La reinvención televisiva de Cristina Cifuentes
La expresidenta madrileña, que en mayo se enfrenta al juicio por el ‘caso máster’, trabaja como colaboradora de Mediaset
Casi dos años después de presentar su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes está viviendo su propia reinvención. Una muy televisiva, pues la exdirigente popular se ha convertido en el fichaje estrella de Mediaset. Las alarmas saltaron hace justo un mes, cuando su nombre sonó entre las quinielas para participar en Supervivientes, uno de los realities clave de la cadena que comienza la próxima semana, pero ella misma acudió a sus redes sociales para aclarar que, aunque había recibido la oferta, la había descartado. Sin embargo, su relación con la empresa audiovisual no acabó ahí. Horas después de haber rechazado acudir a Supervivientes, Cifuentes se sentaba en Sábado Deluxe como estrella invitada para hablar de su pasado político: “No voy a decir quiénes fueron mis verdugos porque se trata de personas peligrosas. Solo quiero limpiar mi nombre y rehacer mi vida”. Y parece que la está rehaciendo en los platós.
Unas imágenes suyas charlando con el consejero delegado de Mediaset, Paolo Vasile, en un lujoso hotel madrileño unos días después fueron el paso previo a ver a Cristina Cifuentes pasearse con total naturalidad por los pasillos de Cuatro y Telecinco. Tras su paso por El programa de Ana Rosa, ejerce de tertuliana en Ya es mediodía, el programa de Sonsoles Ónega, y en Cuatro al día, con Joaquín Prat, y ahora es colaboradora en Todo es mentira, el espacio de Risto Mejide. Una elección, esta última, que no gustó a los seguidores del formato, quienes mostraron su malestar a través de unas notas de audio enviadas al programa. Sin borrar su sonrisa, Cifuentes escuchó cada una de esas opiniones, a las que solo respondió cuando la criticaron por su afición a los toros: “Soy mamá de tres gatos, así que soy animalista”.
Desde la cadena no informan del tipo de contrato que tiene ni de la duración del mismo. Después del verano, Cifuentes debería incorporarse a su plaza de funcionaria en la Universidad Complutense de Madrid, de la que solicitó una excedencia de dos años que concluye en septiembre. Una incorporación que la gente del entorno de la expolítica considera poco probable que suceda, con más razón si se asienta en la televisión.
Antes tiene otra cita en los juzgados. El próximo mayo se sentará en el banquillo como una de las acusadas principales por el caso máster. La Fiscalía pide tres años y tres meses de cárcel para la exjefa del Ejecutivo autónomo madrileño por inducir a la falsificación del acta del trabajo de fin de máster que exhibió tras estallar el escándalo en marzo de 2018. Una polémica que, sumada a la filtración de un vídeo en el que protagonizaba un hurto en un supermercado casi una década antes, terminó por sepultar definitivamente su carrera política. Además, la expresidenta madrileña también está imputada en el caso Púnica.
El 25 de abril de 2018 Cristina Cifuentes dimitió como presidenta autonómica y, unas semanas después, renunció a su acta de diputada en la Asamblea de Madrid retirándose completamente de la política tras casi 30 años ocupando cargos públicos y orgánicos en el PP. La que un día fue considerada como aspirante a suceder a Mariano Rajoy como candidata de la formación conservadora a La Moncloa ha cortado toda relación con su partido, al que ya ni siquiera está afiliada. Su salida abrupta de la que ella siempre ha considerado su “verdadera vocación” ha hecho que Cifuentes rompa con su pasado, al que estaba unida familiar, laboral y amistosamente. Durante el tiempo que estuvo desaparecida apenas tuvo contacto con nadie. “El primer mes se escondió, ni le cogía el teléfono a su madre”, contaron a este periódico hace unas semanas personas de su entorno.
Su situación laboral y económica durante ese tiempo —como presidenta cobraba más de 100.000 euros anuales— también es una incógnita, a excepción de esporádicas colaboraciones con una empresa francesa de relaciones internacionales.
Pasada la tormenta, Cifuentes, de 55 años, ha retomado su vida pero lo ha hecho de manera selectiva. No quiere hablar con periodistas y ha declinado hacerlo con este periódico. Sus redes sociales son su escaparate y en ellas comparte su día a día con los nuevos amigos que ahora conforman su círculo, los mismos con los que comparte plató por el día y sale a cenar por la noche. Ella ha admitido que lo pasó mal, sobre todo por su marido, el arquitecto Francisco Javier Aguilar, y por sus hijos, Javier y Cristina, pero ahora se encuentra mejor que nunca. “La tele le está ayudando a restituir su espíritu”, dicen desde su entorno. “Se siente querida y acogida en Mediaset y habrá Cifuentes para rato”.
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