Espíritu deportivo y aroma a cuero: el homenaje a los últimos Bentley construidos de manera artesanal

"El proyecto Continental de 1992 fue, posiblemente, el intento más audaz de Bentley para revivir los valores de la marca desde los años treinta. Era un automóvil pensado para ser extremadamente elegante, lujoso y rápido”, escribe Guglielmo Miani, presidente la casa italiana de moda Laurismiani en el libro Bentley. Un siglo de elegancia y velocidad. “Totalmente hechos a mano y personalizados, los Bentley Continental fueron la máxima expresión de la fabricación de automóviles de la década de 1990”, concluye.

Editado por la propia firma, el volumen es un homenaje a los últimos Bentley construidos de manera artesanal. Larusmiani, fundada en 1922 por Guglielmo Miani, un sastre que comenzó tejiendo trajes para estrellas como Charlie Chaplin, crea prendas y complementos de lujo pensados para un tipo de hombre concreto: viajado, elegante y hedonista. Por eso a su catálogo, que incluye refinadas navajas, humidificadores para los habanos o “herramientas indispensables para caballeros conductores”, suma ahora un libro que homenajea a estos vehículos de la marca inglesa fabricados en los noventa. Por entonces la casa, amenazada de extinción, encontró una salida poniendo más énfasis en el espíritu deportivo de su origen: la era en la que los Bentley boys, jóvenes millonarios aficionados al motor, ganaron, entre 1927 y 1930, cuatro ediciones consecutivas de Las 24 Horas de Le Mans.

El autor del libro, Marco Makaus, reivindica junto con el fotógrafo Ted Gushue estos emblemáticos diseños de la casa inglesa. Es la primera vez que se le da este trato cuidadoso y exhaustivo a modelos como el R de 1994 que aparece en la imagen superior. Pero Makaus también repasa otros avatares vividos por la marca. Desde cómo el fabricante del BR. 1, motor del Sopwith Camel, un biplano británico de la Primera Guerra Mundial, pasó al acabar el conflicto a producir coches que despuntaban en pruebas de resistencia, hasta las primeras crisis, como la vivida en 1931, cuando Rolls-Royce logró hacerse con el control de todos sus activos.

Hoy, la palabra Bentley evoca el oscuro aroma del cuero Connolly y la pálida luz de un día nublado en Londres. Pero también el escalofrío de verlos pasar tan rápidos y elegantes como un avión en la pista de despegue.