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Columna
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Ciudadanos, Mejor Desunidos

Es fácil entender que un náufrago busque un asidero al que aferrarse desesperadamente; sin embargo, si se trata de algo con riesgo de hundirse, será una mala idea

Teodoro León Gross
Inés Arrimadas, portavoz de Cs, con José María Espejo y Edmundo Bal, diputados de Cs.
Inés Arrimadas, portavoz de Cs, con José María Espejo y Edmundo Bal, diputados de Cs. Uly martín

¿Mejor unidos? La apuesta de Arrimadas provoca dudas casi hamletianas considerando que ya han llegado a un irrelevante 6,8%, con 10 diputados, meses después de haber sido tercera fuerza con cuatro millones de votos. Es fácil entender que un náufrago busque un asidero al que aferrarse desesperadamente; si se trata de algo con riesgo de hundirse, será mala idea. El cortoplacismo siempre es una tentación peligrosa. Y no parece que Cs tenga un plan claro de futuro, precisamente cuando no hay nada que necesite tanto como recuperar su espacio central, sin escorarse más por aferrarse al PP.

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Cs vuelve a enfrentarse al reto primigenio de Cs. Pero ahora no es el partido virgen de 2015, con el cartel de nueva política: carga con el lastre de su deriva a la derecha. Y el Plan Arrimadas no les saca de ahí. Es un juego peligroso. Un partido de buenas hechuras como el PDP, ex democristianos de UCD encabezados por Alzaga, Rupérez o Cavero, acabó absorbido por el PP tras ir juntos en Coalición Popular. En aquel bipartidismo de mayorías absolutas se podía entender; en un tablero multipartidista, hay que defender el espacio socioliberal frente a la Casa Común de la Derecha. De no ser así, el final será el mismo.

Hay, de hecho, una ventana de oportunidad para Cs: el centro se ha despejado de nuevo en un escenario de nítida polarización. La coalición con UP aleja al PSOE del espacio moderado, más allá del desastre diplomático con Venezuela que ha achicharrado a Ábalos tras demasiadas mentiras; y a la vez el PP está marcando a Vox, con sobreactuaciones constantes cuyo hito de la semana fue la intervención desalmada Echaniz sobre la eutanasia. Ese centrifugado de PSOE y PP da margen a Cs para hacerse con su sitio con menos presión.

Si Feijóo y Alonso rechazan el tique Mejor Unidos tal vez hagan un favor a Cs, al que conviene además que la culpa sea imputable al PP. A partir de ahí, el reto es volver a conectar con mucho votante que, como advertía algún intelectual próximo, asumen una identidad mestiza al modo del filósofo polaco Kolakowski: progresista en cuestiones sociales, conservador en el valor de ciertas tradiciones y liberal respecto a la competencia y al mérito individual. Probablemente muchos de los que hemos creído en el interés de un partido como Cs hasta que comenzó su deriva a la derecha, no hemos dejado de creer que esa función sigue existiendo. Así que Mejor Desunidos. Como muleta del PP, acabarían como sus lejanos antecesores; y más tras perder la virginidad que les protegía hasta 2016 pero perdieron en la dinámica de bloques. Para eso tendrán que huir del cortoplacismo, el verticalismo como alerta Pericay, el centralismo como pelea Igea... Será con coherencia, bajo el principio de realidad, o no será.

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Sobre la firma

Teodoro León Gross
Málaga, 1966. Columnista en El País desde 2017, también Joly, antes El Mundo y Vocento; comentarista en Cadena SER; director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA), licenciado en Filología, doctor en Periodismo. Libros como El artículo de opinión o El periodismo débil... Investigador en el sistema de medios.

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