Premios Oscar 2020: cinco hombres que cumplieron el protocolo y cinco que se lo saltaron
En los premios de la Academia hay esmóquines irreprochables e inteligentes ejercicios de transgresión estilística. Elegimos los cinco mejores de cada bando
Los premios Oscar son, desde el punto de vista estilístico, un acontecimiento bastante conservador. Los hombres nominados no se arriesgan a que la posteridad los recuerde recogiendo un premio de forma estrafalaria, porque en el imaginario colectivo la estatuilla va asociada al esmoquin desde los tiempos de Clark Gable y Spencer Tracy. Así que, para la gran mayoría, el dilema indumentario se reduce a elegir la forma de la solapa, el tamaño de la pajarita o el tipo de zapatos. Por eso, en ICON hemos elegido cinco hombres que lucen el esmoquin a la perfección, y a otros cinco que se saltan la etiqueta o la adaptan a su manera, planteando versiones sobre el traje canónico o prescindiendo olímpicamente de él.
Los cinco clásicos
Antonio Banderas: la precisión hecha pajarita
Si el entregador pronuncia tu nombre, mejor que te pille de esmoquin. Y el que ha elegido el malagueño, clásico pero con toques sofisticados –el broche en la solapa–, es un ejercicio de madurez y serenidad igual que su interpretación en Dolor y gloria. Mención especial para el cuello de la camisa, que es el que la etiqueta dicta como el más apto para el esmoquin. Aunque en la alfombra roja muchos hombres eligen un cuello italiano convencional, este es el adecuado.
Joaquin Phoenix: estilismo responsable
En ocasiones, una elección aparentemente conservadora puede llevar aparejada un mensaje revolucionario. Y el que esconde este elegante esmoquin de Stella McCartney es todo un alegato a favor del consumo responsable de moda. Tal y como ha reconocido el intérprete de Joker, nominado a mejor actor, y la diseñadora británica, este traje a medida es el mismo que Phoenix ha llevado durante toda la temporada de premios.
Dean Charles Chapman: nuevos aires
Un nuevo rostro siempre es algo de agradecer. Dean Charles Champan llega al cine de la mano de Sam Mendes y a la alfombra roja de mano de Hedi Slimane. El intérprete de la multinominada 1917 ha elegido un esmoquin de Celine, la firma que el francés capitanea con su estilo afilado, minimalista y de esencia rockera. Aquí ese ADN se refleja en la corbata pequeña, el tallaje preciso y la ausencia de florituras.
Brad Pitt: el difícil arte de la perfección
Poco que comentar en el esmoquin de Brad Pitt, salvo que, como casi todo lo que luce el actor norteamericano, es impecable, con una solapa redondeada y lisa que destaca en un océano de solapas en pico. Aquí el riesgo reside en sus elecciones capilares. Mientras muchos hombres se dejan barba a medida que cumplen años, Pitt ha decidido afeitarse y dejar a la vista alguna que otra marca de edad. Y en una alfombra roja llena de hombres repeinados, su cabello estratégicamente despeinado, con el tono rubio perfecto, es cosa de alquimia. Por cierto, minutos después ha subido al escenario a recoger su primer Oscar como actor (de reparto, por Érase una vez en Hollywood).
Tom Hanks: veteranía 'retro'
El esmoquin de Tom Hanks es conservador, como corresponde a su estatus como uno de los actores más respetados de Hollywood. Pero en esta alfombra roja se ha animado a innovar con una pajarita algo mayor de lo habitual y con botones negros que contrastan con la camisa blanca. Encanto retro para un clásico del mañana.
Y los cinco rebeldes
Timothée Chalamet: ha renacido una estrella
A estas alturas del partido, hablar de alfombra roja y de Chalamet es todo uno. El actor, que saltó a la fama con Call me by your name, ha aparecido en el último año en Mujercitas y El rey, y de paso nos ha regalado un puñado de apariciones estilísticas estelares. La de estos premios Oscar viene firmada por Prada, y respira la afición de la firma milanesa por mezclar influencias de forma inesperada. Aquí, la chaqueta combina elementos de un chándal, una chaqueta de esmoquin y una beisbolera, y destaca en una alfombra roja en la que el esmoquin ha reinado sin apenas competencia.
Spike Lee: moda y orígenes
El año pasado ya comentamos el intenso simbolismo que impregnaba el estilismo de Lee, que además subió al escenario para recoger un premio. Si en 2019 rindió homenaje a Prince, en 2020 se ha acordado de Kobe Bryant, tal y como ha comentado con Billy Porter en la entrevista previa a la ceremonia. El color es similar al del año pasado y la elección de la gorra también, pero si algo hay claro en el siglo XXI es que la identidad siempre importa más que la moda.
Billy Porter: realeza y transgresión
Porter se ha convertido en un personaje imprescindible en los Oscar gracias a ese talento profesional indefinible que convierte a un actor en entertainer: presenta, entrevista, canta, baila y encima nos regala ejercicios de estilismo tan sublimes y arriesgados como este. En una edición en que la mayoría de los invitados han cerrado filas en torno al esmoquin, un hombre con falda, joyería y tacones es un fin en sí mismo. Además, en este caso, su look esconde una curiosa historia.
Pedro Almodóvar: una nueva tradición
Traje negro, cuello vuelto negro, gafas de sol negras. Hay algo imperturbablemente minimalista, casi zen, en el look de Prada con que Pedro Almodóvar ha acudido a los premios de la Academia, y que enlaza con el lujo sobrio que viene practicando en sus apariciones públicas de sus últimos años. En los Oscars, además, capitanea una peculiar tribu urbana: la de los hombres que lo han apostado todo al monocromo negro. Todd Phillips, Harvey Keitel, Gerard Butler, Al Pacino o Rami Malek han prescindido del blanco en sus atuendos. ¿Cansancio? ¿Tendencia? Más bien, la búsqueda de una tercera vía entre el clasicismo ortodoxo y la extravagancia bling bling. Misión cumplida.
Quentin Tarantino: pertinaz corbata
El director, candidato a mejor director por la multinominada Érase una vez en... Hollywood, es uno de los valientes dispuestos a asumir el riesgo de que, cuando la senectud les sorprenda acariciando éxitos pasados, en su foto recogiendo el Oscar no haya pajarita. La decisión de llevar traje y corbata, en lugar de esmoquin y pajarita, es una concesión heterodoxa y rebelde que dice mucho del papel que el cineasta ocupa en Hollywood.
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