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harry pater
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘El capitán planeta’ | Objetivo salvar el planeta o cómo hacer de nuestros hijos héroes del reciclaje

No servirá de nada preocuparnos de que los niños no tomen demasiado azúcar si al final peta todo y tienen que vivir un 'Mad Max' de bajo coste

Si nuestros hijos se vuelven héroes del reciclaje, seguiremos teniendo planeta y podremos llegar a cobrar la pensión.
Si nuestros hijos se vuelven héroes del reciclaje, seguiremos teniendo planeta y podremos llegar a cobrar la pensión.

No sé si está pasando en todas las ciudades, pero yo no paro de verlo. Apenas a 10 metros de los contenedores de reciclaje, gente sucia y bastante incívica abandona en el suelo, y sin reparos, cartones, plásticos y cristales.

Y otros directamente se desplazan hasta el contenedor, pero ponen el papel en el de plástico y viceversa. No sé si es ignorancia, malicia, confusión mental o simplemente quieren ver el mundo arder (o, en este caso, convertido en un vertedero infinito). Siempre confiamos en las nuevas generaciones para que salven el planeta de los pecados de padres y abuelos que han consumido por encima de sus posibilidades (no económicas sino con respecto a los residuos), pero tenemos que explicarles esta misión y su urgencia.

Y sin una serie como El capitán planeta que ayude a concienciar como hizo con nosotros en su época, esta labor educativa la tenemos que hacer en casa y en el colegio desde ya.

Es vital que los niños aprendan desde pequeños la importancia de separar, reciclar y, sobre todo, no malgastar ni generar residuos innecesarios. Vaya, hacerles (y hacernos nosotros con el ejemplo) responsables de nuestro impacto ambiental, nuestra huella de carbono o, como lo llamaría alguien menos técnico, la mierda que vamos dejando.

En clase de nuestra hija les enseñan los colores de los contenedores (y lo que va dentro, claro) y les proponen juegos para reciclar, pero lo mejor es que a nivel práctico ya han prohibido los zumos de plástico y tetrabrik, el papel de plata y las botellas de plástico. Y están todos bien y sin ningún trauma, os lo aseguro.

El agua la beben con su vaso en el grifo o a morro en el patio, como se ha hecho toda la vida, y los bocatas o la fruta se pueden llevar en el típico tupperware o envueltos en modernos mantos élficos con velcro que ahora se han puesto de moda. Nada de papel de plata. Así ella y sus compañeros se acostumbran desde pequeños a gastar solo lo imprescindible.

Muchas veces, el problema “de comodidad” es para los adultos que llevamos décadas con actos reflejos que dejan residuos. Es más fácil comprar una botellita de agua y tirarla después de cuatro sorbos que ir con un termo o cantimplora encima (¿recordáis cuando no había botellitas y la gente iba por la vida sin beber agua a todas horas? Tampoco es que atravesemos el desierto cada día).

Ya que el planeta es para nosotros y para ellos, cuanto antes podamos curarlo o salvarlo entre todos, mejor. No hace falta que todos sean Gretos Thunberg, pero necesitamos que lo de “reducir, reutilizar, reciclar y recuperar” sea uno de sus lemas vitales. Porque no servirá de nada preocuparnos de que nuestros hijos no tomen demasiado azúcar o de que mejoren el inglés extraescolar si al final peta todo y tienen que vivir un Mad Max low cost.

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