tres a cinco años, se situaban entre el 2% y el 6%. Este vacío de 60 años se debe, en opinión de Martínez, a que históricamente los niños no han sido una prioridad en el control de la tuberculosis porque esta se centraba más en los adultos. "Siempre se ha pensado que controlar la enfermedad en pacientes mayores ayudaría a los niños, porque son ellos quienes las transmiten a los más pequeños".

El éxito de la terapia preventiva

Esta investigación también pone en valor el buen funcionamiento de las terapias preventivas: de los niños que sufrían ya la tuberculosis latente y recibieron medicación profiláctica, un 91% nunca enfermó. "La terapia preventiva funciona muy, muy bien para aquel que está en una casa con alguien con tuberculosis, pero solo podía administrarse a los que no la hubieran desarrollado. Y como muchos de los niños (82%) ya la sufrían desde la primera visita, con ellos era inútil. Lo que tratamos de explicar es que a la mayoría no les sirvió porque se llegó tarde", indica el investigador.

Los resultados obtenidos sirven ahora para diseñar políticas sanitarias que protejan a los niños más expuestos a contagiarse mediante el desarrollo de nuevas estrategias de prevención y búsqueda temprana de casos. "Aún no hay mucha información, pero es verdad, que desde hace cinco o seis años se ha puesto más atención en los niños con la enfermedad y en los que tienen posibilidades de contraerla", opina Martínez. Prueba de ello es que para elaborar esta macro investigación han participado casi un centenar de científicos de diversas especialidades, tanto de la Universidad de Stanford como del Consorcio de Estudios de Tuberculosis Pediátrica.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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